sábado, enero 28, 2017

Toni Erdmann

Toni Erdmann es la película más osada y arriesgada que he visto en el cine desde Las mil y una noches, la trilogía del director portugués Miguel Gomes. Aunque se vende como una comedia no me atrevería a calificarla como tal. Tiene momentos de hilaridad e incluso llega a provocar alguna carcajada pero es el suyo un humor desconcertante, amargo, rayano en la vergüenza ajena, por no decir alemán. Y pocas comedias alcanzan las casi tres horas de duración. Conviene subrayarlo para no crear falsas expectativas en el espectador.

Se trata más bien de una insólita exploración de las relaciones paterno-filiales a través de la figura de un padre solitario que da nombre a la película –no se menciona el paradero de su esposa- y de su única hija, dos seres de personalidades opuestas, incompatibles –él indolente y socarrón, ella tensa en su rol de ejecutiva ambiciosa y cosmopolita-, que apenas tienen contacto y son incapaces de comunicarse. Dicha frustración empuja al padre a tomar la iniciativa y a asumir un papel a caballo entre lo disparatado y lo surrealista en su desesperación por acercarse a ella.

El grueso de la película transcurre en Rumanía, donde ella trabaja destinada por su empresa de consultoría, y contiene una ácida crítica sobre la relación de desigualdad, casi depredadora, que se establece entre los países europeos más poderosos respecto de aquellos que se asoman al capitalismo tras haber permanecido en la órbita soviética. Resulta convincente el reflejo de la actitud displicente por parte de los occidentales hacia las carencias del país que les acoge temporalmente, así como el ambiente cínico y tenso en el que se desenvuelven los altos ejecutivos que buscan hacer negocios en dichos países.

La extraña y desconcertante naturaleza de la relación que se establece entre padre e hija durante la visita de aquel a Rumanía constituye el meollo de una película firmemente asentada en los diálogos y filmada con planos medios y cortos que, al carecer de una trama, camina de situación en situación por la más floja de las cuerdas durante casi tres horas para salir airosa en gran medida gracias al trabajo de sus dos actores protagonistas.




La directora y guionista de Toni Erdmann, Maren Ade, es, por cierto, la productora de Las mil y una noches y de Tabú, las dos películas más recientes del portugués Miguel Gomes.             

2 comentarios:

Blue dijo...

Hace tiempo que ando detrás de ella, pero no la consigo. A ver si más adelante porque tengo curiosidad.
Saludos.

Il Gatopando dijo...

Está nominada al Oscar como película de habla extranjera, Blue. Si lo gana me imagino que obtendrá una mayor y mejor distribución.

Saludos