La trama de Sweet Tooth / Operación Dulce –se dice en inglés
que tiene un “diente dulce” aquella persona que es muy golosa-, la última
novela del veterano escritor inglés Ian McEwan, publicada como es habitual por
Anagrama, gira en torno al engaño por ocultación. No en vano se trata de una
novela de espionaje aunque centrada en una operación menor –cuya denominación
da título a la novela- conducida por una sección más bien periférica de los
Servicios Secretos británicos que decide intervenir de forma activa en la
disputa cultural e intelectual que se desarrolló entre los dos grandes bloques enfrentados
en la Guerra Fría. Así, emulando otras iniciativas desarrolladas por la CIA, a
cambio de ayuda económica buscan cooptar para su causa a escritores cuya visión
pueda contribuir a alimentar, a reforzar el discurso oficial sobre las bondades
de la vida en la sociedad capitalista en contraposición a la comunista. Un
aspecto que lleva a McEwan a reflexionar sobre la relación entre literatura y
poder.
El contexto de la novela es la convulsa Gran Bretaña de la
primera mitad de los años setenta, durante
los mandatos de Edward Heath y de Harold Wilson, aún en la estela de la
rebelión juvenil desatada en la década anterior, un país golpeado con dureza
por la crisis del petróleo, asolado por multitud de conflictos sociales y
dificultades económicas que contribuyeron a reforzar la visión general de la
inevitable decadencia del que fuera el centro del Imperio y que en 1979 desembocaría
en el ascenso al poder de Margaret Thatcher con un programa de ruptura. El
grueso de la acción transcurre en un Londres apagado, áspero, opresivo, como si
los sentimientos y el hedonismo solo pudieran fluir, de forma intermitente aunque
apasionada, durante fugaces retiros en el campo o en pintorescas localidades
costeras como Brighton.
Si lo deseas, puedes leer la reseña completa en el número de septiembre de la revista digital de agitación cooltural agitadoras
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