Excepto para el agua, corren tiempos de abundancia en los que a nadie parece preocupar si se añade con alegría un cero a la cifra de manifestantes que estos días se congregan en las calles con mecánica periodicidad. Dónde unos ven ciento cincuenta mil, otros distinguen un millón y medio. A uno los ceros se le acaban escapando, como parece sucederle al presidente de la Diputación de Castellón y del Partido Popular de la misma provincia, el señor Carlos Fabra, a juzgar por sus problemas con el fisco. No es de extrañar que a dicho señor le bailen los ceros cuando su persona consta como titular de nada menos que diecinueve cuentas bancarias, y ello sin contar las otras setenta y cinco cuentas en las que aparece como co-titular. Entre unas y otras suman noventa y cuatro cuentas bancarias, a tan sólo seis cuentas de llegar a la centena. Uno no puede por menos que preguntarse cuál será el tamaño del buzón de la casa del señor Fabra, ni el tiempo que le ocupará cada semana repasar el estado de sus finanzas. No me extrañaría que ante semejante volumen de cifras dicho señor haya optado por contratar los servicios de un asistente que le ayude a llevar las cuentas, o puede que lo que haya contratado sea alguien que le haga el trabajo mientras él personalmente se dedica a repasar tanto cero por aquí y por allá. A pesar de casos como el señor Fabra uno sigue pensando que llegará un momento en que nos convezcamos de que lo mejor es llevar una vida sencilla, aunque para ello antes tengamos que llegar a un límite que, al parecer, aún no se atisba. ¿Cuántas cuentas bancarias es capaz de poseer una persona sin que el seguimiento de sus finanzas le conduzca a la locura? ¿Cuántos anuncios es capaz de asimilar una persona al día? Según fuentes bien informadas la media actual de anuncios visionados por un telespectador español es de ochenta y seis anuncios diarios. Eso sin contar los que nos aturden desde otras fuentes. Las probabilidades de toparse por las mañanas con un consejo publicitario nada más encender un transistor de radio son más elevadas cada día, por no hablar de la prensa escrita o internet. ¿Se alcanzará algún día el límite de la resistencia humana respecto de su capacidad para absorber publicidad o será la especie capaz de irse adaptando hasta el infinito a las necesidades de los anunciantes? Se me ocurre que sería un tema apasionante para algún documental de corte científico de ésos que, de cuando en cuando, dan en ¨la dos¨¿o era en ¨la veinte¨? ¿o en ¨la doscientos¨? ¿acaso la ¨dos mil¨?...
domingo, junio 19, 2005
domingo, junio 12, 2005
Salamanca, medio ambiente y el cosmos
Me resulta verdaderamente chocante el énfasis que ponen tantos salmantinos en defender la unidad de un archivo que en el noventa y nueve por ciento de los casos no se preocuparán de visitar en su vida, y cuya existencia muchos de ellos conocen sólo a raíz de la polémica desatada por la propuesta de devolver algunos de sus documentos a la Generalitat de Catalunya. Me pregunto si en el fondo lo que subyace no es una forma de nacionalismo castellano, expresado a través de una extraña mutación; si bajo la defensa de la unidad del archivo lo que se defiende de un modo tan inconsciente como tenaz no es la unidad de España.
Leo en la prensa que ha dimitido el jefe de gabinete del Consejo de Calidad Medioambiental de la Casa Blanca nombrado en su día por George W. Bush. Me entero así que en el currículo del consejero cesado destaca el haber trabajado durante diez años para el Instituto Americano del Petróleo, un grupo de presión al servicio de las grandes compañías petroleras. Resulta sorprendente el grado de cinismo a que hemos llegado para que a la mayoría de la gente, en este caso norteamericana, no le preocupe que su supuesto adalid por la causa medioambiental en el gobierno chorree petróleo por los bolsillos. Lo más probable es que ni siquiera estuvieran enterados, lo que probablemente a la postre sea mucho peor. Sin llegar a tales extremos, la noticia me trae a la memoria el nombramiento del que fuera, hoy lo vuelve a ser, presidente del gobierno de las Islas Baleares (junto a la Valenciana y la de Murcia, la comunidad que ha promovido un desarrollismo más salvaje e irrespetuoso con el medio ambiente, con la expeción de la isla de Menorca donde siempre gobernó la izquierda) como ministro de Medio Ambiente en el gobierno de Aznar. En el caso del Señor Matas, tras su paso por el gobierno se vio recompensado con la recuperación del poder en su feudo. Supongo que aquí prestamos a las cosas tan poca atención como en Estados Unidos.
Uno se pregunta si el imparable desarrollo urbanístico, la ocupación ilimitada del territorio (el fenómeno conocido en Estados Unidos como urban sprawling) que está conociendo la comunidad de Madrid, espoleado por la pujanza de la capital y del capital, en este caso el del insaciable sector inmobiliario, tiene para algo en cuenta las limitaciones que imponen los recursos hídricos de la región. Algo muy parecido debe estar sucediendo por el Levante español. ¿Existe una compensación entre los citados modelos de crecimiento y los recursos de que se disponen? ¿Acaso no se impondría convocar a los responsables a un cursillo acelerado sobre desarrollo sostenible?
Leo también que, desperdigados por el cosmos, hemos dejado ya 28.000 restos de chatarra espacial. Allá por donde avanza el ser humano deja a su paso un reguero de desperdicios. Por cierto creo que el gobierno de George Bush discute la posibilidad de transformar el espacio en futuro teatro de operaciones militares....
domingo, junio 05, 2005
Perplejidad europea
En estos días predestinados a elevar a Rafael Nadal al Olimpo en el que desde hace meses aguarda Fernando Alonso, resignados los españoles a que la figura de ambos se entrometa con insidia en nuestras vidas cotidianas (pagamos cara la gloria de nuestros ídolos deportivos), en nuestros organismos, en nuestras mentes, siempre en formato publicitario (algo así como ¨Michael Jordans¨ patrios nacidos con diez años de retraso), las páginas sesudas de los periódicos continúan debatiendo el cataclismo provocado en Europa a raíz del rechazo expresado por la ciudadanía francesa y holandesa a su prevista Constitución. Propongo que alguien haga un registro de todas las causas que según los expertos en la materia explican (siempre a posteriori, nunca por anticipado) tan sonado rechazo. Dan para llenar otro tratado aún más abultado que el ahora denostado. Si había tantos argumentos en esa dirección resulta poco menos que increible que hace sólo diez días alguien apostara por el ¨sí¨. Vaya por delante que un servidor es europeísta convencido. Quizás por eso mismo, lo ocurrido me suscita numerosos interrogantes; a saber: ¿Alguien es capaz de precisar hacia dónde va Europa, no ya a raíz de los rechazos suscitados por la Constitución sino antes de que éstos se produjeran? Uno tiene la impresión de que lo importante es que el barco siga navegando sin tener muy claro cuál ha de ser el puerto de destino. La ausencia de liderazgo en la Europa actual resulta clamorosa, lo que pone aún más en evidencia los esfuerzos de los líderes nacionales por evitar la formación de una Comisión Europea fuerte. La ¨crisis¨ coincide, para más inri, con el periodo en que Tony Blair (el menos europeísta de los grandes líderes europeos) se dispone a asumir la presidencia del Consejo. Es como para echarse a temblar. Finalmente, constatar la ligera naúsea, el aroma a naftalina que transmiten los grandes representantes españoles en las instituciones europeas: Borrell, Almunia, Mayor Oreja, Javier Solana; políticos profesionales una y mil veces reciclados, rebotados, gastados. Con semejantes mimbres...
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