El otro día escuchaba a Mariano Rajoy en la tele y me preguntaba si su imagen, su rostro, no podrían servir de reclamo para una campaña de Just For Men. Su barba desde hace ya años encanecida ofrecía un contraste cada vez mayor con el encendido colorido de su cabellera. Me intrigaba el que ésta última apenas mostrara signos del paso del tiempo y mi interés se centró en ese punto de las patillas en el que una y otra confluían. Um, vaya misterio, me decía. Ah, ¿y sus palabras?... Bueno, ésas sí que envejecieron en un santiamén. Uno juraría que salían ya muertas de su boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario