Y llegó el día -que jamás creí que vería- en que el edificio europeo se transformó en la casa del terror (a la hora de establecer paralelismos me viene a la mente La semilla del diablo, de Roman Polanski).
¿Las causas de la transformación? Aquí van tres:
Ausencia de liderazgo: Los estados querían una Comisión Europea débil y ser ellos, los presidentes, a través del Consejo Europeo quienes fijaran el rumbo. Las instituciones comunes que, en teoría, debían marcar la agenda y el interés común de los europeos fueron marginadas en favor de los intrereses nacionales de los estados. Es así como se elige a figuras mediocres para los puestos clave: Durao Barroso, Van Rompuy, Catherine Ashton. Y es así también como hoy hemos llegado a la hegemonía alemana. En tiempos difíciles acaba mandando el más fuerte.
Arquitectura ruinosa del euro: Se creó una moneda única -todo iban a ser ventajas, ¿pero para quién?- sin la arquitectura necesaria que la sostuviera. Se dijo que la propia dinámica de la moneda ayudaría a reforzar la integración económica y política. O lo que es lo mismo, se empezó la casa por el tejado. Porque jamás se apuntalaron los cimientos, tal y como se había anunciado. Y no faltaron expertos que advirtieron lo que sucedería pero en los años de euforia se les desoyó. Hoy, apenas diez años desde su construcción, el edificio amenaza ruina. Cualquiera pensaría que fue construido durante nuestra burbuja inmobiliaria.
Despilfarro: Los préstamos a bajo interés que facilitó la puesta en vigor de una moneda fuerte -supuestamente- como el euro produjo un endeudamiento masivo en los países periféricos, poco dados al rigor económico. En España -imbuida de una mentalidad de nuevo rico- se ha despilfarrado dinero a espuertas en actividades no productivas. Era como si el maná que nos caía del cielo -entre fondos europeos de cohesión y dinero baratito en ricos préstamos- fuera a durar para siempre. Dadas las facilidades de financiación, los más listos de la clase decidieron crear la burbuja inmobiliaria... Cuando pinchó nos encontramos con que no teníamos más modelo productivo que el ladrillo y el turismo. ¿El resultado? Diez años perdidos y una generación lista para para ser tragada por el desague.
1 comentario:
No te falta razón. Veremos cómo acaba todo esto
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