miércoles, septiembre 29, 2010

!Algo habrá qué hacer!

Hoy, pese a los pesares, ni una reflexión, ni un planteamiento. Si acaso un buen día para desempolvar la obra de Marx, bien sea directamente o por autor interpuesto, y entregarse a la lectura. Ante el actual estado de cosas, !algo habrá qué hacer!

domingo, septiembre 26, 2010

¿No future?

No pretendo ser original. Tan sólo busco poner un poco en orden mis ideas, mis impresiones, y quién sabe si con el tiempo ir construyendo un discurso coherente con el que entender el profundo abismo en el que se encuentra sumida esta realidad llamada España:

El país, cuyo modelo de crecimiento se articuló -diría que al menos desde el gobierno de Aznar y hasta antes de ayer- en torno al turismo y la construcción, un modelo de muy baja cualificación profesional, no es capaz de absorber, de asimilar los excedentes de talento que genera y en los que tanto dinero ha invertido. Un modelo que importa ingentes cantidades de mano de obra barata, sin cualificación -de ahí la oleada de inmigrantes de la última década- pero que apenas da cabida al trabajador bien preparado. Dicho talento se emplea en ocupaciones que no rentabilizan su preparación -el economista que trabaja en la ventanilla del banco, el doctor en Filosofía que sirve copas- o emigra, de modo que son terceros países los que se aprovechan y se benefician de la inversión al tiempo que revelan el empobrecimiento de la sociedad española.

Las dificultades para acceder a la vivienda por causa de la burbuja inmobiliaria (escalada de precios que triplica o cuatriplica -y me quedo corto- el ascenso en el mismo perido de los sueldos), unido a la precariedad, las hipotecas de larguísima duración, la obligación de trabajar muchos más años a fin de obtener el mismo bien -precisamente cuando el aumento del parque de viviendas no parecía tener fin-, ejemplifica la grandísima trampa de la economía española. Por un lado, los propietarios de los pisos se sentían cada vez más ricos -¿de otro modo quién iba a votar a los partidos políticos que propugnaban semejante estado de cosas?-, aunque fuera una riqueza ficticia. A cambio se hipotecaba el futuro de los jóvenes dada la enorme dificultad con que se enfrentaban a la hora de emanciparse, que a su vez se refleja en el descenso de la natalidad, lo que conspira contra el futuro del país al poner en peligro el futuro de las pensiones y la propia viabilidad de un modelo de crecimiento insostenible. Otro efecto ha sido la asombrosa destrucción del litoral y de los paisajes privilegiados españoles, laminados por el cemento y sin apenas protestas por parte de la población.

La dimensión cultural de la debacle se podría resumir en: precariedad, corrupción rampante (el beneficio de unos pocos, aunque al precio de tener que repartir migajas a sectores más amplios, impera sobre el interés general), picaresca, dinero fácil, ausencia de valores, de una conciencia de destino compartido, ausencia de debates de fondo en favor del personalismo (tan pronto una posición o una medida es asociada a un determinado político rompen fuego las baterías de la artillería pesada), de las consignas y las descalificaciones, negligencia acerca de la preservación del bien común (destertización, dilapidación de recursos, destrucción de paisajes), impunidad.

Haría también hincapié en la ausencia de valores humanistas en nuestra sociedad, arrollados por el tecnicismo, por la productividad, por el: ¿"para qué sirve?". Se da la paradoja que contamos con capas de la población muy bien educadas (masters, cursos, doctorados, idiomas) pero completamente orientadas hacia la productividad. ¿El resultado? Que en España vale todo, no hay principios ni se respeta nada, no existe la auto-contención, no hay perspectiva de las cosas y, sobre todo, no se piensa, escasea el debate profundo, de base, se da la razón al que más grita y el interés personal arrolla a cualquier noción sobre el bien colectivo. En una palabra: extravío, la de España es una sociedad extraviada. A lo mejor habría que pararse y reflexionar. Volver a lo básico, empezar desde cero. Y es ahí donde nos encontramos con el humanismo. No conviene olvidar que el despegue occidental se produjo en el Renacimiento al mirar hacia atrás y recuperar valores propios de la cultura greco-latina tras el oscurantismo medieval. Claro que el patio está ya tan emponzoñado que es muy posible que ni aun así.

