Toni Erdmann es la película más osada y arriesgada que he
visto en el cine desde Las mil y una noches, la trilogía del director portugués
Miguel Gomes. Aunque se vende como una comedia no me atrevería a calificarla
como tal. Tiene momentos de hilaridad e incluso llega a provocar alguna
carcajada pero es el suyo un humor desconcertante, amargo, rayano en la vergüenza
ajena, por no decir alemán. Y pocas comedias alcanzan las casi tres horas de
duración. Conviene subrayarlo para no crear falsas expectativas en el
espectador.
Se trata más bien de una insólita exploración de las
relaciones paterno-filiales a través de la figura de un padre solitario que da
nombre a la película –no se menciona el paradero de su esposa- y de su única
hija, dos seres de personalidades opuestas, incompatibles –él indolente y
socarrón, ella tensa en su rol de ejecutiva ambiciosa y cosmopolita-, que
apenas tienen contacto y son incapaces de comunicarse. Dicha frustración empuja
al padre a tomar la iniciativa y a asumir un papel a caballo entre lo
disparatado y lo surrealista en su desesperación por acercarse a ella.
El grueso de la película transcurre en Rumanía, donde
ella trabaja destinada por su empresa de consultoría, y contiene una ácida
crítica sobre la relación de desigualdad, casi depredadora, que se establece
entre los países europeos más poderosos respecto de aquellos que se asoman al
capitalismo tras haber permanecido en la órbita soviética. Resulta convincente el
reflejo de la actitud displicente por parte de los occidentales hacia las
carencias del país que les acoge temporalmente, así como el ambiente cínico y
tenso en el que se desenvuelven los altos ejecutivos que buscan hacer negocios
en dichos países.
La extraña y desconcertante naturaleza de la relación que se
establece entre padre e hija durante la visita de aquel a Rumanía constituye el
meollo de una película firmemente asentada en los diálogos y filmada con planos
medios y cortos que, al carecer de una trama, camina de situación en situación
por la más floja de las cuerdas durante casi tres horas para salir airosa en gran
medida gracias al trabajo de sus dos actores protagonistas.
La directora y guionista de Toni Erdmann, Maren Ade, es, por
cierto, la productora de Las mil y una noches y de Tabú, las dos películas más
recientes del portugués Miguel Gomes.
2 comentarios:
Hace tiempo que ando detrás de ella, pero no la consigo. A ver si más adelante porque tengo curiosidad.
Saludos.
Está nominada al Oscar como película de habla extranjera, Blue. Si lo gana me imagino que obtendrá una mayor y mejor distribución.
Saludos
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