lunes, enero 03, 2005

Estravagario

Esta noche dan en la tele el programa dedicado al mundo de los libros. Sólo hay uno, y gracias. Se llama Estravagario y lo presenta Javier Rioyo. Recuerdo cuando hace un par de años vi al tal Javier en un programa de Versión Española dedicado a la obra de Pedro Almodóvar. Participaba en el coloquio junto a Elvira Lindo y Juan José Millás. Al verle allí me dije que aquel tipo me sonaba aunque no recordaba de qué. Pasado un tiempo apareció su columna en la edición dominical de El País, curiosamente muy próxima en ubicación a la de Elvira Lindo y probablemente no muy lejana de la de Millás, aunque creo que éste último se reserva para otro día de la semana. Mayor fue mi sorpresa cuando transcurrido un poco más de tiempo me topo con que el tal Rioyo es el encargado de presentar el nuevo espacio televisivo dedicado a la Literaratura y ya casi, como de carambola, caigo en la cuenta de que colabora también hablando de libros con Iñaki Gabilondo en la Cadena Ser. Se me ocurre que el omnipresente Señor Rioyo, nos haría un gran favor si además de comentar novelas y entrevistar a escritores arrojara un poco de luz acerca de las técnicas más certeras a la hora de pulsar las teclas adecuadas, pero creo que me estoy desviando un poco del tema.
Lo que de verdad me preocupa es la falta de entidad que aqueja al programa Estravagario. Da pena que el único programa sobre Literatura esté concebido con un formato tan ligero, como si se esforzara por resultar ameno y asequible, apto para todos los públicos, pero traicionando los anhelos de rigor, de densidad, de intensidad propios de los buenos amantes de los libros. El contenido del programa, y su formato, recuerdan en cierto modo al vistazo que se da a una librería cuando no se dispone de mucho tiempo, bien porque se nos echa encima un compromiso previo o porque vamos acompañados y no queremos resultar pesados o egoístas. Se echa de menos una dedicación más pormenorizada a ciertos autores, a los que nunca se permite ahondar en su obra ni en sus inquietudes. Por si ello fuera poco el programa ofrece dos actuaciones musicales que, sin entrar a debatir su mayor o menos interés, ocupan un tiempo precioso en un programa no menos precioso, el único dedicado en exclusiva, al menos sobre el papel, a la Literatura.
Aunque me duele decirlo, creo que ya estoy echando de menos a Fernando Sánchez Dragó. Es cierto que resulta más llevadero, más amable, el talante de Javier Rioyo, aunque a veces se le note tenso cuando entrevista a varios invitados al mismo tiempo, como si su mente se anticipara y rumiara la pregunta que va a formular a uno de los invitados cuando aún no ha obtenido la respuesta completa de aquél a quien dirigió la anterior. La lectura, la escritura no digamos, exige paciencia, precisamente lo que a mi entender se echa de menos en Estravagario.

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