Por su funcionalidad, por su capacidad para desenvolverse con éxito en un escenario sórdido pero socialmente aceptado y económicamente rentable, el perfil de psicópata que ofrece Nightcrawler resulta más efectivo que el de su ilustre predecesor, Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho, el cual resulta abstracto en comparación. El único ser vivo hacia el que Louis muestra un poco de cariño desinteresado es una planta situada junto a la única ventana de su apartamento por la que entra un poco de luz natural a la que vemos regar en repetidas ocasiones. Y es que, formal y conceptualmente, Nightcrawler es una película oscura, casi toda ella transcurre por la noche –el personaje de Jake Gyllenhaal, adelgazado para la ocasión, pálido, ojos prominentes en su chupado rostro, recuerda a un vampiro-.
Aunque la película tiende a subrayar en exceso los elementos clave en su desarrollo mantiene su efectividad gracias a una sólida trama que conjuga el thriller con el terror psicológico y a la solvente interpretación de Gyllenhaal –su transformación, con drástica plasmación física incluida, es de las que encandila a los académicos si bien está por ver que un personaje tan siniestro, más aún al tratarse de un papel protagonista, pueda ser reconocido con un gran premio en Estados Unidos- , bien secundado por René Russo, en su papel de curtida directiva de la televisión, y por Bill Paxton.
En su turbiedad, con crítica implícita al sistema –el marketing y el afán de superación personal son mitos cuasi-religiosos en aquel país-, Nightcrawler remite a ciertas películas incómodas de principios de los setenta en Estados Unidos. A la salida, el espectador no puede evitar preguntarse si lo que ha visto no será una tenebrosa metáfora de la sociedad actual, una especie de paranoia orwelliana en la que los medios de comunicación y la lógica del beneficio sin contemplaciones han ocupado el lugar que tradicionalmente se asignaba al omnipotente Estado, un ecosistema en el que los psicópatas no tienen nada que perder y sí todo por ganar.
*Además de reptar o arrastrarse, otras acepciones del término “crawl” remiten a la idea de tener o sentir el cuerpo cubierto por gusanos o insectos y también a la de ganarse el favor de un superior jerárquico buscando la manera de complacerle o haciendo pequeños trabajos en su beneficio. Ambas son igualmente aplicables al sentido de la película.
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