Añoro echarte de menos
I long for missing you.
Dada la situación epidemiológica, la edición de 2021 de la regata entre Ingenieros e Ingeniosos deberá celebrarse sin la asistencia de público.
Due to the epidemiological situation the 2021 edition of the Engineers versus Ingenious boat race will take place without public attendance.
"Había un ciclo que había comenzado con las visiones Blake y había terminado en el tren de Kioto, al comprender que para alcanzar la profundidad de conciencia que buscaba cuando hablaba de las visiones Blake tenía que alejarse de las visiones y renunciar a ellas." (Se refiere a las visiones/alucinaciones que le indujo la lectura de la obra de William Blake cuando era joven y que propiciaron un antes y un después en su vida).
"Me sigo perdiendo en ataques de ira y beligerancia mental, pero luego me voy a ordeñar las vacas." (Carta a Gary Snyder, Kioto, 8 de julio de 1968).
"...la gente no escucha... cada uno se dedica a afilar su propio hacha mental." (Cuando la forma de la música cambia los muros de la ciudad tiemblan).
"La pérdida del planeta dentro de los próximos cien años no es cosa para la risa." (de El regreso de Kraj Majales, 25 de abril de 1990).
"Si no se lo mostramos a Nadie, somos libres de escribir lo que sea." (de Saludos cosmopolitas, 1986).
Consecuencias de la Generación Beat una vez fue absorbida por la masa y la cultura de la clase media a finales de los años 50 y principios de los 60, según Allen Ginsberg:
En España no se debate sobre políticas sino sobre políticos.
In Spain the debate is not about policies but politicians.
Electorados malditos que votan impelidos por la atracción del abismo.
Cursed electorates that vote impelled by the attraction of the abyss.
Pensé haber encontrado a un hombre
que decía conocer a un hombre
que sabía de qué va esto
Estaba equivocado
sólo otro forastero
a quien conocía
Y pensé haber encontrado la luz
para guiarme a través de mi noche
en toda esta oscuridad
Estaba equivocado
sólo reflejos de una sombra
que vi
Y pensé haber visto a alguien
que parecía por fin
conocer la verdad
Estaba equivocado
sólo un niño riendo
al sol
al sol
Publicada originalmente en 2001 (Alfaguara) y reeditada en 2018 (Ediciones Trea), Jugadores de billar, la segunda y última novela de José Avello, ofrece un retrato generacional a partir de un grupo de cuatro amigos a quienes une la afición por el juego del billar que practican en el viejo bar Mercurio, además de su inclinación por las relaciones sentimentales tortuosas: seres inmaduros, inadaptados, incompletos, obsesivos, hijos de una burguesía provinciana -desde la más modesta a la más ambiciosa con ínfulas de aristocracia- que, tolerados o sobreprotegidos, viven en buena medida a expensas de la generación de sus padres. Una especie de “inútiles” inspirados en la película de Fellini, más actuales, con rasgos más turbios y torcidos que añadir a la indolencia y a una leve acracia etílica y drogata con reminiscencias “culturetas”.
Personajes cuya suerte familiar se remonta, sin ellos saberlo, a la guerra civil en función, en muchos casos, de seres aún más turbios, oscuros y dañinos que ellos mismos, dando así continuidad a una España del pelotazo, entonces por medio de la rapiña y el asesinato sin escrúpulos de seres cuyo único pecado fue encontrarse en el lado equivocado de la historia, ahora a través del engaño disfrazado de proyectos empresariales con la recalificación de terrenos como telón de fondo. Cuando los secretos inconfesables de entonces amenazan con salir a la luz a raíz del interés por parte de una empresa en la adquisición de la hacienda familiar perteneciente a la familia de uno de los protagonistas, el grupo de amigos y conocidos se ve afectado por una combinación de los intereses entrecruzados de sus respectivas familias en el pasado y de las motivaciones de sus miembros en el momento presente.
A ellos se suman toda una serie de personajes con quienes se relacionan en función de la amistad o la costumbre, que en esos ambientes viene a ser un poco lo mismo, de sus lazos familiares y, sobre todo, de la irrupción de algunos recién llegados, forasteros o intrusos con intereses específicos que a la postre quiebran el equilibrio del grupo. El asesinato de un amigo periodista que no sólo amenaza con sacar a la luz los secretos y miserias del pasado sino que aspira a chantajear a miembros del entorno del poder que han puesto a Oviedo en el punto de mira de sus intereses sirve como vago catalizador y punto de inflexión de la acción: los grandes beneficiarios de entonces son los poderosos de hoy y nada se mueve sin su aquiescencia.
La hechos nos son relatados a través de un narrador invisible que emerge sólo en el tramo final de la novela. Su relato, escrito en tercera persona que en la última parte, al sentirse afectado directamente por los acontecimientos a raíz de su relación con una joven que es empleada como cebo por los promotores de la operación empresarial, muta en primera, tiene un marcado componente introspectivo. Buen conocedor de sus amigos, se introduce en el interior de los personajes de modo que nos familiarizamos con sus motivaciones, sus formas de entender la vida, en gran medida a través de la descripción de sus actos más que de su interacción en escenas. Su narración, extensa, discursiva, de formato más bien clásico, abarca un periodo de un año -cada una de las cuatro partes coincide con una estación- en un contexto temporal poco preciso, en el que el protagonismo del billar de tres bolas juega un poco al despiste pues evoca un tiempo más lejano del plasmado en la novela lo que a su vez alimenta el anacronismo de los personajes. Que el grueso de la acción transcurra en Oviedo y alrededores, a excepción de dos breves episodios, añade un componente endogámico, claustrofóbico por momentos, a la narración.
Habrá quien sienta la tentación de leer Jugadores de billar en clave de metáfora de la España actual, viable sólo desde el olvido que legitima el abuso, la injusticia, esa que, de forma simbólica, parcial, la novela de Avello quiebra y resarce. Metáforas al margen, se trata de una novela a la que merece la pena prestar atención, que en el momento de su publicación, por alguna razón, pasó bastante desapercibida pese al reconocimiento por parte de la crítica -obtuvo diversos premios- y que, paralelamente a los hechos que describe, bien merece un resarcimiento en forma de lectores.