Reconozco que no soy imparcial. Cuando una película logra insertar música de un modo inteligente y efectivo a fin de dotar de sentido a la trama, me rindo. Y eso es precisamente lo que sucede en "El concierto", de Radi Mihaileanu. Una comedia de aspecto descacharrado, en apariencia, con base de denuncia que, sin embargo, se eleva y eleva hasta cotas insospechadas gracias al poder redentor de la música.
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