Además de calibrar la insultante impunidad de que han hecho gala los máximos responsables de la debacle financiera, gracias al documental Inside Job sabemos que el docto mundo de la Academia hoy está en venta, como ya pasa, o si no pronto sucederá aquí, –ojo al Plan Bolonia y al papel de las empresas en la educación universitaria-, aunque sólo sea por esa ley que es como un reflejo que viniera del otro lado del Atlántico.
Además de hacer entendibles las claves de la podredumbre instalada en Wall Street y el modo elegido para exportarla al resto del mundo entre la galería de retratos de la amoralidad que Inside Job nos ofrece destaca la figura declinante de Barack Obama. No ya por su claudicación ante los manejos de Wall Street, o su rendición –¿como llamarlo cuando ni siquiera planteó batalla?- de la representación política frente al poder del dinero, sino por su continuismo respecto a la era Bush evidente en los nombramientos para los cargos clave: jefe de la Reserva Federal y Secretario de Finanzas atribuidos a los señores Bernanke y Geithner, respectivamente. Continuismo asimismo con la era Clinton, de grato recuerdo para los partidarios de la desregularización de los mercados, a través de Larry Summers, viejo conocido desde los tiempos en que reinaba como mago supremo Alan Greenspan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario