sábado, junio 29, 2019

El agua que falta, Noelia Pena

¿Inconformista, subversivo, desafiante?... Pensaba en el calificativo que mejor describiría El agua que falta, el debut de Noelia Pena (Caballo de Troya, 2014) en la narrativa.

Un atípico tratado que cuestiona la realidad a través de lo intangible, aquello que no vemos, que no se palpa, pero que está ahí. Toda esa constelación de elementos en los que no reparamos, que damos por sentado, quizás porque han sido introducidos, nos han sido inoculados de forma gradual, sutil, desde luego no mediante una de esas traumáticas inyecciones que asociamos a la infancia, pero que son impostados y condicionan nuestras vidas con la carga letal de un potente virus. Factores que configuran las dinámicas profundas de transformación de la sociedad y de las relaciones humanas en función de los parámetros del capitalismo en su vertiente neoliberal a través del lenguaje, los valores, la educación...

Noelia Pena se ha propuesto ayudarnos a tomar conciencia de la transformación manipuladora a fin de deconstruirla y adoptar así una mirada más limpia que nos permita ganar espacios de libertad, de autonomía y que nos permita defendernos, blindarnos frente a las pautas y condicionantes promovidos por los medios del poder.

Pero si algo distingue a El agua que falta es el modo, mejor dicha la forma en que Pena lleva a cabo su misión, no a través de un riguroso ensayo sino de un conjunto de breves fragmentos híbridos que combinan el relato, el pensamiento filosófico, el anecdotario, con detalles autobiográficos (reales o no), incrustaciones poéticas, ilustraciones y observaciones varias, además de referencias a libros, películas, situaciones. A partir de detalles y anécdotas de apariencia más o menos intrascendente aunque iluminadoras respecto al grado de penetración del elemento patógeno, en no pocas ocasiones se llega a la categoría. Y a través de piezas sueltas agrupadas en cinco capítulos se va componiendo el puzzle, se obtiene la visión de conjunto.

El resultado es una lectura flexible, amena, amable en las formas, como si te invitara a plantarte ante el espejo del horror en que te has convertido, del que formas parte, con la mayor delicadeza. A la inoculación gradual del virus letal, Pena contrapone una vacuna de apariencia intimista como remedio más efectivo.

¿Esclarecedor, pertinente, necesario?... Sigo buscando ese calificativo al que me refería al inicio de la reseña.


"La verdadera construcción del conocimiento nunca tuvo su origen en las respuestas dadas a preguntas ajenas, sino en el modo en que nosotros mismos interrogábamos la realidad."

"Más de una vez he pensado que un verso al día podría bastar, a condición de que fuese un verso verdadero."

"Ya no tenemos sueños, tenemos proyectos de innovación y desarrollo."

"La narrativa oficial sólo trata de encajar sus piezas, esas piezas que son nuestras vidas."

"La literatura va de otra cosa. Al fin y al cabo es en la gestión de lo que nos callamos donde tienen lugar nuestras mayores confesiones."

miércoles, junio 26, 2019

El Rincón del Patriota sin Techo III

La decoración del Rincón del Patriota sin Techo aparece más recargada cada vez.


The Homeless Patriot's Corner looks more overdecorated each time.

domingo, junio 23, 2019

ADN


Avivar el Disenso Nacional está en nuestro ADN.

jueves, junio 20, 2019

amigo / friend

Un verdadero amigo es aquel con quien no lamentas haber compartido tus miserias una vez has remontado.



A true friend is such that you don't lament having shared your miseries with once you have bounced back.

domingo, junio 16, 2019

miércoles, junio 12, 2019

Flickr

Por si queréis echar un vistazo a las fotos que hace Bricd-Deíca -estas semanas de baja por cuestiones de fuerza mayor-, adjunto el enlace a su galería en la red social de fotografía Flickr . Ya os avanzo que la visita merece la pena.

domingo, junio 09, 2019

Influencias

Las influencias del protagonista de la novela Stone Arabia (Dana Spiotta)



miércoles, junio 05, 2019

concepción / conception

Una vez te haces una concepción de una persona que conoces, los recuerdos conspiran a fin de reafirmarla.



Once you get a conception of a person that you know, memories conspire to strengthen it.

sábado, junio 01, 2019

Una vieja historia: Nueva versión, Jonathan Littell



Una vieja historia es la primera novela publicada por Jonathan Littell tras la controvertida Las benévolas, con la que el escritor nacido en Nueva York, de ascendencia judía, afincado en Barcelona y criado en Francia -escribe en francés y recientemente adoptó también esa nacionalidad- obtuvo el prestigioso Premio Goncourt, además de un notable éxito en ventas no exento de polémica por quienes vieron en ella una exaltación de la perversión a través de la figura de un nazi irredento. Al igual que aquella, su nueva obra destila violencia pero también sexo en abundancia protagonizado por seres de distinto género: hombres, mujeres y hermafroditas guiados por la necesidad de satisfacer sus instintos más primarios, para quienes no parece haber límites establecidos.

