Al revisar Accatone (1961), la ópera prima de Pier Paqolo Pasolini, me llamaron la atención cuatro aspectos:
El oído de Pasolini a la hora de recrear los diálogos y actitudes de los jóvenes lumpen de la peiferia romana.
Las localizaciones en entornos decrépitos de barriadas de condición miserable.
La muerte del protagonista reflejada sin el menor atisbo de drama o sentimentalismo, abrupta como el cerrar de una puerta.
La mutación en el significado de periferia, entonces sinónimo de descampados y barriadas miserables, embrutecidas; hoy, en buena medida sinónimo de rotondas y chalés adosados con jardín.
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