Nueva Democracia ha ganado las elecciones griegas. El establishment económico, político y mediático respira con alivio: el partido político que no dudó en presentar unas cuentas falseadas –con la inestimable colaboración de Goldman Sachs- a fin de acceder al euro y co-responsable del actual desbarajuste en el que se encuentra no ya su país sino la propia Unión se transfigura en el salvador de Europa.
Nos aseguraron que Barack Obama, por bagaje y convicción, sería el primer presidente de Estados Unidos que antepondría su interés hacia el Pacífico en detrimento de su relación con Europa. Sin embargo hoy su reelección depende de cuanto acontezca en el Viejo Continente. Menuda paradoja, ¿no? Es como si la historia se hubiera tomado la revancha.
Tras pocos meses en el cargo, una vez agotado el margen de maniobra nacional, Mariano Rajoy se ha convencido de que el futuro de España se juega en el frente internacional. Si efectivamente es así, ya puestos, podíamos al menos haber elegido a un presidente con un bagaje cosmopolita en lugar de –como manda la tradición española- a uno acostumbrado a calzar pantuflas para andar por casa.
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