¿Inconformista,
subversivo, desafiante?... Pensaba en el calificativo que mejor
describiría El agua que falta, el debut de Noelia Pena (Caballo de
Troya, 2014) en la narrativa.
Un
atípico tratado que cuestiona la realidad a través de lo
intangible, aquello que no vemos, que no se palpa, pero que está
ahí. Toda esa constelación de elementos en los que no reparamos,
que damos por sentado, quizás porque han sido introducidos, nos han
sido inoculados de forma gradual, sutil, desde luego no
mediante una de esas traumáticas inyecciones que asociamos a la
infancia, pero que son impostados y condicionan nuestras vidas con la
carga letal de un potente virus. Factores que configuran las
dinámicas profundas de transformación de la sociedad y de las
relaciones humanas en función de los parámetros del capitalismo en
su vertiente neoliberal a través del lenguaje, los valores, la
educación...
Noelia
Pena se ha propuesto ayudarnos a tomar conciencia de la
transformación manipuladora a fin de deconstruirla y adoptar así
una mirada más limpia que nos permita ganar espacios de libertad, de
autonomía y que nos permita defendernos, blindarnos frente a las
pautas y condicionantes promovidos por los medios del poder.
Pero
si algo distingue a El agua que falta es el modo, mejor dicha la
forma en que Pena lleva a cabo su misión, no a través de un
riguroso ensayo sino de un conjunto de breves fragmentos híbridos
que combinan el relato, el pensamiento filosófico, el anecdotario,
con detalles autobiográficos (reales o no), incrustaciones poéticas,
ilustraciones y observaciones varias, además de referencias a
libros, películas, situaciones. A partir de detalles y anécdotas de
apariencia más o menos intrascendente aunque iluminadoras respecto
al grado de penetración del elemento patógeno, en no pocas
ocasiones se llega a la categoría. Y a través de piezas sueltas
agrupadas en cinco capítulos se va componiendo el puzzle, se obtiene
la visión de conjunto.
El
resultado es una lectura flexible, amena, amable en las formas, como
si te invitara a plantarte ante el espejo del horror en que te has
convertido, del que formas parte, con la mayor delicadeza. A la
inoculación gradual del virus letal, Pena contrapone una vacuna de
apariencia intimista como remedio más efectivo.
¿Esclarecedor,
pertinente, necesario?... Sigo buscando ese calificativo al que me
refería al inicio de la reseña.
"La verdadera construcción del conocimiento nunca tuvo su origen en las respuestas dadas a preguntas ajenas, sino en el modo en que nosotros mismos interrogábamos la realidad."
"Más de una vez he pensado que un verso al día podría bastar, a condición de que fuese un verso verdadero."
"Ya no tenemos sueños, tenemos proyectos de innovación y desarrollo."
"La narrativa oficial sólo trata de encajar sus piezas, esas piezas que son nuestras vidas."
"La literatura va de otra cosa. Al fin y al cabo es en la gestión de lo que nos callamos donde tienen lugar nuestras mayores confesiones."