martes, junio 30, 2015

Consultar al pueblo

¿Consultar al pueblo? Solo con listas cerradas, una ley electoral a medida y medios de comunicación blindados. Lo demás son experimentos.

sábado, junio 27, 2015

blues

yeah, got the blues again


miércoles, junio 24, 2015

Nómada



My ideals have got me on the run
towards my connection with everyone

Mis ideales me mantienen en movimiento
hacia mi conexión con todos y cada uno



Smog: Vessel In Vain

viernes, junio 19, 2015

Wild Mountain Thyme


Oh el verano se acerca
y las hojas brotan dulcemente
y el tomillo en la montaña salvaje
florece en torno al brezo violeta
¿irás jovencita?, ve

Si no vienes conmigo
seguro que encuentro a otra
con quien arrancar tomillo en la montaña salvaje
a través del brezo violeta
¿irás jovencita?, ve

e iremos todos juntos  
a arrancar tomillo en la montaña salvaje
todos a través del brezo violeta
¿irás jovencita?, ve


martes, junio 16, 2015

Just Kids (Éramos unos niños), las memorias de Patti Smith

Just kids (Éramos unos niños), el celebrado libro escrito por Patti Smith –galardonado en Estados Unidos con el National Book Award-, publicado en nuestro país por Lumen, es la historia de una amistad y de un compromiso: el forjado por la autora y por Robert Mapplethorpe  a través de una relación sentimental –en sus orígenes- y de complicidad –en todo momento-  tras recalar ambos siendo “apenas unos niños” en el Nueva York de finales de los años sesenta donde coinciden y unen fuerzas en su propósito de abrirse camino y triunfar en el mundo del arte.  Una relación plena, aunque poco ortodoxa, en la que confluyen aspiraciones íntimas, vocacionales y profesionales.

El lector es así testigo del sin fin de penalidades que ambos protagonistas hubieron de padecer durante los años que vivieron instalados en la precariedad, superadas todas ellas gracias a la perseverancia, a la fijación de ambos en alcanzar su objetivo. En este sentido, Just Kids, a su manera, puede entenderse como una validación del sueño americano marrado, eso sí, por la tragedia de la enfermedad, del SIDA, que acabaría prematuramente con la vida de Mapplethorpe y de tantos otros destacados miembros de la bohemia artística. Tragedia narrada por Smith a modo de epílogo sin dramatismos ni sentimentalismos, como dejando claro que es el aspecto vital de la historia, de sus protagonistas, el que se impone.

Just Kids es también una historia sobre un tiempo y lugar: el Nueva York de finales de los años sesenta y principios de los setenta –la narración concluye con la publicación de Horses, el primer disco de Patti Smith, en 1975, mientras que la muerte de Mapplethorpe, ocurrida en 1989, compone el epílogo-, esa ciudad ya icónica del Hotel Chelsea, de Max’s Kansas City, del CBGB, de Coney Island y del Village pero también de sus difíciles inicios en anónimos barrios de Brooklyn, sin olvidar sus escapadas a París y a Francia bajo el influjo del poeta Arthur Rimbaud.

El libro puede asimismo ser leído como un prolijo “Quién es quién” del ambiente bohemio contracultural de la época. Y es que Smith, casi sin proponérselo –o al menos esa es la impresión que transmite-, a menudo arrastrada por Mapplethorpe, a quien representa impulsado por una enorme ambición, se las compone para establecer contacto con numerosas figuras de aquel ambiente, sean casuales y efímeros como en los casos de auténticos astros del momento: Janis Joplin o Jimi Hendrix, con quienes coincidió poco antes de su muerte, o más prolongados y sustanciales como lo fueron su experiencias con Jim Carroll o con Sam Shepard, con quienes mantuvo relaciones sentimentales, su amistad con Todd Rundgren o su alternar con la variopinta fauna asidua a la Factory de Andy Warhol o con residencia en el Hotel Chelsea.


