Retrato de un clima social protagonizado por jóvenes en el que confluyen tres clases de compromiso: el político-revolucionario, el vocacional-artístico, el hedonista-escapista. Aunque excluyentes en apariencia, a ellos se entregan los personajes en un proceso de búsqueda que hace aflorar sus contradicciones. Las exigencias del compromiso –al que hay que añadir su vertiente sentimental- representan un reto que pone de manifiesto sus límites y carencias.
Retrato de una generación en una época convulsa en la que ya se atisban las posibles salidas al compromiso sin fisuras: la autodestrucción sea por la vía del hedonismo sin límites o por el abrazo de la lucha armada, o la inevitable asunción de la mediocridad y el desengaño que resulta de ajustar las expectativas a la realidad –la exploración artística sin concesiones es siempre un arduo proceso a muy largo plazo-.
La película está plagada de referencias culturales: citas de lecturas que sintetizan los debates del momento –también recogidos a través de breves diálogos entre los personajes-, poemas, pinturas, grupos de música, portadas de discos estratégicamente posicionadas y canciones, muchas canciones. Se trasluce el mimo y el conocimiento con el que Assayas las ha seleccionado al confeccionar la banda sonora.
Aunque resulta un poco dispersa -sea o no un efecto intencionado lo cierto es que ello casa muy bien con el espíritu de la época y la actitud de los protagonistas- lo que dificulta la identificación, la empatía con cada uno de los personajes, la película prima el efecto de conjunto y el ambiente del momento, gracias también a una más que meritoria puesta en escena.
Después de mayo supone una apuesta personal de Olivier Assayas –es asimismo responsable del guión- quien retrata un contexto que él experimentó y que sin duda dejó una huella indeleble en quienes lo protagonizaron. Pero, casualidad o no, llama la atención la oportunidad de su película en un momento como el actual, en el que los ecos sesentayochistas, si bien actualizados, vuelven a resonar en diversos países quizás como reacción a la formidable vuelta de tuerca conservadora que sucedió como respuesta al contexto que retrata la película. En ese sentido Después de mayo puede servir como elemento de reflexión a fin de sortear algunas trampas que con la ventaja que da la perspectiva del tiempo hoy se nos antojan como inevitables.
No estoy muy seguro de cómo la juventud actual, aun la más concienciada, recibiría una propuesta como la de Assayas; si sus códigos podrían guardar alguna vigencia en un contexto que ha evolucionado. De lo que no tengo ninguna duda tras ver la película es de la distancia sideral que separa hoy el potencial del cine francés respecto del español.
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