Los periódicos anuncian la inminente carrera de las compañías petroleras a fin de explotar los yacimientos de hidrocarburos almacenados bajo el Oceáno Artico. La extracción viene posibilitada por los efectos del calentamiento global y contribuirá a alterar -aún más- un ecosistema altamente sensible.
Además de rezar para que no sea British Petroleum la primera en alcanzar la meta, uno, cautamente, se pregunta:
¿No irán la ganancia personal, el beneficio particular, en perjuicio del interés general?
¿Será el beneficio el arma elegida por la humanidad para suicidarse?
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