La
suerte (La sorte), ópera prima de Federico De Roberto, escritor
napolitano de nacimiento pero de familia siciliana, que vivió en
Catania, autor de la monumental novela Los virreyes, obra clave del
siglo XIX italiano, se compone de ocho relatos que giran en torno al
motivo de la derrota; metáfora quizás del destino reservado a
Sicilia, y al Sur en general, en el mapa resultante de la unificación
italiana. Una variada cartografía del fracaso que acecha a
personajes variopintos, pertenecientes a los más diversos estratos
sociales, que ven sus ilusiones o ambiciones cercenadas, que
descubren el alto precio que han de pagar por alcanzarlas o que ponen
de manifiesto su incapacidad para preservar aquello de lo que
disponen. Al lector se le ofrece así un mosaico de la microhistoria
siciliana a través de un variado compendio de sus normas y valores,
esos que aún hoy resultan reconocibles en una sociedad tan apegada a
la tradición.
La
desidia de una princesa incapaz de abandonar su perniciosa afición
al juego mientras su patrimonio se deshace, el crimen de honor fruto
de la pasión que una mujer casada despierta en un joven, o el
cinismo de un pueblo que camufla su afición por la juerga y su
naturaleza mezquina bajo el manto de la devoción religiosa hacia su
santo patrón son las situaciones que plantea De Roberto en sus tres
primeros relatos. A partir de ahí, la obsesión por mantener las
apariencias, por medrar y elevar el estatus través del
emparejamiento con miembros de la nobleza, el precio de tratar de
satisfacer a la persona equivocada o de cumplir las expectativas en
una sociedad profundamente machista que se traduce en la imperiosa
necesidad de casarse en el caso de las mujeres o de tener hijos
varones en el de los hombres, desvelan los mecanismos psicológicos
de una sociedad caracterizada por la rigidez de las costumbres y la
escasez de oportunidades
En
su aspecto formal los relatos de De Roberto, que no han suscitado
hasta la fecha el interés de alguna editorial española, presentan
una factura costumbrista e inspiración en el naturalismo
decimonónico: escritos en
tercera persona, en tiempo pasado, ofrecen
continuidad y pocos saltos temporales mientras eluden la descripción
minuciosa de las motivaciones internas de los personajes en favor de
situaciones con diálogos profusos que evitan el empleo del dialecto,
tan común en la literatura italiana, lo que agiliza la lectura. El
orgullo y la envidia, una constante en el catálogo de flaquezas que
aquejan a los personajes que los
pueblan, fuente
de su insatisfacción, en buena medida son las que, unidas a la falta
de oportunidades, determinan su destino. Pero más que sentimiento
trágico, por crudas que puedan resultar algunas de las situaciones
descritas, despiertan en el lector una velada compasión ya que en el
carácter, en esa falibilidad humana tan reconocible, parecen llevar
escrita su suerte.
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