Alain Tourane, en su muy interesante artículo "La crisis dentro de la crisis", publicado hoy en El País señala tres vías de esperanza: la ecología política y el equilibrio entre naturaleza y cultura como antídoto contra el suicidio colectivo, el mundo feminista (que valores femeninos impregnen cada vez más la conciencia mundial) y el respeto a las minorías (esta última no parece muy en boga a raíz de las expulsiones de gitanos, con la crisis arrecia el populismo y la xenofobia, pero quién sabe).

Personalmente, cada vez me inclino más en favor de lo que Tourane denomina la ecología política. Entiendo que ya es una cuestión de mera superviviencia. También favorezco que más y más mujeres acaparen puestos de responsabilidad. El actual es un fracaso del hombre. Si lo pienso, lo que parece emerger en mi conciencia es la figura de la Madre Tierra.




sábado, septiembre 25, 2010

Inspirado

!Ah, qué gusto! Hoy me he despertado inspirado, sensible a la belleza, abierto a la verdad que hay en el mundo. Hace una mañana magnífica, del cielo se desprenden infinitos reflejos dorados. Es un día para descubrir, para evocar, para realizarse y experimentar. Por eso, para desayunar, me voy a regalar una entrevista a fondo con Pepe Bono; de una hora, por lo menos.



jueves, septiembre 23, 2010

Residuos nucleares


En estos días que se decide la ubicación del almacén español para los residuos nucleares llama la atención lo calladitos que están los partidarios -en los últimos tiempos cada vez más conspicuos e incluso vociferantes- de la energía nuclear. ¿Serán capaces de contener los escapes radioactivos con el mismo tesón con que hoy contienen el aliento?

domingo, septiembre 19, 2010

Actuaciones, no declaraciones

Hoy el diario El País dedicaba el principal espacio de su edición dominical al drama del paro juvenil. A eso de las cuatro de la tarde, la noticia que encabezaba la edición digital del mismo diario señalaba que tanto el Sr. Rodríguez Zapatero como el Sr. Rajoy anunciaban -imagino que en esos mítines para borregos a los que dedican los días de fiesta y sin los cuales los telediarios parecerían cojos- que su prioridad sería combatir el desempleo entre los jóvenes. !Menudos reflejos! A la noche seguro que les tienen que aplicar pomada en las articulaciones, de tanto esfuerzo. ¿Cabe acaso un retrato más certero del veletismo por el que funcionan los políticos españoles?

Por cierto, ¿para cuándo una prensa, una radio, una televisión, que nos informen sólo de los hechos, de las actuaciones, o de las situaciones, en lugar de atiborrarnos con un sin fin de declaraciones de intenciones, como si a alguien aún se le escapara que a este país se le va la fuerza por la boca? Sí, ya sabemos que hay que llenar páginas, pero si su contenido vale menos que el papel que las alberga...

jueves, septiembre 16, 2010

Capacidad de actuación

La impresión de desenvolvernos en una realidad inexorable, cuyos códigos y claves se hallan fuera de nuestro alcance y ante la cual reaccionamos a través de la adaptación, del encaje. ¿No es posible interpretar dicha realidad, moldearla según nuestros deseos y expectativas? En el plano político y socio-económico se da un choque entre múltiples y poderosos intereses, pero ¿y en el plano doméstico, personal? ¿Cuál es nuestra capacidad de actuación en el marco que nos ha tocado o en el que hemos elegido vivir? ¿Cuál es nuestro impacto?

martes, septiembre 14, 2010

Cambiar el mundo

¿Contribuirá a cambiar el mundo quien no es capaz de gobernar su propia vida?