En su evolución, desde su infancia en un condado perdido de New Jersey hasta su irrupción como figura del rock, tiene la narración de Patti Smith un marcado componente de novela de formación (bildungsroman),no exento de dramas personales como la entrega en adopción de su primer y temprano hijo, aunque centrado en su largo y difícil aprendizaje fruto de una constante búsqueda que le llevará a dar con su medio de expresión tras innumerable tanteos con las más diversas disciplinas artísticas: dibujo, decoración, estilismo, poesía y, por fin, la música como sostén natural para su escritura. El éxito viene así descrito como fruto, como consecuencia de una larga exploración personal y creativa alimentada y estimulada en colaboración y, a la vez, en contraposición a la de Robert Mapplethorpe, quien triunfaría a su vez en el campo de la fotografía.

La escritura de Just Kids, narrada desde la memoria, en sentido cronológico y en primera persona es por supuesto prosa pero bebe de la larga formación poética de Patti Smith, quien se revela como una escritora perspicaz dotada de una gran capacidad de síntesis. Predominan los párrafos breves, ágiles, que a menudo adquieren sentido a través de símbolos de los que se alimenta y que actúan como fetiches: objetos, fechas, encuentros, instantes que a Smith se le antojan envueltos en magia, que dotan de sentido a su trayectoria y, a la postre, le reafirman en el camino que ha escogido.

Hay en la actitud de Patti Smith y de Robert Mapplethorpe una espiritualidad, una mística que remite a la entrega al arte como una especie de fe, como si solo el culto a una religión pagana estuviera en condiciones  de suplantar el firme bagaje católico que caracterizó la infancia de Mapplethorpe y que marcaría su personalidad. Una devoción que se vería recompensada con el acceso de ambos al paraíso artístico aunque para él conllevara el precio del martirio.   

Esta reseña está también disponible en el número de verano de la revista digital de agitación cooltural agitadoras

sábado, junio 13, 2015

Plazas de Madrid V


Quién sabe, hasta puede que a partir de ahora las plazas más céntricas sean devueltas a la gente en lugar de ser entregadas a las empresas para que, a cambio de dinero, desarrollen en ellas sus aparatosas campañas de promoción y relaciones públicas.



Ya, por soñar que no quede.



miércoles, junio 10, 2015

auto de fe astrológica

Mi horóscopo de cabecera de tantos años me aconseja no fumar marihuana durante las próximas dos semanas a fin de tener la mente despejada para poder afrontar ciertas cuestiones de orden práctico.

Y me digo que jamás se me ha pedido, querido Rob Breszny, un más exigente auto de fe astrológica.

Drug expert Jonathan P. Caulkins estimates that Americans are stoned on marijuana for more than 288 million hours every week. A U.N. report on global drug use concluded that Canadians consume weed at a similar rate. Among Europeans, Italians are number one and the French are fourth. But I encourage you to avoid contributing to these figures for the next twelve to fourteen days. In my astrological opinion, it's time to be as sober and sensible ans serious as you ever get. You have the chance to make unprecedented progress on practical matters through the power of your pure reasoning and critical thinking.

Fuente: freewillastrology

sábado, junio 06, 2015

sueño

Y tras interminables años de deseo, de perseguirlo con ahínco, al fin logró hacer de su gran sueño una realidad onírica.

miércoles, junio 03, 2015

Martutene

Justificadamente o no, la alargada figura de Bernardo Atxaga ensombrece la trayectoria de meritorias carreras literarias de algunos de sus paisanos que al igual que él escriben en euskera–como si allende Euskadi no hubiera espacio para más-, tal es el caso de Ramón Saizarbitoria. Un autor ya veterano con una obra sólida si bien relativamente escasa en su traducción al castellano que en 2013 publicó su novela más extensa, de largo, hasta la fecha: Martutene (Editorial Bakanak; Premio Euskadi de Literatura 2013). El título da nombre a un barrio donostiarra en el que se desenvuelven una serie de personajes que gravitan en torno a dos parejas: Martin y Julia, escritor y traductora, e Iñaki y Pilar, médicos, cuyas vidas se verán de un modo u otro afectadas por la llegada al barrio de Lynn, una vital joven norteamericana cuya ingenuidad y frescura serán duramente puestas a prueba, aunque de forma no premeditada, por un ambiente cuyo poso supuestamente refinado y desapegado apenas disimula la existencia de profundas limitaciones y heridas sin cauterizar prestas a infectar de forma irreparable a la recién llegada.

