miércoles, marzo 30, 2011

La deriva italiana

Excelente el artículo publicado hoy en el blog de Miguel Mora, corresponsal de El País en Italia. En él hace una radiografía de la podredumbre en la que se ha instalado la clase política italiana y recupera, una vez más, la figura de Pasolini, quien supo anticipar, ya en los años setenta, la deriva en la que se había instalado su país.
Cuanto ocurre en Italia debe ser mirado con especial preocupación en España. Compartimos muchas cosas, buenas y malas. También la creciente degradación de nuestro sistema democrático. Entonces, a menudo, me pregunto: ¿cómo sería nuestro Berlusconi? Y da miedo.


El pasado año escribí una reseña de las Cartas Luteranas de Pasolini en espacioluke. En ellas se analizan las raíces de los actuales problemas de Italia. Una lectura imprescindible para todos los amantes de aquel país.

2 comentarios:

stitichezza dijo...

Me refiero al final de tu reseña en espacioluke:"Las Cartas Luteranas no sólo mantienen su vigencia,sino que además producen escalofríos".Y yo me pregunto desolado¿existe alguien hoy que tenga la sensibilidad de sentir escalofríos por esos motivos? Me temo...lo peor.

Il Gatopando dijo...

Uf, stitichezza, el grado de degradación tan perverso al que se ha llegado, desde luego, no invita al optimismo. Por eso mismo hay que mantener vivo el espíritu de Pasolini. Sí, hoy serán my pocos quienes se tomen la molestia de leer las Cartas Luteranas, aunque quienes lleguen hasta el final yo creo que sí, que sentirán ese escalofrío. Y, quién sabe, nadie anticipó lo que sucedió en Túnez o en Egipto. A lo mejor en Italia deberían inspirarse en ellos y, muy pronto me temo, en España, si queremos regenerar sistemas que amenazan con pudrirse o ya l han hecho. Vaya lección de humildad, ¿no? Tener que tomar ejemplo de países, de poblaciones, que hasta antes de ayer creíamos instalados en la Edad Media. Eso nos pasa precisamente por ignorar a autores como Pasolini y otros. No sé, a lo mejor si empezáramos por apagar la tele todavía estábamos a tiempo. Ojalá. Todo menos resignarse.