Porque puede ser una iniciativa de empoderamiento ciudadano, no precisa del concurso de los poderes instituidos
Porque las huelgas de trabajo no indefinidas están ya asimiladas por el sistema
Porque permite eludir las presiones y el temor a significarse en el trabajo
Porque facilita la participación de la población desempleada
Porque promueve la información sobre la procedencia de lo que consumimos
Porque nunca está de más replantearnos nuestros hábitos en tiempos de crisis
Porque puede ser una nueva forma de combatir la represión desde la creatividad
Porque no requiere de grandes aspavientos; la puedes hacer aquí y ahora
Porque permite un enfoque gradual, desde boicots selectivos a empresas con malas prácticas hasta una huelga de consumo general para forzar al poder a que escuche
Porque mientras el sistema no cambie, al menos cambiemos nosotros/as
Hará un par de semanas el escritor Ricardo Menéndez Salmón escribía en el diario El País un artículo acerca del significado que el año 1912 tuvo para la obra de Franz Kafka. Una excusa, en realidad, -como la mayoría de las efemérides- para volver sobre la trayectoria de un autor insondable, que nunca se agota. En el artículo se mencionaba la debilidad como lector que el escritor checo mostraba por los libros que "pinchan y muerden". Hace ya un tiempo que por mi parte decidí también prestar atención solo a dicha clase de libros. Me pregunté entonces qué lecturas recientes me habían dejado satisfactoriamente magullado. Algunas de las que me vinieron a la mente fueron las siguientes:
Por si las moscas, sugiero que sean leídas con un botiquín de primeros auxilios bien a mano.
En principio, la idea es sencilla: una huelga de consumo consiste en dejar de consumir bienes y servicios durante el día fijado para la huelga. Realizar una huelga de consumo respondería a dos de las limitaciones de una huelga general: por una parte, incluye a toda aquella persona que no puede realizar huelga "laboral" - en realidad, se supone que sólo pueden realizarla trabajadores por cuenta ajena, y de estos ni tan siquiera todos-; por otra, dejar de consumir bienes pero sobre todo servicios contribuiría de alguna manera a no forzar a alguien a trabajar - y así, de paso, contribuir a deslegitimar la práctica de fijar servicios mínimos abusivos para minimizar la repercusión de la huelga.-
Ahora bien, cuando se plantea la posibilidad de dejar de consumir durante un día, surgen las siguientes preguntas: ¿Qué se ha de dejar de consumir?, ¿cómo dejar de consumir?, ¿qué entendemos por consumir?
Desde estas páginas animamos a ir pensando colectivamente cómo podemos hacer la huelga de consumo del día 29 de Marzo. Algunas sugerencias:
"Desenchúfate": uno de los datos que se toman en consideración para valorar la repercusión de una huelga general son los datos de consumo eléctrico; aunque el consumo eléctrico de los hogares es tan sólo una pequeña parte del consumo total, es una aportación individual no desdeñable. Desenchufa los electrodomésticos que no vayas a utilizar, el mero hecho de tenerlos conectados a la red consume energía eléctrica.
"Infórmate... en las calles": recuerda que también consumimos información. Anímate a intentarlo, un día sin pantallas ( televisión, consolas, móviles, tabletas, ordenadores)
Ayuda tu prójimo a no consumir": puedes dejar apagado tu teléfono; si esto lo consideras un exceso, puedes desconectar el servicio de contestador ( de tal manera que las compañías no puedan cobrar el establecimiento de llamada). También puedes dejar un mensaje de respuesta automática en tu correo electrónico, informando e invitando así a toda persona que te escriba a sumarse a la huelga (para ver cómo hacerlo, puedes visitar los siguientes enlaces: http://help.yahoo.com/l/es/yahoo/mail/yahoomail/basics/basics-52.html y http://www.slideshare.net/eduardodiaz/gmail-configura-a-tu-gusto-tu-correo-electrnico). También puedes hacerlo en tu página web o en tu blog.
Si eres una persona afortunada y aún puedes hacer huelga laboral, no necesitarás utilizar medio de transporte, con lo que dejarás de consumir gasolina. Puede objetarse que será preciso desplazarse para asistir a las manifestaciones - tal vez puedas manifestarte allá donde vivas o trasladarte el día antes al lugar donde quieras hacerlo.- Si puedes, hazlo a pie, en bicicleta o en patinete. Si no, puedes comprar el título de transporte con antelación. O reivindicar el "Yo no pago".
"Ponte del revés": recicla pancartas y octavillas.No aceptes propaganda. Si te envían algo por correo - certificado, contrarreembolso- no lo recibas ese día.
Dale un día libre a tu tarjeta de crédito, también tiene derecho a descansar.
Dale también vacaciones a tu agenda: si tienes alguna cita con las Administraciones Públicas, cámbiala.
Para no consumir agua, pueden hacerse varias cosas: retrasa la colada, llena botellas de agua el día anterior, dúchate a las 23:45 del 28 de Marzo, deja regadas tus plantas...
Prepárate un menú como si fueras a ir de acampada (nunca se sabe): no utilices el gas ese día, adelántate y recupera la tortilla de patatas, la empanada, frutas varias...
Si te gusta la experiencia, date un gusto, y repite los pasos anteriores cada día 29 de cada mes: tal vez se convierta en un saludable hábito.
Una película realista, coherente y dinámica que entronca con el espíritu primigenio del cine de los hermanos Lumiere y, en concreto, con su célebre obra Llegada de un tren a la estación de la Ciotat
Quince años después del gran éxito de Leaving Las Vegas, llega ahora su secuela: Leaving El Escorial.
