lunes, octubre 11, 2010

zzzsssMariozzzssssVargaszzzzssssLlosazzzsss



No sé vosotros pero yo he sentido un poco de verguenza ajena estos días escuchando a tanto tertuliano valorando la figura de Mario Vargas Llosa cuando a la gran mayoría se le notaba a la legua que no había leído su obra. Es lo que tiene el analizar la realidad, que de vez en cuando se te cuela la ficción. Eso sí, nos invitaban a acceder a sus lugares comunes sin el menor rubor. Debe ser por la capa de maquillaje que les aplican antes de pisar el plató, o a los de la radio porque no se les ve.


A nadie se le escapa la dimensión pública que tiene la figura del escritor peruano pero cuando se desconoce lo esencial de su persona, su obra, pues casi es mejor quedarse callado. Yo sólo he leído Los jefes y los cachorros, aunque curiosamente en dos ocasiones separadas por muchos años. Sí suelo leer sus artículos periodísticos en El País, y aquí veo luces y sombras. Por ejemplo, hace bien poco Don Mario era un ferviente creyente en la auto-regulación de los mercados y prevenía ante cualquier tipo de intervención por parte de los estados. !Glups! Eso sí, formalmente el artículo resultaba impecable.


Recuerdo otro en el que glosaba, con motivo de su fallecimiento, la figura de un viejo amigo -pasajero, imagino- por el que había sentido una enorme admiración. Se trataba de un hombre singular que vivía de acuerdo a sus principios. Uno de esos tipos consecuentes hasta la médula aunque ello les perjudique. La admiración de Vargas Llosa se había vuelto difusa con el paso del tiempo, como si su presencia o su recuerdo se hubiera ido haciendo incómodo a medida que él iba moldeando -como hacemos prácticamente todos- los suyos. Los puntos sobre las íes lo ponía la carta al director de un familiar del personaje en cuestión.


Vamos, que Don Mario es humano, un ser de carne y hueso. No conviene olvidarlo ahora cuando su figura simula un cohete que atraviesa la ionosfera.


Y sí, ya sé, debe ser que me gusta un poco el papel de mosca cojonera. Al menos, espero zumbar muy pronto con La ciudad y los perros -¿Conversación en la catedral?, ya he tenido antes alguna tentación así que quién sabe- entre las manos.


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