Superada la primera fase con más magulladoras de las que se vaticinaban, la pregunta en torno al devenir de la selección española para la siguiente fase en ese teatro de las pulsiones nacionalistas en que se ha convertido el Mundial de Futbol podría ser la siguiente:
¿Dependerá la suerte de España en este Mundial de la recuperación o no de Fernando Torres? El equipo se juega los octavos con un jugador que tras su operación aún no ha cogido el tono, el estado de forma que exige jugar contra los mejores. La idea era que fuera haciéndolo con el paso de los partidos pero a día de hoy no ha explotado. El gol de España está dependiendo demasiado de David Villa con aportaciones de un mediocampo que no se distingue por su facilidad de cara a puerta.
El entrenador parece haberse puesto en manos de su apuesta por Torres y no parece que cambiará mientras las cosas no se tuerzan. Pero a lo mejor habría llegado ya el momento de apostar por Cesc, un centrocampista que se asocia y que tiene gol. En su momento Del Bosque probó con Jesús Navas haciendo buenos a quienes aseguran que lo que al seleccionador le pide el cuerpo es abrir el campo y, quizás, dejar una marca suya en un estilo que heredó y quedó ligado a Luis Aragonés. Es una hipótesis, y para Del Bosque una tentación, además de un riesgo para todos. A Cesc le correspondía haber saltado al campo antes que Navas aunque sólo fuera por jerarquía. El entrenador ha reculado pero no se ha decidido ha sacar al catalán más allá de unos pocos minutos contra Chile cuando el partido pedía ya una tregua.
Mi apuesta es por Cesc Fábregas y sí no a lo mejor había que pensar también en Fernando Llorente aunque puede que para entonces sea tarde.
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