I. Ante las reclamaciones de la opinión pública para que la política elevara el tono, los políticos decidieron insultarse.
II. Los cimientos de la burbuja inmobiliaria cumplían solo los certificados necesarios para sostener un castillo de naipes
III. También de la democracia se apoderaron, los números. El poco espacio que dejaba la dictadura de los balances era, todo él, cálculo electoral.
Son solo algunas de las reflexiones contenidas en mi colaboración del mes de junio para la revista digital agitadoras. Se titula Nada que hacer, puedes leerla pinchando en el enlace. Recomiendo también una visita a ¿De verdad hemos cambiado? que contiene una colección de portadas de la vieja publicación satírica Hermano Lobo.
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