Amplia explanada con suelo de piedra, perfectamente dispuesta para un rápido y duradero recalentamiento en verano, bancos -bueno, prismas- dispersos, también de piedra, expuestos al sol, duros para el culo, sin respaldo y lo bastante cortos para que a nadie se le ocurra tumbarse, árboles solo en los márgenes, pocos, ausencia absoluta de hierba o flores, espacio diáfano apto para instalar casetas comerciales cuando se preste y recaudar fondos...
... son las señas de identidad de la emblemática Plaza de Ópera, en pleno centro de Madrid, otro espacio duro, inhóspito, que invita a pasar de largo o, como mucho, a detenerse lo justo para atarse bien los cordones de los zapatos.
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