miércoles, marzo 29, 2023

¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, A. Lobo Antunes

 

De António Lobo Antunes apenas había leído su ópera prima, Memoria de elefante, suficiente, no obstante, para corroborar que se trata de un autor “muy suyo”, uno de esos escritores con un estilo y un mundo propios, aunque entonces fuera todavía en ciernes. Por si me quedaba alguna duda, la lectura de ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, una novela suya de madurez publicada originalmente en 2009 y en España en 2012 (Literatura Mondadori) con la traducción de Antonio Saéz Delgado, ha venido a confirmar esa aureola que envuelve al veterano escritor portugués que ya se vislumbraba entonces.

Sabedor, por tanto, de que se trataría de una lectura exigente, me atrajo su temática: el retrato de una familia venida a menos compuesta por siete miembros, u ocho si incluimos a Mercília, la anciana asistenta que lleva con ella toda la vida y que bien pudo ser la hija bastarda del bisabuelo de los Marques; o nueve, si contamos al joven, también bastardo, que irrumpe en el tramo final de la novela desde la finca en la que el padre de familia se dedica a la cría de toros de lidia -la novela está estructurada como una réplica del desarrollo de una corrida de toros-.

A través de una sucesión de voces correspondientes a los distintos miembros de la familia, Lobo Antunes se vale de un discurso vagamente inconexo, introspectivo, reiterativo, obsesivo por momentos, evocador y nostálgico en otros, intercalado con esbozos de diálogo o interpelaciones que en ningún caso se extienden más allá de una simple frase, como reflejando así la incomunicación en la familia. En lugar de intercambios nos encontramos con una sucesión de monólogos ensimismados que se alternan y, por momentos, se intercalan con una mezcla de familiaridad y extrañeza.

El padre distante y mujeriego, derrochador, adicto al juego de la ruleta, obsesionado con el número diecisiete; la madre fría y amargada, de buena posición por herencia, que sólo encuentra solaz en los ratos que pasa con la mujer que le visita para hacerle la manicura; Francisco, el primogénito que liquidará los restos del patrimonio familiar según le convenga; Beatriz, fracasada sentimentalmente tras dos matrimonios fallidos; Joaizinho, hijo homosexual entregado a sus escarceos con chicos en el parque; Rita, delicada de salud y fallecida de forma prematura y, por fin, Ana, siempre de visita en el descampado a fin de satisfacer su adicción a la heroína. Y Mercília, claro, omnipresente durante la infancia de los hijos hasta ser despedida tras convertirse en un estorbo dada su avanzada edad. Todos ellos alternando sus vicisitudes entre la casa en la ciudad y en la finca.

¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? -el título hace referencia a una visión alucinada y obsesiva que tiene Beatriz-, constituye una lectura al mismo tiempo exigente y gratificante. Si cada familia es desgraciada a su manera, ésta lo es al modo de Lobo Antunes. A juicio del lector queda decidir si la historia y los numerosos hallazgos que contiene compensan el discurso narrativo inconexo, un tanto abstruso, y ese frecuente tratar de identificar el personaje al que corresponde en cada momento la voz narrativa.




sábado, marzo 25, 2023

Palacio de Cristal












Perspectivas del techo del Palacio de Cristal en El Retiro a través de instalaciones en la exposición de Pauline Boudry y Renate Lorenz.


lunes, marzo 20, 2023

aguas

 
Si al menos pudiéramos beber, ducharnos y regar con las aguas que hace el sistema.

miércoles, marzo 15, 2023

Policía inflitrada


Los policías infiltrados en movimientos sociales definen su estrategia en asamblea. Multitudinaria, en Vista Alegre.


The police infiltrated in social movements define their strategy in an assembly. 


sábado, marzo 11, 2023

coma por tilde

 

Cambiamos coma por tilde y listo.



lunes, marzo 06, 2023

Impresiones en torno al primer libro de El Quijote

 

Considerando que estos últimos años me he sentido incapaz de abordar la lectura de un clásico y, aún más, dudaba de mi capacidad para poder hacerlo en el futuro, el haber leído el primer libro de El Quijote se me antoja una alegría y, sobre todo, un logro personal.

Aunque sobre la obra cumbre de Cervantes está ya todo dicho, y varias veces, me voy a permitir el lujo en forma de redundancia de apuntar algunos detalles que me han llamado la atención.

Así, lo más curioso es que la lectura no me ha supuesto un gran esfuerzo, si acaso una buena dosis de paciencia dada su extensión, porque El Quijote sorprende por su amenidad y por su capacidad para entretener; entretenimiento del bueno, entendámonos.

El fuerte de la novela está en los diálogos, en especial entre el Quijote y Sancho Panza, pero también entre cada uno de ellos con los distintos personajes que van apareciendo en la trama. En contraste, las historias intercaladas en la narración, protagonizadas por algunos de estos personajes, en su gran mayoría giran en torno al amor y al desamor. No son otra cosa que historias románticas en clave de drama, narradas oralmente, cuya feliz resolución al fundirse en el discurrir de la acción requiere de complicidad por parte del lector. Así, por ejemplo, el villano pérfido y desleal transmuta en gentil hombre en un abrir y cerrar de ojos.

Llama también la atención la brevedad de los episodios más emblemáticos: la carga de El Quijote contra los molinos de viento, o su feroz combate contra los pellejos de cuero rellenos de vino a quienes confunde con un gigante, se despachan en unos pocos párrafos. Su significancia reside en su capacidad para ilustrar con un par de brochazos el sentido del desvarío del protagonista que, por otra parte, linda con la coherencia de su discurso. Sobre semejante dualidad se erige la grandeza del Caballero de la Triste Figura.

La novela se caracteriza también por ciertas incongruencias y licencias que contiene, así en momentos se da a entender que a Sancho Panza le han robado la mula mientras que en otros parece que la conserva. Queda claro que el rigor editorial en aquel tiempo no resiste comparación con el actual.

Por fin, se agradece el rico reflejo que la novela aporta sobre la sociedad de la época: la división de clases, la presencia de la religión y de los religiosos, la mayor o menos pureza de sangre, la misoginia, el entorno rural, la expresión a través de un lenguaje mucho menos directo que el actual, al tiempo que se repara en aquellas cualidades que la hacen inmanente.

Ah, y qué buena la paradoja de que la novela por excelencia consista en una crítica despiadada de la lectura.




miércoles, marzo 01, 2023

Despedida de Agitadoras

Después de catorce años, la web digital de agitación cooltural, Agitadoras, ha subido su número de despedida. 

Tras colaborar en ella durante los diez primeros años de su andadura, no podía faltar en ocasión tan señalada.

"Se dice pronto", es el título de mi contribución.