Un hombre maduro, entrado en la cincuentena, escritor de
profesión, divorciado y padre de un hijo ya crecidocon el que mantiene una
relación distante, se plantea su aparente incapacidad para mantener relaciones
amorosas estables y duraderas con mujeres. Tal sería la premisa de “de
Temblores”, la última novela del escritor guipuzcoanoKepaMurua, publicada por
El Desvelo. A tal fin, Rubén, el
protagonista, recapitula de modo un tanto aleatorio su experiencia con las
mujeres que han jugado un papel significativo en su vida amorosa: Dacia,
separada al igual que él, madre de una hija, con la que convivió y de la que se
alejó un buen día sin dar explicaciones; Lucía y Elena, con quienes mantuvo
relaciones intensas pero mediatizadas por la distancia geográfica; y Rosale, a
quien ha conocido recientemente, una mujer inmigrante, misteriosa, bastante más
joven que él, que representa un amor incipiente, fresco, aunque repleto de
riesgos.
La incomunicación, las distintas expectativas entre los
miembros de la pareja, entre el hombre y la mujer, el miedo a la soledad pero
también su influjo, el desengaño, la atracción, la amistad, la belleza, el
deseo, el amor o el sexo son los ingredientes de una narración tejida a base de
conversaciones con sus amantes que reflejan distintos momentos de una relación
–el despecho de Elena, que se siente traicionada al intuir que la fidelidad que
ella le ha guardado no ha sido recíproca; la serena aceptación por parte de
Dacia de un amor extinto aunque no exento de imprevistos coletazos; los tanteos,
el flirteoconRosale que lo mismo anticipala posibilidad de un futuro ilusionantejuntos
que lo llena de incógnitas-, intercaladas con evocaciones y reflexiones del
protagonista quien por su talante ensimismado y sus circunstancias podría ser
un trasunto del autor, efectuadas en una tercera persona –el autor se refiere al
narrador como “el escritor” o “el
hombre”- que ocasionalmente muta enprimera, desgranadas en breves capítulos
encabezados por máximas ilustrativas con un aliento poético.
De temblores es una novela de madurez narrada por un hombre
que se intuye inmaduro, atrevida y
exigente en lo que tiene de confrontación con uno mismo, de autoexamen, pero esquiva
en la medida en que su búsqueda no encuentra respuestas, mucho menos consuelo.Una
obra que cabalga la fina línea que nos empuja de la frustración a la
satisfacción y viceversa, que trata de apresar lo inaprensible y por ello no se
agota en una primera lectura, en la que resuenan nuestras contradicciones expuestas
con gran sensibilidad no exenta de humor como queda reflejado en la metáfora de
los viajes de avión: una vez los pies se despegan de la tierra y nos exponemos
aun contexto que desnuda nuestra vulnerabilidad, sobre el que no ejercemos el
control, cualquier cosa es posible, desde el más valioso hallazgo a la más
temible catástrofe, de ahí el miedo a volar, más aún después de sufrir un
percance, de ahí también la necesidad de superarlo y de volver a exponerse.
Esta reseña está también disponible en el número de enero de la revista de agitación cultural agitadoras
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