Aunque pasó más bien desapercibida –quizás por ser su autor un
perfecto desconocido-, recordaba haber leído un par de críticas muy elogiosas
sobre la novela Nadan dos chicos, del irlandés Jamie O´Neill, coincidiendo con
su publicación en nuestro país por la editorial Pre-Textos allá por el año 2005
–la fecha de publicación original coincidió con el atentado de las Torres
Gemelas- . Una historia ambientada en Dublín en los años 1915 y 1916 durante
los prolegómenos del primer y fallido levantamiento irlandés contra las fuerzas
de ocupación británicas.
La historia gira en torno a tres jóvenes, cada uno de ellos
de distinta extracción social, que comparten su condición homosexual en una
Irlanda sometida a la rigurosa moral católica y al no menos opresivo dominio
británico. Aunque se resiste, MacMurrough se halla en trance de dar el paso a
la edad adulta cuando regresa a Irlanda con el estigma de los dos años pasados
en prisión en Inglaterra tras cumplir condena por sus prácticas sexuales.
Doyler es un muchacho despierto que procede de una familia humilde y arrastra
una leve cojera a raíz de una paliza propinada por su padre, su actitud desafiante
le empuja a abrazar causas rebeldes como el socialismo o el nacionalismo
irlandés más levantisco. Por su parte, Jim, crecido en una familia de clase
media, es el más joven e inocente de los tres y su evolución, monitorizada por
los otros dos, hace progresar la novela desde su inicial obediencia a la práctica
religiosa hasta su despertar sexual y su
participación en el levantamiento armado.
Tres clases sociales que tienen a su vez reflejo en la
ascendencia, en el entorno familiar del que proceden los tres protagonistas
enmarcado en tres figuras: Eve MacMurrough, la tía que acoge a su sobrino caído
en desgracia en su formidable mansión, una mujer de carácter fuerte e
independiente, rompedora de costumbres y firmemente comprometida con la causa
irlandesa. Doyler padre, un hombre rudo, básico, incapaz de sacar a su familia adelante,
desahuciado por su larga dependencia del alcohol, que en su juventud compartió
regimiento en el ejército británico durante la Guerra de los Boers con Mack, el
padre de Jim, viudo, integrado, equidistante, un tanto melifluo y acomplejado, que
regenta una tienda (corner shop) propiedad
de su suegra.
El ambiente de la novela viene marcado por la omnipresencia
de la moral católica mostrada en toda su ambigüedad a través de la figura de un
cura pro-británico que tutela la posible vocación religiosa de Jim, al que éste
da la espalda justo cuando aquel empieza a propasarse en sus atenciones hacia
el muchacho, o la del áspero cura que remplaza al otro a raíz de una enfermedad
y que alecciona a los muchachos en la causa irlandesa con mayor fervor que en la
palabra de Dios. Ello envuelto a su vez en el clima de agitación previo al
levantamiento contra la dominación británica aprovechando que las fuerzas
imperiales se hallan empeñadas en los exigentes escenarios de la I Guerra Mundial.
La natación a la que hace referencia el título sirve de nexo a los
protagonistas, en especial a Doyler y Jim. En la medida en que van adquiriendo
destreza a fin de llegar al islote que se han impuesto como meta, se estrecha
su relación y se reafirma su compromiso con la causa nacionalista irlandesa que
acabará cobrándose un importante aunque desigual sacrificio.
Nadan dos chicos es una novela de largo recorrido –tiene
casi 800 páginas y su escritura llevó a O’Neill diez años-, ambiciosa, que dado
su contexto contiene inevitablemente ecos de James Joyce –aunque sin llegar a
los extremos de éste, la prosa de O’Neill no resulta particularmente explícita
ni complaciente, exige al lector pero le recompensa, mientras que su estructura
y enfoque: narrador omnisciente y progresión cronológica, es de factura más
bien convencional- y, en la figura de McMurrough alusiones a la figura de Oscar
Wilde en lo que concierne a su experiencia aunque sin el ingenio del autor de
El retrato de Dorian Gray. Destaca la minuciosa recreación que hace de una
época y un lugar: el grueso de la acción se sitúa en un pueblo situado en la
misma bahía que Dublin pero ubicado en las afueras de la ciudad, así como la
recreación del habla y de la mentalidad por parte de personajes pertenecientes
a tres estratos sociales muy diferenciados.
O’Neill ofrece un fresco muy efectivo de la sociedad
irlandesa en un momento crucial para el devenir de aquel país mostrando su complejidad,
su ambigüedad, la dificultad de conciliar los intereses de clase y de
identidad, poniendo de relieve sus insuficiencias, sea con acidez o con comprensión,
pero mostrando ternura hacia sus responsables. El componente sexual gravita
sobre la novela aunque mostrado sólo de manera episódica, con una naturalidad
discreta que elude tanto el morbo como el pudor. En el debe de la novela, habrá
quien reproche al autor que no haya un solo personaje masculino heterosexual cuya
actitud vital esté ni de lejos a la altura de los tres protagonistas, tampoco
de las mujeres que por ellos velan. El único que se acerca resulta ser un
fantasma ya que Gordie, el hermano mayor de Jim, es solo un recuerdo tras
desaparecer en el frente turco tras el fallido desembarco británico en
Gallipoli aunque su inesperado legado suponga otro atentado contra las
costumbres establecidas.
Nadan dos muchachos es una novela centrada en la búsqueda
personal (coming of age) y en la
forja del propio carácter, en la que el despertar sexual de los muchachos sirve
como metáfora de la toma de conciencia nacional por parte de la sociedad
irlandesa y de su incipiente desafío, más corajudo que efectivo, a la
dominación británica y a la moral católica, las dos fuerzas que la oprimen,
dejando claro que la reafirmación identitaria en semejante ambiente requiere de
valentía y conlleva un alto precio.
2 comentarios:
Una època de lo más interesante, sin duda, y una crítica, la suya, que invita a leer la novela. El verano se acerca y es largo. Quién sabe.
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