Ay, la ilusión de un día abandonar esta realidad cochambrosa y pasar a formar parte del fabuloso mundo de los Thunderbirds (Guardianes del Espacio). ¿Alguien sabe cómo hay que hacer?
miércoles, octubre 25, 2006
lunes, octubre 23, 2006
El primer cigarrillo del día
Nada más acabar de cenar, una vez recogida la mesa, fregados los platos, se sentó de nuevo en la silla, en la cocina, y encendió el primer cigarrillo del día –el segundo y último se lo reservaba para el instante antes de meterse en la cama-. Al tiempo que aspiraba el humo, como si se tratara de alguna sustancia adherida a la nicotina, al modo de una aparición que irrumpe en el silencio profundo de la noche, le sobrevino la sensación, no por familiar menos efectiva. Sin proponérselo, en su mente tomó cuerpo la imagen, apenas definida, de su madre, más bien la extrañeza de saberla ya casi una anciana, cuando no hacía tanto tiempo era una persona perfectamente capaz, incluso joven. La transformación había sido tan brusca, tan veloz, que apenas le había dejado margen para hacerse a la idea, o acaso era culpa suya por haber estado pensando en otras cosas. Llegaría el día en que moriría, en el que las llamadas por teléfono sonarían inquietantes anticipando no sabía muy bien qué noticias. Y lo que había sucedido a su madre, le aguardaba también a él, aunque a veces se le antojara inverosímil, aunque optara por mirar hacia otro lado. Bastaría un lapso de tiempo equivalente al que separaba a ambas versiones de su madre: la joven y la anciana, que en su memoria podía abarcar sin dificultad. Constatarlo le hizo sentirse frágil, vulnerable, mientras encadenaba las caladas al cigarrillo. Era como si el dolor se le administrara cada noche en pequeñas dosis a fin de hacérsele soportable. Ante algo así no había respuestas, bastaba con constatar, aunque fuera sólo por un instante, lo inevitable. Sólo al tiempo que apagaba el cigarrillo en el cenicero logró, una noche más, pasar página. Sabedor de que al día siguiente la escena se repetiría, variando quizás los matices, se sintió con fuerzas para levantarse de la silla y aproximarse hasta el sofá en el que aguardaba su amada.
martes, octubre 10, 2006
Un nombre cada vez menos propio
Desde hace un tiempo asisto con perplejidad a un fenómeno que me incumbe muy directamente pero respecto al cual no poseo la más mínima capacidad de actuación. Me refiero a la popularidad que con el paso del tiempo ha ido experimentando mi nombre propio. Me costó un poco tomar conciencia del hecho si bien desde hace ya algún tiempo me sorprendía a mí mismo girándome cada vez con mayor frecuencia al escucharlo pronunciado en voz alta en los espacios públicos, algo que durante la mayor parte de mi vida había constituido un hecho excepcional que me llamaba siempre la atención por su carácter novedoso e inesperado. Probablemente fue esto lo que me llevó a prestar mayor atención y a constatar que mi nombre aparecía con bastante frecuencia adscrito, por ejemplo, a jóvenes futbolistas, a artistas en ciernes e incluso a algún que otro personaje de ficción en series de televisión; todos ellos miembros de generaciones posteriores a la mía. He de admitir que comprobar como mi nombre perdía progresivamente un plus de exclusividad para verlo asociado a una gama cada vez más amplia de individuos no me hizo demasiada gracia. Durante un tiempo llegué a estudiar la posibilidad de convocar reuniones provinciales con mis tocayos en edad madura para analizar el fenómeno y estudiar posibles medidas a fin de frenar el proceso. Ya sé que por ello se me puede acusar de egoísta, de posesivo e incluso de elitista reaccionario, pero al mismo tiempo no puedo evitar preguntarme cómo reaccionarían otras personas en caso de verse en mi situación. Lo peor es que el fenómeno no sólo no parece tener ya marcha atrás sino que va a más como tengo oportunidad de constatar cada vez que me hallo en las proximidades de algún parque infantil. Así es que no me extrañó en absoluto cuando a través de un artículo en un periódico constaté que mi nombre se halla en la actualidad incluido en el ranking de los diez más populares a la hora de registrar a los niños recién nacidos. Creo que poco a poco lo he ido aceptando, al tiempo que trato de convencerme de que a fin de cuentas la originalidad es una cualidad claramente sobrevalorada. ¡Ah! Casi se me olvidaba: me llamo Sergio.
lunes, octubre 02, 2006
Una pregunta:
¿Qué papel ha jugado la familiarización creciente con los mensajes publicitarios en la extensión y generalización de la mentira en los diferentes ámbitos de la vida?
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