¿Qué suerte de maldición tendrá la democracia española que consigue que todos los presidentes de gobierno abandonen la Moncloa por la puerta de atrás? Llega ahora el turno de Rodríguez Zapatero. Su mandato seguramente vendrá marcado por aquella noche fatídica del 10 de mayo de 2010 en la que entregó la soberanía española a los mercados, algo nunca suficientemente explicado a la ciudadanía pese a sus gravísimas consecuencias. Cuanto se escuchó fue una apelación a la responsabilidad con el gesto grave de quien acepta un sacrificio. Hubo quien dijo que el presidente entonces se inmoló políticamente. En realidad fue el país entero quien se rindió. Es dífícil predecir cuanto durará la ocupación, en parte porque en esta clase de guerras ni siquiera se le ve al ejército invasor y el expolio del enemigo derrotado se hace por vía teledirigida e interpuesta.
Antes se rendían las lanzas, ahora se rinden las cuentas.
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