Las noticias hay que filtrarlas; pero eso ya lo hacíamos antes de Se llama cotejo, no solo a la capacidad que a los empleados públicos les otorga el Estado para la documentación comparativa les otorga, también aquella que la literatura nos permite como la mejor arma de saber entresacar y poder explicar a los alumnos el porqué de la importancia de comprender lo parejo de las principales asignaturas entre sí y el modo de impartirlas entrelazándolas sin perder el hilo. Eso, además, se llama libertad y da la capacidad de entender la realidad que los rodea.
Siempre hubo un medio digital para quién no podía leer de corrido y con el dedo por el renglón llevaba la vista hasta el final del párrafo; luego mojaba la yema para pasar página y desenfundando la otra carilla desenmascaraba la cara oculta de la hoja completando la noticia y la realidad subyacente del punto y final del artículo.
El precio a pagar por el papel, ponía la guinda de si era mascarilla o baratilla la información elegida; dependía de su precio en el quiosco de turno. Hasta hace unos años conocidos como kioskos lo que encarecía el pequeño local por el importado de su nombre.
Con las cafeteras por goteo se popularizaron los filtros de cono osmótico; era un buen momento de sobremesa para echar un vistazo a los titulares fehacientes. Mientras tanto los amarillistas y de corte "subrealista" ganaban terreno tergiversando el principio de imparcialidad para incitar a la lectura de los más apáticos a la información tergiversada.
Así son las cosas y así las solía contar aquel desgraciado que solía saludar al filo de la medianoche con aberrantes disparates dialécticos importados. Y la gente le hacía caso. Ay, hay qué fastidiarse en este mundo de simios hábiles
El comentario me ha traído a a la memoria una canción:
Carrascal, Carrascal, qué bonita serenata Carrascal, carrascal, que me estás dando la lata...
Mi impresión es que mientras la prensa y los medios, la judicatura y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado estén controlados por elementos tan reaccionarios, la España democrática trata de alzar el vuelo con alas de plomo.
2 comentarios:
Las noticias hay que filtrarlas; pero eso ya lo hacíamos antes de
Se llama cotejo, no solo a la capacidad que a los empleados públicos les otorga el Estado para la documentación comparativa les otorga, también aquella que la literatura nos permite como la mejor arma de saber entresacar y poder explicar a los alumnos el porqué de la importancia de comprender lo parejo de las principales asignaturas entre sí y el modo de impartirlas entrelazándolas sin perder el hilo. Eso, además, se llama libertad y da la capacidad de entender la realidad que los rodea.
Siempre hubo un medio digital para quién no podía leer de corrido y con el dedo por el renglón llevaba la vista hasta el final del párrafo; luego mojaba la yema para pasar página y desenfundando la otra carilla desenmascaraba la cara oculta de la hoja completando la noticia y la realidad subyacente del punto y final del artículo.
El precio a pagar por el papel, ponía la guinda de si era mascarilla o baratilla la información elegida; dependía de su precio en el quiosco de turno. Hasta hace unos años conocidos como kioskos lo que encarecía el pequeño local por el importado de su nombre.
Con las cafeteras por goteo se popularizaron los filtros de cono osmótico; era un buen momento de sobremesa para echar un vistazo a los titulares fehacientes. Mientras tanto los amarillistas y de corte "subrealista" ganaban terreno tergiversando el principio de imparcialidad para incitar a la lectura de los más apáticos a la información tergiversada.
Así son las cosas y así las solía contar aquel desgraciado que solía saludar al filo de la medianoche con aberrantes disparates dialécticos importados. Y la gente le hacía caso.
Ay, hay qué fastidiarse en este mundo de simios hábiles
El comentario me ha traído a a la memoria una canción:
Carrascal, Carrascal, qué bonita serenata
Carrascal, carrascal, que me estás dando la lata...
Mi impresión es que mientras la prensa y los medios, la judicatura y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado estén controlados por elementos tan reaccionarios, la España democrática trata de alzar el vuelo con alas de plomo.
Mucha salud
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