Juantxu Rodríguez,
fotógrafo, fue asesinado –o abatido, por emplear esa expresión
inicua que gastan los medios- hace veinte años cuando en compañía
de Maruja Torres cubría para El País la invasión de Panamá por el
ejército de EEUU. Nacido en un pueblo de la provincia de Cáceres su
familia emigró a Euskadi cuando él era todavía un niño. Sus
fotografías de la margen izquierda de la ría me retrotraen a un
Bilbao pre-Guggenheim, aquella ciudad dura, laboriosa, con alma de
óxido y herrumbre, de perfil fantasmal, en proceso de
descomposición; el escenario en el que nací, crecí y que un buen
día abandoné y no importa cuántas veces haya regresado desde
entonces al visitarla después de tantos años aún me sorprendo al
constatar que ya no está allí, no es más.
martes, febrero 16, 2010
viernes, febrero 05, 2010
Aprender a sumar y a dividir
¿Que qué es España? se preguntan.
Pues es la suma de Francia y Marruecos dividida por dos.
Pues es la suma de Francia y Marruecos dividida por dos.
¿Se hunde España?
Estos días uno tiene la impresión de que España, definitivamente, se hunde. El siguiente es el comentario que he enviado en relación a una columna publicada en el diario Público:
Sr. Monteria: En su artículo habla usted de uno o dos años perdidos. Pero en mi opinión son ya seis. Una vez llegado al poder, en lugar de tratar de embridar la pavorosa, aunque suculenta, burbuja inmobiliaria, el Sr. Zapatero decidió cabalgarla y sacar pecho con declaraciones ridículas en las que comparaba a la economía española con la de otros países que nos sacan bastantes cuerpos de ventaja. Yo entonces me preguntaba por qué el PSOE no lideraba una respuesta contra los evidentes desastres y desmanes urbanísticos que asolaban a todo el país. Ingenuo de mí. Luego la burbuja nos explotó en la cara y resulta que no había plan b. Las medidas que se podían haber tomado en época de bonanza se lanzan ahora de un modo caótico sin ya margen para la reacción. La figura del presidente se ha vuelto patética y su política se revela gestera -esos nombramientos para la galería-, vacía. Pero no nos engañemos, es sólo el reflejo de la sociedad española. ¿O es que no hemos estado los españoles viviendo mucho tiempo por encima de nuestras posibilidades, de nuestras capacidades? ¿Acaso nos pensábamos que la burbuja podía durar hasta la eternidad?
jueves, febrero 04, 2010
martes, febrero 02, 2010
Los límites del bipartidismo
Una de las peculiaridades de los sistemas democráticos es que a menudo los responsables de grandes desaguisados no comprueban sus temibles efectos cuando aún ostentan la responsabilidad de gobierno sino que se los legan a sus sucesores, a menudo de distinto color político. Pienso en Margaret Thatcher y su laminación de los servicios públicos en la Gran Bretaña de los ochenta; pienso en Ronald Reagan y su creación de déficits estratosféricos; pienso en José María Aznar sentando las bases de una formidable burbuja inmobiliaria que Rodríguez Zapatero, una vez llegado al poder, decidió cabalgar en lugar de domar; pienso en Esperanza Aguirre y su laminación –la Thatcher es su referente, no nos engañemos- de la sanidad pública madrileña; pienso, cómo no, en George W. Bush y en la herencia insostenible que ha legado a Barack Obama.
Muchos de los presidentes mencionados se fueron de rositas en incluso hoy gozan de una favorable reputación en amplios sectores. Recordemos que si Aznar salió chamuscado fue por su pésima gestión respecto a un acontecimiento muy concreto y por su tentación de engañar a la sociedad española.
He aquí que hace apenas un año que Obama sucedió a George W Bush y el electorado ya le ha propinado un severo castigo en un estado con fuerte tradición demócrata. Cabe pensar que el electorado no ha visto sus expectativas cumplidas. ¿Cuál es el resultado?, ¿en qué se traduce? En otorgar el puesto para el Senado que estaba en juego al candidato presentado por el partido de George W. Bush.
¿Es justo? Yo diría que no. Es política. Tampoco se entiende que Ted kennedy, eterno representante en el Senado por Massachussetts, fuera un ardiente defensor de la sanidad pública generalizada, testigo recogido por Oabama y cuya defensa le ha costado no pocos quebraderos de cabeza en su primer año de mandato. Pero, claro, los desposeídos en EEUU no votan y no se obtiene, por ello, un beneficio directo.
En mi opinión, lo sucedido es un reflejo de los límites del sistema bipartidista. ¿Hay que castigar a Obama después de sólo un año en el gobierno? Pues la consecuencia es premiar indirectamente al partido que creó a conciencia el tremendo desaguisado durante ocho interminables años y que ahora no hay forma de reconducir. En el fondo no dista mucho de lo que sucede en nuestro país. El desgaste del gobierno en la gestión de la crisis acabará beneficiando a un partido opositor, si es que antes no se le abren las costuras, que no ha hecho absolutamente ningún mérito para ello.
Muchos de los presidentes mencionados se fueron de rositas en incluso hoy gozan de una favorable reputación en amplios sectores. Recordemos que si Aznar salió chamuscado fue por su pésima gestión respecto a un acontecimiento muy concreto y por su tentación de engañar a la sociedad española.
He aquí que hace apenas un año que Obama sucedió a George W Bush y el electorado ya le ha propinado un severo castigo en un estado con fuerte tradición demócrata. Cabe pensar que el electorado no ha visto sus expectativas cumplidas. ¿Cuál es el resultado?, ¿en qué se traduce? En otorgar el puesto para el Senado que estaba en juego al candidato presentado por el partido de George W. Bush.
¿Es justo? Yo diría que no. Es política. Tampoco se entiende que Ted kennedy, eterno representante en el Senado por Massachussetts, fuera un ardiente defensor de la sanidad pública generalizada, testigo recogido por Oabama y cuya defensa le ha costado no pocos quebraderos de cabeza en su primer año de mandato. Pero, claro, los desposeídos en EEUU no votan y no se obtiene, por ello, un beneficio directo.
En mi opinión, lo sucedido es un reflejo de los límites del sistema bipartidista. ¿Hay que castigar a Obama después de sólo un año en el gobierno? Pues la consecuencia es premiar indirectamente al partido que creó a conciencia el tremendo desaguisado durante ocho interminables años y que ahora no hay forma de reconducir. En el fondo no dista mucho de lo que sucede en nuestro país. El desgaste del gobierno en la gestión de la crisis acabará beneficiando a un partido opositor, si es que antes no se le abren las costuras, que no ha hecho absolutamente ningún mérito para ello.
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