sábado, enero 19, 2013

La noche más oscura / Zero Dark Thirty

Entré en el el cine con prevenciones; no ya por el precio de la entrada: 8,50 euros, que también, sino porque temía toparme con algún panegírico o documento de exaltación, aunque fuera sutil, poco explícito, de la misión redentora de Estados Unidos en el mundo, si bien lo poco que había leído de la película parecía descartar esa posibilidad.

Mis temores no se vieron confirmados, al contrario. La noche más oscura apela a la mejor tradición del periodismo norteamericano: exposición rigurosa de los hechos huyendo de la tentación de interpretarlos. Dejar que estos hablen por sí solos y que de su posible interpretación, si ha lugar, se encargue el lector -o espectador, en este caso-. Aún más, la película de Kathryn Bigelow huye de las emociones, de cualquier atisbo de sentimentalismo -una mención a la eficaz banda sonora de Andre Desplat que sortea la tentación de la exaltación-, pero consigue que su frialdad aparente se torne en una ventaja. Porque el resultado es un thriller descomunal, que te mantiene pegado al asiento durante sus más de dos horas y media de metraje. Una tensión acentuada por la sensación de reconocer como ajustados a la verdad -que tampoco quiere decir que lo sean- los hechos que en ella se narran.

A diferencia de lo que sucede en tantos otros thrillers, el hilo argumental resulta inteligible. El espectador no queda mareado ante la sucesión de nombres que no logra asociar a los personajes. La progresión dramática resulta impecable, así también su realización y puesta en escena. La perspectiva que ofrece del espionaje estadounidense en el exterior -dura, fría, descarnada- resulta creíble y no parece guardarse ases en la manga.

Otros aspectos que me llamaron la atención fueron: un casting de actores y actrices -a excepción de Jessica Chastain y James Gandolfini, éste en un papel muy marginal- poco conocidos; el papel relevante jugado por las mujeres, desde puestos poco lucidos, en el espionaje norteamericano y el interés de Bigelow por mostrarnos a musulmanes alineados en el lado "bueno" de la guerra.

Según La noche más oscura, la caza y asesinato de Bin Laden fue más el producto del tesón y de la intución -una cualidad comunmente asociada a la mujer- personal que de la eficacia que se le supone a un entramado de poder que, pese a sus formidables medios, por su propio peso y dinámica interna parece tender más bien a la esclerosis. Al mostrar con crudeza los hechos, la película deja asimismo un reguero de inquietantes preguntas.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún no la he visto, pero con tu crítica me has convencido...jeje...la de Boyero no suele movilizarme.
saludos.

Il Gatopando dijo...

Sí, aunque valoro su independencia, ese no tratar de quedar bien con todo el mundo, el principal crítico de cine de El País resulta demasiado parcial -por no decir, radical-, se deja llevar por sus filias y fobias y su registro como espectador de cine se me queda un poco limitado.

Al Señor Boyero se le ve un tanto el plumero. Le avala su pose de insobornable pero a menudo echo de menos cierto respeto hacia los creadores y sentido del riesgo.