sábado, septiembre 22, 2007

El sometimiento del hombre



En el universo Armani no seduce la mujer, sino el hombre. Es éste quien despliega sus encantos: un torso esculpido a la perfección que viene sometido a la valoración de la mujer. Es ella quien manda, quien decide si el cuerpo del hombre resulta lo suficientemente atractivo, la encargada de dar o no la aprobación. Él se sugiere, se exhibe, y ella juzga. Lo que Armani nos ofrece es una revolución, una inversión de los roles tradicionales en los que ya no es la mujer quien aspira a obtener el reconocimiento del hombre sino al contrario. Es el hombre quien ha de estar guapo, tener un cuerpo en forma y así obtener el reconocimiento del sexo opuesto. En el universo Armani es al hombre a quien toca cuidar su aspecto para igualarse a ella y obtener así su favor. Al menos el mensaje es lo bastante sutil para centrar la acción en los músculos pectorales y abdominales, en lugar de en el tamaño de los bíceps. ¿Resulto lo bastante atractivo como para poder follar contigo? parece preguntar él, mientras se mantiene a la espera de lo que ella decida. Así es que, chicos, ya sabéis: si queréis aspirar a tener sexo con una mujer atractiva y glamurosa, tendréis que esforzaros en resultar atractivos y glamurosos también vosotros. Ya sabéis: vestir con gracia, mantener el cuerpo en buena forma, poseer un rostro agraciado, mimar el aspecto. La revancha de la mujer por su servidumbre a la apariencia pasa por someter también al hombre. Al menos así parecen haberlo decidido las cabezas pensantes del mundo de la moda. Y no conviene desestimar el poder y la capacidad de unas personas habituadas a ver satisfechos sus caprichos.

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