De corte más experimental que su ópera prima, el grueso de la cual transcurría en plena Segunda Guerra Mundial, los protagonistas de Una vieja historia se desenvuelven preferentemente en espacios cerrados en una narración concebida en forma de bucle, al modo de actos espaciados por breves carreras a lo largo de un oscuro pasillo en ligera curva, lo que sugiere una trayectoria en forma de circunferencia, en cuyas paredes asoman los pomos que dan acceso a los distintos escenarios en los que transcurre la acción. Los siete capítulos que conforman la novela se nos ofrecen a su vez separados por el acto de nadar en una piscina. Escenarios asépticos y actividades repetitivas, saludables, que contrastan con aquellas que se desarrollan al otro lado de las puertas.

Los personajes son mayoritariamente seres que se hallan en la plenitud de la vida, exceptuando el breve protagonismo de un niño, a menudo inmersos en actos morbosos, sádicos o de dominación con otros seres, en relaciones desprovistas de emociones, de empatía, de moralidad. Como en una montaña rusa, el autor nos conduce de la excitación al rechazo y a la repulsión en paisajes físicos y humanos fríos, “hopperianos”, inquietantes, en el mejor de los casos, a menudo en penumbra, cuando no amenazantes, siniestros, o de pesadilla, punteados por ciertos elementos recurrentes que sirven como referencia: comidas, cubrecamas, ropas, un coche, el defectuoso sistema eléctrico del lugar en el que se desarrolla la acción y que perjudica la vida doméstica de unos supuestos vecinos.

Así, al otro lado de la puerta que el protagonista abre lo mismo se accede a una localidad en guerra que a una orgía, a la relación con un mafioso o a una cita sexual en la habitación de un hotel. Cada cruce del umbral no sólo conlleva un cambio de escenario sino que el narrador se desdobla en otro personaje. Todo ello entre zambullidas en una piscina y carreras que al tiempo que sirven de respiro al difuminar la violencia que se desata en los escenarios contribuyen a reforzar la sensación de claustrofobia.


La sucesión de fragmentos breves que conforman los capítulos de Una vieja historia, los cuales rara vez ocupan más de cinco páginas, nunca encajan con las escenas. Éstas concluyen y se reanudan con una carrera la cual siempre coincide en medio de un fragmento, lo que dificulta la tarea de acotarlas y anima el acto de proseguir la lectura pese a que la estructura de la narración resulta rígida y repetitiva. La prosa de Littell: descriptiva -apenas contiene diálogos, los personajes actúan más que hablan y nunca se cuestionan sus motivaciones-, precisa y muy rica en léxico, constituye todo un reto para el traductor, Robert-Juan Cantavella. Se aprecia algún que otro error de edición.

Por el modo en que está concebida y narrada -en una primera persona que transmite la impresión de que, pese a su variedad, todos los protagonistas vienen a ser el mismo-, por su vocación enigmática y hermetismo, por su sofisticada estructura, Una vieja historia invita a una segunda lectura en busca de claves que iluminen las intenciones del autor, más allá del despliegue de relaciones humanas utilitarias, caprichosas, entre seres extraños, da igual que los unan relaciones de sangre o que habiten en la misma casa, capaces de interaccionar sólo a través del sexo y de la violencia. Seres que, desprovistos del componente emocional, quedan reducidos al absurdo de una humanidad deshumanizada. Aun así, la gama de escenas es lo bastante amplia como para poder establecer pautas categóricas.

La pulsión de Littell por lo escabroso, desde lo chocante y lo surreal a lo repulsivo, por los escenarios devastados, no siempre formalmente pero sí en el plano interno, remite a la de un Curzio Malaparte desprovisto de su verborrea y aspavientos bufonescos, más abstracto. Con la paradoja de que el absurdo que resulta del dominio del ser humano por su componente más egocéntrico y utilitarista, unido al contrapunto de la incapacidad e impotencia de quien aspira a lo contrario -véase al respecto el fragmento del fotógrafo amateur en una ciudad en guerra, posiblemente el más personal de la novela-, nos es mostrado en el caso de Littell con laconismo y de un modo cerebral, como si así justificara la “nueva versión” de esa vieja historia que nos ofrece y a la que apunta el subtítulo del libro.

Una vieja historia: nueva versión
Jonathan Littell
Galaxia Gutenberg
2018
304 pags.
Traducción; Robert-Juan Cantavella


Esta reseña se puede leer también en el último número de la revista digital agitadoras