Los pedos de la princesa Leonor huelen a vainilla caramelizada, los más allegados a ella así lo atestiguan.
Sus retortijones de tripas evocan melodías de Satie, asegura su tutor en el internado de Gales.
-!No te duches, Leonor, no te duches!, le imploran sus compañeros en la academia militar. Y es que con el aroma a petunia de su sudor castrense ambienta el cuartel.
* Leonor no se tira pedos, tiene ventosidades.