Tras semanas confinado, caí en la cuenta de que los tsundoku (término japonés que describe los libros comprados o regalados no leídos) que tenía apilados en la estantería se me antojaban demasiado densos para la ocasión, no aptos para una mente poco fiable que oscilaba entre la ansiedad y la molicie. Por su aspecto ágil y optimista, entre los títulos apilados empezó a brillar con luz propia una novela corta de Eudora Welty que había permanecido un tanto relegada: El corazón Ponder.
El tío Daniel, heredero de una rica estirpe, es un hombre afable, desprendido y desapegado al dinero, a su fortuna. (“Mi tío Daniel viene a ser como tu tío, si tienes uno-sólo que tiene una debilidad. Le encanta la vida social y se deja llevar. Si oye nuestras voces, bajará por esas escaleras, esté la cena lista o no.”) Cuando viene imputado de forma aviesa por la muerte de su segunda y joven esposa, el hombre cuya personalidad es probablemente las más inocente del condado de Clay no duda en volcar toda su generosidad de la forma más desinteresada en la propia sala del tribunal en quienes pretenden hacerle daño.
A través de las vicisitudes del protagonista, nos familiarizamos con las gentes que pueblan una pequeña comunidad del sur profundo de los Estados Unidos y los lazos que les unen: las fuerzas vivas, hombres todos ellos, a quienes une una estrecha camaradería; las mujeres, relegadas, dependientes de estos en lo material mientras ellos lo son de ellas en los aspectos más básicos de la vida; las sirvientas y los peones de raza negra; los pobres de raza blanca sumidos en la ignorancia y el embrutecimiento.
La historia sobre la generosidad y el carácter excéntrico de Daniel Ponder nos llega a través de su sobrina, Edna Earle, su apoyo fundamental para las cosas prácticas de la vida, quien hace así gala de su generosidad por partida doble al supeditar su vida a la de su tío a fin de mantenerle anclado a la realidad y por ser ella la única heredera por familia del protagonista y asistir con estoicismo a su fenomenal arranque de desprendimiento. De ahí que el corazón al que alude el título no lo sea en exclusiva del tío Daniel sino que se haga extensivo a la familia.
Su narración oscila en un delicado equilibrio entre la realidad y la farsa, apela de principio a fin al lector a fin de buscar su complicidad en una técnica envolvente, y es rica en jerga, modismos coloquiales y tics culturales típicos del sur de Estados Unidos. El resultado, además de un rico retrato sobre un peculiar caballero del Sur, es una novela chispeante y vital acerca de una pequeña comunidad olvidada que se resiste a morir.
The Ponder Heart, Eudora Welty. A Harvest Book-Harcourt. 1954
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