Lo siento, pero me resulta muy sospechosa la bandera española, de considerables proporciones pero sin llegar aún a la de la plaza de Colón, que ha aflorado recientemente en la camisola de los jugadores del Real Madrid en sus partidos en competición europea. Al ver algo así, me viene a la mente la bandera americana que desde el 11S adornó la solapa de la chaqueta de George Bush, ésa enseña que tanto se presta a la demagogia como al interés, útil para restregársela en las narices a los antipatriotas que no comulguen con las ideas de su insigne portador. ¿A qué viene ese arranque de españolismo paseado en el pecho de jugadores argentinos, italianos, holandeses, franceses, portugueses, en una competición disputada por clubes en lugar de naciones? Ayer observa la dichosa banderita en la pechera madridista -sin rastro por cierto de la bandera inglesa en las camisolas del equipo rival- y constataba que el otro equipo, el extranjero, contaba con más jugadores españoles en su alineación que el tan españolísimo Real Madrid. No nos confundamos, el equipo que cayó ayer derrotado con estrépito en Liverpool representaba a sus seguidores y a una ciudad y no a un país, por mucho que algunos intenten hacernos creer lo contrario.