Antes incluso de su estreno y de poder comprobar la acogida del público estamos en condiciones de afirmar ya sin ningún género de dudas que nos hallamos ante un clásico.
Aporeciénse los efectos de sonido -a cargo de Antolín Sobradillo- quien de forma natural consigue emular ese respolido propio de las locomotoras de vapor.
El día 29 de marzo, apoya la Huelga General y NO COMPRES NADA, ni utilices tu teléfono, usa el transporte público, no eches gasolina, consume la electricidad o gas imprescindible, no uses tu banco, ese día que no entre ni una moneda en los bolsillos de quienes nos explotan. Esta huelga es contra la banca, multinacionales, especuladores y los gobiernos que obedecen sumisamente.
•Porque el consumismo es el estilo de vida propio de este sistema injusto, que nos explota, expolia los recursos de los países empobrecidos, genera insatisfacción permanente, no cubre nuestras necesidades y pone en peligro la propia continuidad de la vida en el planeta.
•Para boicotear a la banca, multinacionales y grandes empresas como primeros culpables de esta crisis, al no adquirir ningún tipo de bien, producto o servicio durante el próximo 29 de marzo.
•Porque es necesario dar una respuesta a los gobiernos y quienes les dirigen en la sombra.
•Porque el mejor complemento de una Huelga General, es una Huelga de Consumo, paralizando el sector servicios por la vía del no consumo.
Parece que por fin reaccionamos y a las amenazas del siglo XXI respondemos con medidas a la altura del siglo en que vivimos. Siento como si hoy se abriera un pequeño resquicio a la esperanza. Hace mucho tiempo que predico que el mayor daño que podemos inflingir al sistema es en nuestra condición de consumidores. Dejar de consumir hasta que el poder escuche. Ese es nuestro poder. Usémoslo. Si no es ahora, ¿cuándo?
Es, quizás, lo que sucede cuando nos empeñamos en adaptar el calendario a nuestros caprichos: se empieza por comer fresas en enero, o cerezas en octubre, y se acaba por combatir incendios forestales en pleno mes de marzo.
Sunset Park –su decimocuarta novela- nos devuelve a un Paul Auster en pleno dominio de sus facultades. A tal fin, el autor de New Jersey ha recurrido a algunas de las obsesiones que forman parte de su adn literario: la ciudad de Nueva York, con especial atención a Brooklyn y, en esta ocasión, en concreto al barrio que da título a la novela; la casuística de la liga de béisbol norteamericana y de aquellos jugadores que por razones poco previsibles contribuyeron a forjar su leyenda pese a caer en el olvido; la figura de un joven anti-héroe, un ser herido, atormentado, pero íntegro y consecuente aunque incomprendido; la eterna pugna entre la luz y la oscuridad dentro de cada uno de nosotros, reflejada esta vez a través del peso del pasado y del sentimiento de culpa; los libros, la literatura concebida como una especie valiosa quizás en peligro de extinción; el impulso creativo, el acervo cultural, sofisticado, en el buen sentido de la palabra, que atesoran la mayoría de sus personajes...
Como
escritor dotado que es, Auster se permite ciertas licencias u
homenajes como el que dedica al disidente chino Liu Xiaobo y el
reconocimiento a la labor del PEN Club, organización que cuenta con
su firme compromiso y que vela por los derechos y el bienestar de los
autores en aquellos regímenes en los que la palabra escrita aún
supone una amenaza y un riesgo, o el tributo a la película Los
mejores años de nuestra vida, centrada en las dificultades de la
vuelta a la normalidad por parte de los soldados que regresaron a
casa tras la Segunda Guerra Mundial que sirve como metáfora de las
dificultades que afronta el protagonista y, por ende, sus seres más
próximos, a la hora de plantearse el regreso tras su larga huida.
Pero, ante
todo, la clave reside en la portentosa capacidad de fabulación de
Auster, esa magia que le permite seducir al lector como si éste
conviniera en dejarse llevar de la mano con los ojos cerrados: los
más insólitos vericuetos del azar son presentados con una
naturalidad que los hace incuestionables; los personajes se erigen en
seres de carne y hueso, un compendio de fortaleza y debilidad, con
sus contradicciones a cuestas, a partir de meros esbozos. Todos somos
a un tiempo víctimas y verdugos, sobre todo de nosotros mismos,
aunque siempre acabamos por salpicar nuestras contradicciones a
nuestro entorno.
A
diferencia de otras ocasiones –pensemos en su novela previa,
Invisible-, Auster logra mantener el pulso de la narración hasta su
misma conclusión. Algo nada fácil dado lo ambicioso de sus
planteamientos Y es que pese a los mejores augurios una vez la
incertidumbre parece en trance de ser superada, una vez lo más
difícil parece haber quedado atrás, la duda persiste. No se puede
bajar la guardia porque las heridas abiertas nunca se cierran del
todo, porque forman parte de nosotros, son a la vez causa y
consecuencia. Al igual que les ocurre a los drogadictos, ante un ser
herido las circunstancias parecen conspiran para revelar su verdadera
naturaleza y nunca se puede descartar del todo una recaída. La
especie humana es frágil. Nuestra natural tendencia a la arrogancia,
a engañarnos a nosotros mismos, no importa lo bienintencionada que
sea, hace que nunca esté de más recordárnoslo, tantas veces como
sea necesario.
Puedes leer la reseña también en el número de marzo de la revista digital agitadoras.