A modo de eje para Martutene, Saizarbitoria echa mano de una novela del escritor suizo Max Frisch con el que establece un juego de paralelismos a través de la figura de Lynn –así es como se llama también la protagonista de Montauk, la novela de Frisch- y que sirve como espejo a la relación sentimental que entabla con Iñaki. Al igual que sucede en Montauk, resulta llamativo que Saizarbitoria se centre en relaciones de parejas en las que el hombre es bastante mayor que la mujer. Es también el caso de Martin, el arisco escritor, y de Julia, apenas ya unidos por un amor en decadencia, cuyas vidas inducen a la reflexión sobre el acto de la escritura y las servidumbres de una carrera literaria, mientras que la pareja formada por Iñaki y Pilar, también inmersa en una profunda crisis, sirve de introducción al mundo profesional de la medicina desde una perspectiva áspera, prosaica.

Pero lo que permea de principio a fin la novela es, una vez más el hecho de ser vasco, la cuestión de la identidad teñida de violencia. Un asunto que, dada la prolijidad con que es tratado, puede resultarle algo pesado al lector de otras latitudes. Así, entre los personajes secundarios de Martutene contamos con el amenazado que se pasea acompañado de escoltas, el hijo al que sus amigos metieron en líos con la necesidad de esconder alijos de armas, el “maqueto” integrado, el supuesto mártir que entregó su vida cuando la lucha armada aún estaba envuelta por la épica y el posible influjo de su sacrificio en su hijo al alcanzar la adolescencia y, al contrario, el guardia civil asesinado por ETA y las consecuencias sobre su hija. Ello por no hablar del pasado de los propios protagonistas, salpicado a su vez por la violencia aunque sea de forma tangencial, así como del ambiente social y cultural en el que se desenvuelven.



Llama la atención la profunda insatisfacción, rayana en la amargura, que desprenden los protagonistas vascos de Martutene, ante la que la figura de Lynn ejerce como contraste. Una carencia de la novela –de la que el propio autor se hace eco en el transcurso de la misma sin decidirse a ponerle remedio, cabe pensar que conscientemente- es la falta de información sobre la joven norteamericana, de su bagaje familiar, de su experiencia formativa en su país, lo que en ocasiones aproxima su personaje al cliché apenas atenuado por el eco de la otra Lynn, la protagonista de Montauk. Su etérea personalidad contrasta con la de los personajes vascos: enraizada, densa, sedimentada. La construcción de éstos, de sus relaciones entre sí y con el entorno hallándose en plena fase de madurez, constituye el punto fuerte de la novela.

La de Saizarbitoria es una narración de corte clásico, larga, muy larga para lo que se estila en estos tiempos -habrá quien piense que le sobran páginas-, narrada en tercera persona desde las perspectivas de Iñaki y de Julia en capítulos alternos, aunque quizás su elemento más controvertido sea su desenlace diseñado en clave de casualidad como metáfora, un tanto forzado a fin de conseguir que las piezas encajen. En cuanto a la edición en castellano de Bakanak se echa en falta una traducción de las abundantes y, en ocasiones, prolijas citas en francés que jalonan el texto. No obstante, pese a sus imperfecciones, no parece descabellado afirmar que Martutene tiene hechuras para aspirar al estatus de gran novela guipuzcoana. 

Esta reseña está disponible en el último número de la revista digital de arte y pensamiento espacioluke