martes, septiembre 07, 2010

Nada


Esos mismos que ayer
con capucha y pulso firme
sin pestañear
dieron el tiro de gracia
al sucio y vil traidor
que dar la espalda osara
a la férrea organización
a la que también dicen "banda"
piden hoy, imploran
a sus viejos camaradas
a los que nunca conocieron
que ya es suficiente
que ya basta
que dejen de matar
y se dispersen
que todo fue una farsa
que embaucó a las décadas
pero que ya no significa nada
nada nada

Trsiste es el pueblo
cuyo símbolo de futuro
y única esperanza
se asienta en la negación
alta y clara
del más recalcitrante
del más espeso
de todos ellos
esa que tanto se aguarda
y sin embargo se dilata
y dilata


viernes, septiembre 03, 2010

Tony Judt

El pasado 6 de agosto moría Tony Judt. Un analista lúcido y comprometido con los valores de la socialdemocracia. Resulta muy instructivo leerle en estos tiempos de crisis de ideas. Dotado de una gran capacidad divulgadora, sus escritos resultan concisos y amenos. Su obra cumbre es "Postwar" (Posguerra), publicada en 2005. Una historia del continente europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el presente. Una elegía a la construcción del estado de bienestar -cuyo futuro está hoy en entredicho- y a la creación de consensos que permitió la puesta en marcha del proyecto de unidad europea. Resultan también de enorme interés sus artículos como colaborador de The New York Review of Books, a los que se puede acceder a través de la web en http://www.nybooks.com/. Una vez enfermo y sabiendo que su muerte se hallaba próxima aceleró el ritmo de sus colaboraciones en un intento de sintetizar su pensamiento.

De origen judío y nacionalidad británica, Judt pasó sus últimos años como profesor en la Universidad de Nueva York. Semejante bagaje le dio una amplia perspectiva a la hora de afrontar los retos a los que se enfrentan las sociedades occidentales. Propugnaba que la socialdemocracia europea debe defender los logros obtenidos durante las pasadas décadas, aunque para ello hubiera de adoptar una mentalidad conservadora, en lugar de emular de forma edulcorada los postulados liberales, como ha sido la norma en estos últimos años, lo que ha desembocado en su actual crisis de identidad.

En su artículo "What Is Living and What Is Dead in Social Democracy?" (¿Qué hay de vivo y qué hay de muerto en la Social Democracia?) Judt criticaba también la tendencia en el mundo anglosajón a relegar las consideraciones de carácter moral en beneficio de una perspectiva basada únicamente en la ganacia y la pérdida. Semejante visión -decía- no es producto inherente de la condición humana sino que se trata de una óptica autoimpuesta por los propios humanos. La primera obligación de quienes disienten de esa forma de ver las cosas consiste en recordar los logros alcanzados en el siglo XX y de las posibles consecuencias que puede acarrear el desmantelarlos. La izquierda tiene algo que conservar. Es la derecha la que parece haber heredado un ambicioso impulso modernista que le lleva a destruir e innovar en nombre de un proyecto universal. Es, por tanto, como si los roles de una y otra se hubieran intercambiado en los últimos años y la izquierda debiera aceptar un rol en favor de la conservación en el que no parece sentirse cómoda. Judt la denomina la socialdemocracia del miedo. Y concluye que es algo por lo que merece la pena luchar.

Otro ejemplo de la lucidez de Judt consiste en su análisis acerca del contraste entre las sociedades y las mentalidades europeas y norteamericana. En "The Way Things Are and How They Might Be" (Cómo son las cosas y cómo deberían serlo) afirma lo siguiente: "Entiendo que por encima de todo el modo de vida europeo consiste en que los riesgos que uno asume en su vida profesional son en cierta medida aminorados por garantías, por ejemplo el apoyo del estado en caso de perder tu trabajo. Ello crea una sensación de espacio en el que estás seguro. Desde Estados Unidos es fácil ver la diferencia ya que se trata de un espacio en el que te puedes desenvolver muy bien o muy mal pero no es un espacio en el que te sientas seguro". Resulta imposible explicar en menos palabras la sensación que como europeo tuve viviendo en Estados Unidos.


"Posguerra" fue publicado en España por la Editorial Taurus.