Ahora que la filosofía tiene que vérselas con gobernantes
para quienes la educación debe regirse en función del mercado con la
rentabilidad inmediata como principal criterio iniciativas como la del autor y
pensador alemán Peter Sloterdijk, dirigida a aplicar el análisis filosófico a fenómenos
que caracterizan el momento presente, parecen ir contra corriente. El título de
su libro: En el mundo interior del
capital. Para una teoría filosófica de la globalización (Siruela, 2007,
traducción de Isidoro Reguera) no puede ser más explícito respecto a sus
intenciones. Sloterdijk se propone analizar un proceso de alcance mundial que
tiene un impacto creciente en nuestras vidas: la globalización, a fin de interpretarlo
en clave filosófica. A tal fin divide su libro en dos partes: la primera
comprende la evolución histórica de la globalización desde la Antigüedad hasta
el presente, prestando especial atención a la era de los descubrimientos y las
grandes exploraciones que a través de los océanos unificaron el globo terráqueo;
mientras que la segunda se centra en los aspectos fundamentales de la globalización
en el momento actual.
El surgimiento del capitalismo se produce con el paso de la
imagen terracéntrica del mundo a la oceánica coincidiendo con la organización
de las grandes expediciones marítimas a finales del siglo XV. “Los océanos son
los soportes de los asuntos globales y, con ello, los medios naturales de los
flujos deslimitados de capital: ése es el mensaje en la era entre Colón, el
héroe del mundo marítimo, y Lindberg, el pionero de la era del mundo aéreo”.
Globo y especulación son los conceptos fundacionales del capitalismo pero éste
no se entiende sin otros factores más sutiles: la suerte o fortuna ligada al
riesgo y a la incertidumbre en la búsqueda del beneficio, o el delirio de
éxito, el autoentusiasmo o la desinhibición necesarias para la creación de una
sociedad de oportunidades, elementos que surgen en la Edad Moderna y que
Sloterdijk disecciona a fin de entender las transformaciones en la mentalidad
de una época que daría a los europeos una ventaja comparativa que se
prolongaría durante siglos.
Dicho proceso viene acompañado de innumerables innovaciones
técnicas dirigidas a eliminar la distancia: desde la cartografía a la creación
de los seguros que darían lugar al surgimiento de “los ciudadanos-riesgo que
asumen créditos, especulan con capitales flotantes y tienen a la vista plazos
de amortización”. El objetivo es hacer del exterior un territorio transitable
con seguridad para los europeos, no importa que éstos a menudo actúen con
desenfreno al verse en territorios sin dueño: la acción es más rápida que la
legislación. Apoyados en los barcos, en la religión cristiana, en la lealtad
con los príncipes patrios, en el registro científico del espacio exterior y en
la traducción lingüística, el espacio exterior se hace habitable para los
intrusos e invasores europeos y el globo un lugar lo bastante seguro para los
movimientos circulares de capital.
En la segunda parte de su libro Sloterdijk se centra en el
análisis de la globalización ya consumada, incontestada, tal y como la
experimentamos hoy: “la consumación efectiva de la globalización terrestre se
ha convertido en el argumento autofundante del proceso como tal”, a fin de
analizar sus características y consecuencias: una creciente misantropía, el
desplazamiento de los seres humanos de su espacio central en el mundo, la
movilidad, el individualismo (los individuos han perdido la capacidad de
conformar ejemplarmente el mundo).
Con la globalización efectiva el mundo entra en una nueva
era poshistórica en la que todos los signos están orientados hacia el futuro en
pos de un confort que, supuestamente, no va a cesar de fluir y crecer, al cual
va ligado el concepto de unos derechos humanos que preparan la autorrealización
de los consumidores –sólo están en todas las bocas allí donde ha de construirse
la infraestructura institucional, jurídica y psicodinámica del consumismo-. “El
capitalismo implica el proyecto de trasladar la vida entera de trabajo, deseo y
expresión de los seres humanos, captados por él, a la inmanencia del poder
adquisitivo”.
Sloterdijk analiza también desde la perspectiva de la globalización
acontecimientos como los atentados terroristas del 11S (por medio de invasiones
mínimas influyen en el sistema total aunque como una medida que se agota en sí
misma), la inevitable exclusión de amplias capas de la humanidad dada la
imposibilidad de organizar bajo las actuales condiciones técnicas,
político-energéticas y ecológicas un sistema homogéneo de bienestar, el turismo
de masas como fenómeno cumbre –junto al petróleo- del capitalismo, la
sustitución del sometimiento de los humanos por el de los animales útiles, la
emergencia de los Estados Unidos como paradigma del sueño poshistórico o los
factores que obstaculizan la homogeneización humana –la diversidad cultural y
lingüística- y que conviene erradicar o marginar en favor de una globalización
efectiva.
En el mundo interior
del capital fue publicado originalmente en Alemania en el año 2005. Concebido,
por tanto, en una época caracterizada
por el optimismo reinante en los años anteriores a la profunda crisis
actual pese a que ya entonces Sloterdijk pronosticaba para la era posfósil una
síntesis híbrida de vanguardismo técnico y moderación eco-conservadora en
contraste con la cultura del derroche alentada de forma creciente a raíz de la
Revolución Industrial. Pero su análisis resulta más redondo, más completo, en
lo referente a la primera fase de la globalización mientras que en la segunda
se limita a iluminar aspectos cruciales de la misma pero sin un afán totalizador.
Resulta muy interesante y oportuno el uso que hace de la filosofía como un
intento de desempolvar una disciplina que se tiene por autoenvolvente y abstracta
y que aplicada a asuntos comúnmente estudiados desde otras materias proporciona
una visión novedosa repleta de hallazgos a lo que no es ajeno el talante provocador
del autor. Llama también la atención su recurso a la literatura –la Odisea, Julio
Verne, Moby Dick, Dostoyevski y otros- como un medio privilegiado a la hora de
interpretar aspectos concretos de la realidad. Dado el material que maneja y
sus pretensiones metodológicas En el
mundo interior del capital resulta una obra amena, asequible para el lector
medio gracias a la capacidad divulgadora de Sloterdijk –capítulos breves,
fluidez y sentido del relato- , la cual se resiente sólo en el tramo final
cuando busca culminar su estudio con un marco teórico que apela al lenguaje
conceptual.