¿Por qué el país parece vivir constantemente al borde de un ataque de nervios? Al menos esa es la sensación que se obtiene al leer la prensa. No es algo nuevo sino que se remonta en el tiempo. Cuando vivía en el extranjero y seguía la realidad española a través de los medios de comunicación escritos uno recibía la impresión de que el estado estaba en todo momento a un sólo paso de implosionar, como si atravesara un campo minado o maniobrara junto a un precipicio. Luego, cuando venía de visita, comprobaba que nada de aquello que leía en los periódicos tenía un reflejo en la calle. ¿Quién o quiénes promueven la agitación? ¿Qué intereses les mueven? ¿Qué esperan obtener? ¿Hay algún modo de desenmascararles?, ¿por qué nadie lo intenta cuando es indudable que haría un gran servicio al país? La sociedad española ya es de por sí lo suficientemente impulsiva como para encima dedicarse a provocarla. Es cierto que la situación política, o los mismos políticos si se prefiere, deja mucho que desear pero ¿por qué se brindan tantos micrófonos a cada una de las declaraciones intempestivas que proliferan a la menor ocasión? ¿Por qué se amplifica hasta lo insoportable el ruido del gallinero? Es como si interesara azuzar las pasiones, los instintos primarios, en lugar de la reflexión. Resulta sorprendente que muchos de esos medios de comunicación, de esos supuestos comunicadores, son los mismos que arremeten contra la telebasura, cuando sus técnicas y objetivos en nada se diferencian de aquélla. Se me ocurre que la única solución sería ignorarlos. Es necesario potenciar el nacimiento y difusión de opiniones independientes a través de los foros a nuestro alcance, comenzando por Internet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario