A ver si los locos van a estar en lo cierto.
Sabía del escritor José Morella por su condición de colaborador en espacioluke, la revista digital de arte y cultura dirigida por Kepa Murua, escritor a su vez y durante un tiempo responsable de la editorial Bassarai en la que aquel publicó su primera novela -las cuatro que ha publicado hasta la fecha lo han sido en editoriales distintas-. Morella disponía siempre del espacio inicial en la revista, con un encabezamiento cortazariano, lo que me llamaba la atención dada mi condición también de colaborador de espacioluke.
Al empezar a leer West End, su última novela, editada en Siruela y galardonada con el Premio Café Gijón 2019, y encontrarme con un narrador que en primera persona y en tiempo presente se dispone a recuperar la figura de su desconcertante abuelo Nicomedes, haciendo al lector partícipe de sus indagaciones, confieso que sentí cierta pereza al venirme a la cabeza otras novelas leídas según esa fórmula autobiográfica si bien, en este caso, superada la flaqueza inicial gracias también a cierta ligereza en el tono que atenúa la gravedad de ciertos episodios que se narran y a la brevedad de los capítulos que la componen, la lectura no tardó en prender y en empezar a crecer.
Y es que las circunstancias de ese abuelo de carácter retraído hasta límites próximos al autismo, incapacitado para la vida normal y marginado incluso en su propia familia, sin perder en ningún momento su protagonismo pronto deviene una especie de médium del que se sirve Morella a fin de abrirnos los ojos a las vivencias de una serie de personajes propios de un tiempo y un lugar determinado: Ibiza vista a través de una humilde familia de origen andaluz que emigra a la isla en el tardofranquismo, coincidiendo con el inicio del boom turístico.
Además de en los usos y costumbres de sus propios parientes, Morella se detiene en una serie de personajes pintorescos representativos del momento: el cónsul británico que ha de hacer frente a la incesante problemática de sus compatriotas cuando llegan de vacaciones hasta que opta por arrojar la toalla, el médico local que ha de lidiar con los infinitos percances de esos mismos turistas y que actúa por libre o un inquietante extranjero defensor de la práctica de la trepanación. Es como si la novela desarrollara vasos capilares que iluminan al lector sobre el entorno al que llegó su familia y que sirven de contraste sin que se desequilibre la visión de conjunto.
El meollo de la historia, no obstante, es el abuelo del narrador, Nicomedes, y su desconcertante comportamiento o, lo que viene a ser lo mismo, la enfermedad mental y su desasosegante tratamiento en los tiempos del franquismo al llegar a fundirse con la brutal represión desencadenada por aquel régimen. Las pesquisas del narrador se nutren de sus propios recuerdos, de los testimonios de otros miembros de su familia y de sus indagaciones en libros e internet, todo ello filtrado por su propia intuicion y capacidad de deducción, salpicado de hallazgos e incluso de alguna que otra máxima de componente moral.
Tiene West End -el título de la novela es tomado del nombre con que popularmente se conoce a una zona de Ibiza- algo de ajuste de cuentas con la injusticia, sea a través de las duras condiciones a las que se vio sometido su abuelo, víctima de la época y de las circunstancias reflejadas en sus desoladores internamientos o en los efectos de la medicación en su comportamiento, de la siempre complicada comunicación familiar, o del comportamiento del propio nieto de Nicomedes quien, intimidado, le rehuyó en vida para resarcir su figura una vez adulto. No siendo esa su intención concluye que entender a su abuelo es la forma de comprender, además de una época, a su familia y a sí mismo.
El estilo de los representantes de Podemos tiende hacia lo sobrio e informal, eso que de un tiempo a esta parte se ha denominado casual-chic o también Alcampo-hip. ¿Dónde te gusta comprar la ropa? ¿Cuáles son tus preferencias a la hora de vestirte? ¿Tienes algún capricho que te atrevas a confesarnos?
Suelo comprar la ropa en tiendas y en mercadillos de segunda mano. Me gusta por el estilo, porque va con mi personalidad y también porque resulta divertido y barato. Además, es ropa que se recicla en lugar de tirarse. Me atrae también mucho la bisutería y la artesanía: anillos, colgantes, pendientes, y esas cosas. Lo que no compro nunca es ropa de esas marcas tan conocidas que son producidas en países en los que no existen los derechos laborales y que no respetan unos estándares mínimos desde el punto de vista medioambiental. Quien lo hace me parece que en el fondo promueve la explotación en esos países e indirectamente también en el nuestro.
Es sabido que viajar en avión deshidrata y reseca la piel. Por tu trabajo como eurodiputada dependes de ese medio para acudir al Parlamento Europeo en Estrasburgo todas las semanas ¿Cómo te las ingenias para mantener tu cutis tan terso y suave?
Bueno, supongo que tengo la piel suave porque aún soy bastante joven. Tengo 28 años. Pero me gusta usar una crema hidratante hecha con aceite de aguacate y esencia de algas que compro en un mercadillo de productos ecológicos que se celebra en la Plaza de las Trinidades, en La Latina, el primer sábado de cada mes. Me la aplico al despertar y al acostarme. También procuro beber mucho agua y nunca uso maquillaje.
La vida de un parlamentario es muy sedentaria. Te obliga a pasar muchas horas sentada. ¿Haces ejercicio? ¿Sigues algún programa o practicas algún deporte para mantenerte en forma?
En lugar de practicar deporte lo que me gusta es introducir el ejercicio en mi rutina habitual. No tengo coche y, si puedo, me gusta desplazarme a los sitos en bicicleta. Así no solo hago ejercicio sino que respeto el medio ambiente. También me gusta caminar, sobre todo en el campo. En verano disfruto mucho nadando en el mar. Y me encanta bailar, a la menor oportunidad me lanzo. Así es que más que hacer ejercicio lo que procuro es llevar una vida activa.
El andar todas las semanas de aquí para allá te dificultará el mantener un equilibrio en tus comidas, sobre todo al pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa. ¿Te preocupa tu aspecto? ¿Sigues alguna dieta? ¿Tienes algún truco para no excederte con las comidas?
Sí, eso es un problema. Me gusta cocinar y soy de comer en casa, así es que llevo bastante mal eso de comer de cualquier manera, a horas raras, en parte también porque no pruebo la carne. Por suerte, el restaurante del Parlamento Europeo presta bastante atención a la comida vegetariana pero no puedo decir que disfrute comiendo allí, se come para salir del paso y poco más. Por eso el fin de semana me gusta prepararme una buena lasaña con berenjenas o un pastel de espinacas, o aprovecho también para comer en alguno de mis restaurantes vegetarianos favoritos. Y no, no sigo dieta. Es imposible. ¡Me encanta el chocolate!
¿Nos puedes hablar un poco de tu vida sentimental? ¿Tienes pareja?
Um, sí, estoy saliendo con una chica. Aún llevamos poco tiempo pero estamos muy felices juntas. No llevo nada bien lo de separarme de ella todas las semanas para irme a Estrasburgo pero… Bueno, así disfrutamos más cuando nos volvemos a ver pero a la hora de irme resulta muy duro.
Dinos ¿cuál sería tu destino ideal para pasar un fin de semana romántico con tu pareja?
No sé, una isla griega a lo mejor estaría bien.
¿La isla de Lesbos?
Ja, ja, ja, no la conozco pero… sí, ¿por qué no?
Por último, el cabello del líder de Podemos, Pablo Iglesias, despierta una gran admiración. Muchas nos preguntamos cómo lo cuida ¿Sabes si se lo cepilla por las noches o si usa acondicionador?
Vaya pues no, no lo sé. No se me había ocurrido. Cuando estoy con él solemos hablar de otras cosas. Pero si tienes mucha curiosidad a lo mejor se lo pregunto un día de estos.
Los partidos políticos coleccionan jueces hasta completar sus tribunales autoadhesivos.
Political parties collect judges to complete their self-adhesive courts of justice.
La reacción social ante el Covid y los confinamientos, "ante el ataque a la libertad", me induce a pensar que la lucha para prevenir el cambio climático está perdida de antemano.
Social reaction against Covid and the confinements, "against the attack to freedom", leads me to think that the fight to prevent climate change is lost beforehand.