lunes, agosto 30, 2010

Nuevo curso


!Uf! Arranca la Liga. Si el año pasado era Cristiano Ronaldo por aquí, CR9 por allá; éste toca Mourinho dice, Mou asegura. La afición divide sus simpatías entre Madrid y Barca, entre la Ser y la Cope. Ni un sólo día sin fútbol, es la máxima.


!Socorro! Calientan motores los políticos, decididos un año más a copar todas las portadas, con permiso del fútbol, con sus declaraciones de todo a cien; no es fácil causar escándalo todas las semanas del año valiéndose sólo de la palabrería, pero como tendremos oportunidad de comprobar, tampoco imposible.


!Piedad! Los tertulianos afilan sus armas dispuestos a batirse el cobre, como si la vida nos fuera en ello, en defensa de dos opciones políticas que son las dos caras -si alguien tenía alguna duda me imagino que con la perspectiva del último año se le habrá disipado- de la misma moneda. En un campo de batalla se matarían entre todos incapaces de distinguir a los fieles de los enemigos.


Nos hallamos ante ese periodo del año en el que dudamos si el motor de arranque se habrá gripado, si seremos capaces de hacer el esfuerzo necesario para, una vez más, acabar dando vueltas en círculo.


La trampa está en prestarles los oídos, nuestra atención a quienes no la merecen. No es fácil desconectar: ese silencio, esa sensación de aislamiento, el miedo a escuchar la propia respiración. Pero algo habrá qué hacer. Más difícil parecía dejar de fumar.


Cada cual escoge su camino.


(En la imagen, dos tertulianos españoles contrastando sus opiniones).

miércoles, agosto 25, 2010

Interés general

Los periódicos anuncian la inminente carrera de las compañías petroleras a fin de explotar los yacimientos de hidrocarburos almacenados bajo el Oceáno Artico. La extracción viene posibilitada por los efectos del calentamiento global y contribuirá a alterar -aún más- un ecosistema altamente sensible.

Además de rezar para que no sea British Petroleum la primera en alcanzar la meta, uno, cautamente, se pregunta:

¿No irán la ganancia personal, el beneficio particular, en perjuicio del interés general?

¿Será el beneficio el arma elegida por la humanidad para suicidarse?

lunes, agosto 23, 2010



Vi por primera vez la película Saló o los cien días de Sodoma en el desaparecido Teatro Argenta de Castro Urdiales. Hace ya muchos años de aquello. Se me quedó grabado, no obstante, el retumbar del viejo suelo de madera a medida que los espectadores se precipitaban por los pasillos a oscuras en busca de la salida. Aquel ruido nos acompañó durante toda la proyección. Esta vez, mejor versado sobre la obra y la figura de Pier Paolo Pasolini, la vi en vídeo. Pero el efecto fue el mismo: inquietud, desagrado, incredulidad, horror. Tuve que acabar cerrando los ojos ante las escenas finales. Ahora sé, que da igual cuántas veces la vea, la reacción será idéntica. Quizás sea ese uno de los méritos de la película que, a diferencia de tantas otras que en su día escandalizaron pero que el paso del tiempo domesticó, hoy provoca el mismo rechazo que el día de su estreno. No se trata de un horror gratuito, al modo de la célebre escena del ojo y la cuchilla de El perro andaluz de Buñuel aunque haya similitudes. Pasolini estaba escandalizado por la degradación a la que, según él, se veía sometida la juventud italiana por parte del sistema, algo en lo que era visceral. Ambienta los hechos en la efímera República fascista de Saló que se creó coincidiendo con la invasión aliada, cuando Italia se dividió entre defensores y detractores del fascismo. A fin de entender las motivaciones de Pasolini conviene leer sus Cartas Luteranas que ya reseñé en el número de espacioluke del mes de junio. Quien busque la tibieza, que mire hacia otro lado.

miércoles, agosto 18, 2010

Acercarse a los clásicos

Escribía este domingo en El País un artículo Eduardo Lago reivindicando la lectura de clásicos de la literatura en detrimento de los best-sellers que copan las listas de los libros más vendidos. Él hacía referencia a la novela Anna Karenina, argumentando que además de entretener aporta experiencia de la vida en la medida en que nos vemos reflejados en muchas de las vicisitudes y las emociones que viven sus personajes.

Y, en efecto, acercarse a los clásicos cuesta esfuerzo. Sea por su extensión -Anna Karenina sobrepasa las mil páginas- o porque estimando su lectura como aconsejable e incluso deseable nunca acaban de encajar en nuestra agenda. No es fácil hacerles un hueco. Siempre acaban quedando relegados ante lecturas más actuales, más apremiantes, o nos engañamos pensando que ya habrá tiempo más adelante para abordarlos.

Fue así, como un poco harto de engañarme, ideé una estrategia que me permitiera acercarme a los clásicos. Decidí que cada verano leería una de las siete novelas que componen el ciclo En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Ahora mismo estoy enfrascado en la segunda: A la sombra de las muchachas en flor. Por su parte, me comprometí a leer cada Navidad una obra de Charles Dickens. El año pasado fue Great Expectations y ya ha comenzado el debate acerca de la que leeré esta año.

Parece mentira. Una vez asumido, siento el compromiso como ineludible. O lo que es lo mismo: funciona.

miércoles, agosto 11, 2010

El síndrome de Israel

No me entusiasmaron Las teorías salvajes de Pola Oloixarac. Uno de esos libros que al acabarlos dudas si volver atrás. Es innegable que ofrece hallazgos. Por ejemplo:

Ser víctimas nos revela de todo juicio moral o ético sobre nuestros propios actos. Pag. 208

Es el caso de la víctima que crea a su vez nuevas víctimas, distintas siempre de la que le victimizaron, que a su vez crean otras víctimas y otras y otras. Hace falta mucha fortaleza y lucidez para romper la cadena, para sentirte una víctima y evitar el crear otra nueva.

Es lo que se podría llamar el síndrome de Israel. Quien más, quien menos, todos llevamos uno dentro.

martes, agosto 10, 2010

De vuelta en casa


De vuelta en casa me sorprende que mis paisanos sigan celebrando con tanto entusiasmo la victoria en el Mundial. -Pero no-, me explican, aseguran -el motivo del jolgorio, de la bulla, es ahora la celebración de las fiestas patronales-. -!Ah! -respondo. No sé si será verdad. Desde mi casa todas las celebraciones populares suenan igual.