sábado, julio 23, 2005

España huele a chamusquina

A quien no cuente con una experiencia profesional en la administración central le podrá sorprender la absoluta falta de reflejos demostrada por el gobierno de la nación respecto a los sucesos ocurridos durante el pavoroso incendio que arrasó doce mil hectáreas en la provincia de Guadalajara, amén de las vidas de once personas que trabajaban en las labores de extinción. Uno se pregunta dónde viven nuestros gobernantes. Un servidor que habita desde hace un año en un pueblecito de la sierra madrileña ha sido durante este tiempo incapaz de salir del asombro que le producía, no ya la extrema falta de lluvias, sino la sucesión ininterrumpida de días de sol durante los largos meses de invierno. Era evidente desde hace muchos meses que el verano se iba a ensañar aún más que de costumbre con nuestros castigados bosques y, sin embargo, a nadie se le ocurrió adoptar medidas preventivas, al menos de cara a la ciudadanía, como si nos dispusiéramos a afrontar un verano más, siempre complicado en cuanto al riesgo de incendios pero tampoco más que otros. Y ahora que la tragedia se ha producido, cuando resulta imposible reparar lo que resulta ya irremediable, el gobierno reacciona a la tremenda anunciando una implacable batería de medidas que incluye hasta la de fumar en el campo (una vez más los fumadores colocados en el punto de mira), un ejemplo del mal gobernante que ante su imprevisión flagrante reacciona a posteriori redoblando el celo punitivo y prohibicionista sin haberse preocupado de inculcar con anterioridad medidas de concienciación ciudadana ante el riesgo evidente que se nos avecinaba. Un botón de muestra de la escasa calidad de nuestros gobernantes, sean de uno u otro signo (no tengo la menor duda que en caso de haber pertenecido el gobierno a otra formación política el resultado hubiera sido idéntico, si la tuviera basta ver el comportamiento digno de chacales con el que la oposición ahora trata de sacar partido de la situación), puntas de lanza de la inercia implacable de una administración artrítica.

miércoles, julio 06, 2005

Blair saca pecho

Anda estos días Tony Blair crecido y eso que hace pocas semanas, a raíz de su ajustada victoria en las elecciones británicas, la prensa nos lo presentaba como cadáver político a plazos. Encima ahora se lleva los Juegos Olímpicos a Londres, dejando a Chirac con un palmo de narices (a perro flaco...). Por si ello no fuera suficiente se apresta a ejercer como anfitrión de los máximos mandatarios mundiales en la cumbre escocesa. No haría mal José María Aznar en tomar nota de la trayectoria de su amigo aunque hacerlo le deje en tan mal lugar por aquello de las comparaciones. Aún con todo, haría bien el primer ministro británico en andarse con cuidado no vaya a inflarse demasiado con tanto éxito (aquí nuestro Aznar le podría dar un par de consejos aunque sea a escala de andar por casa) y no calibre bien los efectos de sus decisiones. Y es que desde que contribuyó decisivamente a dinamitar la última cumbre europea el euro anda de capa caída, en descenso entre libre y sostenido frente al dólar, haciéndonos a todos los usuarios de la moneda común un poquito más pobres. Otra incongruencia de nuestra Unión Europea en la que la postura de un líder político cuyo país se mantiene al margen de la moneda única provoca apuros a los ciudadanos de aquellos países que sí la manejan, algo así como si las decisiones de Rodríguez Zapatero influyeran decisivamente en la cotización del dólar. Es todo muy extraño. El caso es que ahora que Blair tiene la antorcha olímpica en sus manos uno se plantea un poco más críticamente el fracaso de la candidatura de Gallardón y se queda con la duda de si no nos habrán vendido gato por liebre. Tanta ilusión, tantas posibilidades de éxito, tan grandes anhelos de victoria para acabar mordiendo el polvo. La trayectoria de la candidatura española recuerda mucho a la de la selección nacional de fúbol en los torneos internacionales, coronados campeones antes de poner la pelota en juego. Está bien eso de generar entusiasmo pero ponemos tanto empeño en la labor que los pies se nos separan del suelo. No nos habremos llevado los Juegos pero una vez más España ha quedado campeona en salto de altura...