El Banco Popular ha declarado en el 2004 unos beneficios que acienden a 801 millones de euros, un 12% más que el año anterior. Si mis calculos no fallan estamos hablando de unos 130.000 millones de las antiguas pesetas. Ante las cifras que manejan los bancos un simple mortal tiende a perderse, pero en cualquier caso parece una cifra como para que sus responsables estén contentos. En ese sentido se manifestó su copresidente, Angel Ron, al divulgarlos: ¨Estamos en el camino del éxito¨, dijo al parecer. A la vista de tanto beneficio resulta cuando menos chocante que hace escasamente dos semanas fuera el mismo Banco Popular el que anunciara la iniciativa de cobrar a sus clientes 40 céntimos de euro por cada operación de cajero automático que efectuaran. La indignación fue rápida y casi unánime, lo que obligó a la dirección del banco a retirar, al menos de momento, la iniciativa. Por ello causa estupor conocer unos días más tarde que la decisión no respondía a la necesidad de hacer frente a posibles dificultades que estuviera atravesando el banco. En absoluto. Se trataba de succionar sin más a sus clientes con el único objetivo de engordar su cuenta de beneficios. A nadie se le escapa que, en caso de haber tener éxito, la medida contemplada por el Banco Popular habría sido imitada de inmediato por otras entidades bancarias, de ahí la relevancia del asunto. A la espera de que un día reaccionemos de un modo más contundente, o eficaz, contra la avaricia de los bancos, de momento me conformaría con que, a fin de adaptarla a las mentalidades y deseos de sus directivos, la denominación del mencionado banco sufriera una pequeña modificación para pasarse a llamar BANCO IMPOPULAR.
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