A quien no cuente con una experiencia profesional en la administración central le podrá sorprender la absoluta falta de reflejos demostrada por el gobierno de la nación respecto a los sucesos ocurridos durante el pavoroso incendio que arrasó doce mil hectáreas en la provincia de Guadalajara, amén de las vidas de once personas que trabajaban en las labores de extinción. Uno se pregunta dónde viven nuestros gobernantes. Un servidor que habita desde hace un año en un pueblecito de la sierra madrileña ha sido durante este tiempo incapaz de salir del asombro que le producía, no ya la extrema falta de lluvias, sino la sucesión ininterrumpida de días de sol durante los largos meses de invierno. Era evidente desde hace muchos meses que el verano se iba a ensañar aún más que de costumbre con nuestros castigados bosques y, sin embargo, a nadie se le ocurrió adoptar medidas preventivas, al menos de cara a la ciudadanía, como si nos dispusiéramos a afrontar un verano más, siempre complicado en cuanto al riesgo de incendios pero tampoco más que otros. Y ahora que la tragedia se ha producido, cuando resulta imposible reparar lo que resulta ya irremediable, el gobierno reacciona a la tremenda anunciando una implacable batería de medidas que incluye hasta la de fumar en el campo (una vez más los fumadores colocados en el punto de mira), un ejemplo del mal gobernante que ante su imprevisión flagrante reacciona a posteriori redoblando el celo punitivo y prohibicionista sin haberse preocupado de inculcar con anterioridad medidas de concienciación ciudadana ante el riesgo evidente que se nos avecinaba. Un botón de muestra de la escasa calidad de nuestros gobernantes, sean de uno u otro signo (no tengo la menor duda que en caso de haber pertenecido el gobierno a otra formación política el resultado hubiera sido idéntico, si la tuviera basta ver el comportamiento digno de chacales con el que la oposición ahora trata de sacar partido de la situación), puntas de lanza de la inercia implacable de una administración artrítica.
sábado, julio 23, 2005
miércoles, julio 06, 2005
Blair saca pecho
Anda estos días Tony Blair crecido y eso que hace pocas semanas, a raíz de su ajustada victoria en las elecciones británicas, la prensa nos lo presentaba como cadáver político a plazos. Encima ahora se lleva los Juegos Olímpicos a Londres, dejando a Chirac con un palmo de narices (a perro flaco...). Por si ello no fuera suficiente se apresta a ejercer como anfitrión de los máximos mandatarios mundiales en la cumbre escocesa. No haría mal José María Aznar en tomar nota de la trayectoria de su amigo aunque hacerlo le deje en tan mal lugar por aquello de las comparaciones. Aún con todo, haría bien el primer ministro británico en andarse con cuidado no vaya a inflarse demasiado con tanto éxito (aquí nuestro Aznar le podría dar un par de consejos aunque sea a escala de andar por casa) y no calibre bien los efectos de sus decisiones. Y es que desde que contribuyó decisivamente a dinamitar la última cumbre europea el euro anda de capa caída, en descenso entre libre y sostenido frente al dólar, haciéndonos a todos los usuarios de la moneda común un poquito más pobres. Otra incongruencia de nuestra Unión Europea en la que la postura de un líder político cuyo país se mantiene al margen de la moneda única provoca apuros a los ciudadanos de aquellos países que sí la manejan, algo así como si las decisiones de Rodríguez Zapatero influyeran decisivamente en la cotización del dólar. Es todo muy extraño. El caso es que ahora que Blair tiene la antorcha olímpica en sus manos uno se plantea un poco más críticamente el fracaso de la candidatura de Gallardón y se queda con la duda de si no nos habrán vendido gato por liebre. Tanta ilusión, tantas posibilidades de éxito, tan grandes anhelos de victoria para acabar mordiendo el polvo. La trayectoria de la candidatura española recuerda mucho a la de la selección nacional de fúbol en los torneos internacionales, coronados campeones antes de poner la pelota en juego. Está bien eso de generar entusiasmo pero ponemos tanto empeño en la labor que los pies se nos separan del suelo. No nos habremos llevado los Juegos pero una vez más España ha quedado campeona en salto de altura...
domingo, junio 19, 2005
Tiempos de abundancia
Excepto para el agua, corren tiempos de abundancia en los que a nadie parece preocupar si se añade con alegría un cero a la cifra de manifestantes que estos días se congregan en las calles con mecánica periodicidad. Dónde unos ven ciento cincuenta mil, otros distinguen un millón y medio. A uno los ceros se le acaban escapando, como parece sucederle al presidente de la Diputación de Castellón y del Partido Popular de la misma provincia, el señor Carlos Fabra, a juzgar por sus problemas con el fisco. No es de extrañar que a dicho señor le bailen los ceros cuando su persona consta como titular de nada menos que diecinueve cuentas bancarias, y ello sin contar las otras setenta y cinco cuentas en las que aparece como co-titular. Entre unas y otras suman noventa y cuatro cuentas bancarias, a tan sólo seis cuentas de llegar a la centena. Uno no puede por menos que preguntarse cuál será el tamaño del buzón de la casa del señor Fabra, ni el tiempo que le ocupará cada semana repasar el estado de sus finanzas. No me extrañaría que ante semejante volumen de cifras dicho señor haya optado por contratar los servicios de un asistente que le ayude a llevar las cuentas, o puede que lo que haya contratado sea alguien que le haga el trabajo mientras él personalmente se dedica a repasar tanto cero por aquí y por allá. A pesar de casos como el señor Fabra uno sigue pensando que llegará un momento en que nos convezcamos de que lo mejor es llevar una vida sencilla, aunque para ello antes tengamos que llegar a un límite que, al parecer, aún no se atisba. ¿Cuántas cuentas bancarias es capaz de poseer una persona sin que el seguimiento de sus finanzas le conduzca a la locura? ¿Cuántos anuncios es capaz de asimilar una persona al día? Según fuentes bien informadas la media actual de anuncios visionados por un telespectador español es de ochenta y seis anuncios diarios. Eso sin contar los que nos aturden desde otras fuentes. Las probabilidades de toparse por las mañanas con un consejo publicitario nada más encender un transistor de radio son más elevadas cada día, por no hablar de la prensa escrita o internet. ¿Se alcanzará algún día el límite de la resistencia humana respecto de su capacidad para absorber publicidad o será la especie capaz de irse adaptando hasta el infinito a las necesidades de los anunciantes? Se me ocurre que sería un tema apasionante para algún documental de corte científico de ésos que, de cuando en cuando, dan en ¨la dos¨¿o era en ¨la veinte¨? ¿o en ¨la doscientos¨? ¿acaso la ¨dos mil¨?...
domingo, junio 12, 2005
Salamanca, medio ambiente y el cosmos
Me resulta verdaderamente chocante el énfasis que ponen tantos salmantinos en defender la unidad de un archivo que en el noventa y nueve por ciento de los casos no se preocuparán de visitar en su vida, y cuya existencia muchos de ellos conocen sólo a raíz de la polémica desatada por la propuesta de devolver algunos de sus documentos a la Generalitat de Catalunya. Me pregunto si en el fondo lo que subyace no es una forma de nacionalismo castellano, expresado a través de una extraña mutación; si bajo la defensa de la unidad del archivo lo que se defiende de un modo tan inconsciente como tenaz no es la unidad de España.
Leo en la prensa que ha dimitido el jefe de gabinete del Consejo de Calidad Medioambiental de la Casa Blanca nombrado en su día por George W. Bush. Me entero así que en el currículo del consejero cesado destaca el haber trabajado durante diez años para el Instituto Americano del Petróleo, un grupo de presión al servicio de las grandes compañías petroleras. Resulta sorprendente el grado de cinismo a que hemos llegado para que a la mayoría de la gente, en este caso norteamericana, no le preocupe que su supuesto adalid por la causa medioambiental en el gobierno chorree petróleo por los bolsillos. Lo más probable es que ni siquiera estuvieran enterados, lo que probablemente a la postre sea mucho peor. Sin llegar a tales extremos, la noticia me trae a la memoria el nombramiento del que fuera, hoy lo vuelve a ser, presidente del gobierno de las Islas Baleares (junto a la Valenciana y la de Murcia, la comunidad que ha promovido un desarrollismo más salvaje e irrespetuoso con el medio ambiente, con la expeción de la isla de Menorca donde siempre gobernó la izquierda) como ministro de Medio Ambiente en el gobierno de Aznar. En el caso del Señor Matas, tras su paso por el gobierno se vio recompensado con la recuperación del poder en su feudo. Supongo que aquí prestamos a las cosas tan poca atención como en Estados Unidos.
Uno se pregunta si el imparable desarrollo urbanístico, la ocupación ilimitada del territorio (el fenómeno conocido en Estados Unidos como urban sprawling) que está conociendo la comunidad de Madrid, espoleado por la pujanza de la capital y del capital, en este caso el del insaciable sector inmobiliario, tiene para algo en cuenta las limitaciones que imponen los recursos hídricos de la región. Algo muy parecido debe estar sucediendo por el Levante español. ¿Existe una compensación entre los citados modelos de crecimiento y los recursos de que se disponen? ¿Acaso no se impondría convocar a los responsables a un cursillo acelerado sobre desarrollo sostenible?
Leo también que, desperdigados por el cosmos, hemos dejado ya 28.000 restos de chatarra espacial. Allá por donde avanza el ser humano deja a su paso un reguero de desperdicios. Por cierto creo que el gobierno de George Bush discute la posibilidad de transformar el espacio en futuro teatro de operaciones militares....
domingo, junio 05, 2005
Perplejidad europea
En estos días predestinados a elevar a Rafael Nadal al Olimpo en el que desde hace meses aguarda Fernando Alonso, resignados los españoles a que la figura de ambos se entrometa con insidia en nuestras vidas cotidianas (pagamos cara la gloria de nuestros ídolos deportivos), en nuestros organismos, en nuestras mentes, siempre en formato publicitario (algo así como ¨Michael Jordans¨ patrios nacidos con diez años de retraso), las páginas sesudas de los periódicos continúan debatiendo el cataclismo provocado en Europa a raíz del rechazo expresado por la ciudadanía francesa y holandesa a su prevista Constitución. Propongo que alguien haga un registro de todas las causas que según los expertos en la materia explican (siempre a posteriori, nunca por anticipado) tan sonado rechazo. Dan para llenar otro tratado aún más abultado que el ahora denostado. Si había tantos argumentos en esa dirección resulta poco menos que increible que hace sólo diez días alguien apostara por el ¨sí¨. Vaya por delante que un servidor es europeísta convencido. Quizás por eso mismo, lo ocurrido me suscita numerosos interrogantes; a saber: ¿Alguien es capaz de precisar hacia dónde va Europa, no ya a raíz de los rechazos suscitados por la Constitución sino antes de que éstos se produjeran? Uno tiene la impresión de que lo importante es que el barco siga navegando sin tener muy claro cuál ha de ser el puerto de destino. La ausencia de liderazgo en la Europa actual resulta clamorosa, lo que pone aún más en evidencia los esfuerzos de los líderes nacionales por evitar la formación de una Comisión Europea fuerte. La ¨crisis¨ coincide, para más inri, con el periodo en que Tony Blair (el menos europeísta de los grandes líderes europeos) se dispone a asumir la presidencia del Consejo. Es como para echarse a temblar. Finalmente, constatar la ligera naúsea, el aroma a naftalina que transmiten los grandes representantes españoles en las instituciones europeas: Borrell, Almunia, Mayor Oreja, Javier Solana; políticos profesionales una y mil veces reciclados, rebotados, gastados. Con semejantes mimbres...
lunes, mayo 23, 2005
A vueltas con la Constitución Europea
Mientras en las páginas más leídas de los periódicos corroboramos un día más como Fernando Alonso se ha deshecho con un seco volantazo de la troupe galáctica que hasta hace muy poco parecía llamada a reinar en el imaginario colectivo hasta el fin de los tiempos, en las páginas menos leídas de los periódicos advertimos los terribles sudores, los desasosegantes mareos que en los círculos de poder europeos (con alguna que otra excepción) producen las expectativas de voto en los referendums sobre la Constitución Europea, verdaderas cucharadas de aceite de ricino para los paladares de los máximos mandatarios continentales. En otros países no es como en España, donde en su día votamos con los ojos cerrados, y el debate, aunque confuso y casi siempre interesado, se impone en la opinión pública. ¿Qué le sucede a esta Europa que se muestra incapaz de explicar, no ya ilusionar, a sus ciudadanos los evidentes logros que les ha proporcionado su proceso de construcción continental?
miércoles, mayo 18, 2005
!Pobre Mariano Rajoy!
!Pobre Mariano Rajoy! Decía en sus memorias el arquitecto de Hitler, Albert Speer, que al someterse de un modo incondicional a la personalidad del Fuhrer había cometido el error de renunciar al mayor privilegio que le es reservado al ser humano: el derecho a ser una persona autónoma. Las palabras de Speer me vienen a la mente ahora que Rajoy anda empeñado en ser más aznarista que Aznar.
lunes, mayo 02, 2005
Liberación de prisioneros
Una minúscula noticia en el diario El País informa de la liberación de 85 presos retenidos en una base militar de Estados Unidos en Afganistán desde la caída del régimen talibán hace cuatro años. Una vez liberados por el ejército norteamericano, las autoridades afganas no han encontrado motivos para que dichas personas sigan privadas de su libertad. Cabe preguntarse si los hubo en primera instancia. Nunca lo sabremos. Esas 85 personas bastante ocupadas estarán a partir de ahora con la tarea de retomar sus vidas. Resulta escalofriante la naturalidad e indiferencia con que asumimos los actos de impunidad por parte de los más poderosos. Supongo que es el peaje que las sociedades civilizadas pagamos a cambio de ¨extender la libertad y la democracia por el mundo¨.
miércoles, abril 20, 2005
José María Aznar, escritor
A nadie se le escapa que nuestro anterior presidente de gobierno, Don José María Aznar, tenía a gala emplear un discurso bronco, a un tiempo chato y cortante, y siempre lacónico, partidario del mazazo ¨si breve dos veces contundente¨. Pero he aquí que desde que abandonó las responsabilidades de gobierno el señor Aznar ha sido capaz de escribir dos libros, dos gruesos volúmenes que en conjunto suman 680 páginas de prosa aznariana. La primera lectura que cabe hacer de semejante fenómeno es que el abandono del poder ha debido conllevar un profundo cambio o transformación en la idiosincrasia del distinguido personaje. Pero más sorpendente aún resulta el ahínco, el denuedo con el que el señor Aznar demuestra haberse entregado a sus veleidades literarias; 680 páginas son muchas páginas. Haciendo cálculos, resulta una media aproximada de dos páginas diarias escritas desde que se vio liberado de sus responsabilidades políticas. Ello teniendo en cuenta sus múltiples viajes a distintos países, compromisos universitarios y charlas y conferencias en numerosos foros. Desde luego, si se lo propone, Aznar es capaz él sólo de acabar, no ya con aquellos famosos records de atletismo, sino también con el récord de productividad literaria que hasta ahora ostentaba Corín Tellado.
domingo, abril 17, 2005
A contracorriente
Es un hecho probado que en Euskadi el voto a los partidos de implantación estatal aumenta considerablemente en las elecciones generales, mientras que el voto nacionalista experimenta un empuje en los comicios autonómicos. Se aduce como explicación que el electorado fluctúa en función de que sea el gobierno nacional (o estatal) o el autonómico el que está en juego. El primero movilizaría el voto de los partidos de ámbito estatal, mientras que el segundo movilizaría los de carácter regionalista. Personalmente, nunca he entendido dicha lógica. Siempre me ha parecido más conveniente reaccionar al revés de lo que se supone que es la regla, esto es votar nacionalista (o regionalista) para defender a ultranza los intereses vascos en Madrid y votar a los partidos ahora denominados ¨constitucionalistas¨ en los comicios autonómicos a fin de atemeperar en casa los excesos de celo nacionalistas.
jueves, abril 14, 2005
14 de abril
Otro 14 de abril, fecha intrascendente para la mayoría. Así nos va. Son ya setenta y cuatro años. Difícil que queden testigos directos, y sin embargo unos cuantos, bien sea por testarudez, por romanticismo, por dignidad, impiden que se extinga del todo la llama que ilumina el recuerdo de este país desmemoriado, que pagó tanto orgullo en su historia lejana con ingominia en su historia reciente. Fantaseo con que un día sus gentes rindan tributo de forma espontánea a toda esa serie de valores encarnados en un buen número de personas que un día muy lejano se propusieron llevar a cabo transformaciones sociales muy actuales, ¨temeridad¨que muchos de ellos acabarían pagando con sus vidas, pasando así a engordar la Historia de los Sueños Rotos, también conocida como Historia Contemporánea de España.
miércoles, marzo 16, 2005
No entiendo de Economía
Siempre he sido torpe en los asuntos de Economía. Lo mío son las Letras, las Ideas (así, con mayúscula; que la Economía se me de mal no se debe a que sea tonto sino a una descompensación de las energías en mi cerebro). Así por ejemplo no comprendo esa tendencia que se consolida año tras año y que consiste en que las mismas empresas que declaran haber obtenido beneficios record, anuncian al mismo tiempo recortes en sus plantillas para aumentar su competitividad. ¿Quiere esto decir que en caso de sufrir pérdidas las hubieran compensado potenciando las contrataciones de nuevo personal? Supongo que no. Lo que pasa sencillamente es que los tajos al personal, por no hablar de las congelaciones salariales, son independientes de que las empresas tengan beneficios o pérdidas; algo así como un signo de los tiempos, un corolario de la globalización como el calentamiento global o la guerra preventiva. Parece evidente que si hoy en día alguien quiere aumentar de verdad su poder adquisitivo lo que ha de hacer no es trabajar más tiempo o más duro sino amasar más y más acciones de empresas.
lunes, marzo 14, 2005
Se cumple hoy un año...
APOGEO Y CAÍDA DE UN GESTOR ILUMINADO
Alguien dijo que la calidad de las personas se pone de manifiesto según su comportamiento en los momentos difíciles, en las situaciones críticas; pero fue acallado por otros que insistían que no, que la estatura moral se revela preparando discursos y firmando documentos.
El presidente de gobierno se reveló enseguida un gestor eficaz. El despacho que heredara de su antecesor presentaba todos los papeles en su sitio. Un contundente economicismo, la lógica aplastante de los números como dogma de fe, había suplantado a toda una serie de valores trasnochados que se batían en retirada. El gobierno blandía con fiereza sus datos macroeconómicos, que no dudaba en emplear como arma arrojadiza contra cualquiera que osara cuestionar su gestión, y buena parte de la ciudadanía aceptó con naturalidad su condición de “nuevos ricos”.
La satisfacción por la supuesta bonanza económica animó al gobierno a hacer comulgar a los ciudadanos con ruedas de molino de mayor grosor, en la confianza de que el bienestar monetario compensaría cualquier desliz que pudiera cometer en otros ámbitos. Los gobernantes contrarrestaron la pésima gestión de la catástrofe ecológica, aquella en que los ministros responsables se marcharon a toda prisa de fin de semana mientras se fraguaba la tragedia frente a las costas gallegas, tapando con fajos de billetes las bocas de los afectados. Una pena que el galipote no se aviniera a negociar para comprar también su retirada de la costa. Dejando al margen aquella pequeña mancha en su expediente, el gobierno debió sentirse tan avalado por su buen hacer, -al poco tiempo el ministro responsable del medio ambiente regresaba triunfante a su feudo tras las elecciones locales-, que siguió idéntico proceder a raíz del accidente aéreo del avión ucraniano que costara la vida a sesenta y dos soldados españoles. A las primeras de cambio el gobierno sacó la chequera del bolsillo para hacerse cargo de las indemnizaciones como quien acepta gustoso pagar una multitudinaria mariscada, y a otra cosa. “Nunca se ha pagado con tanta rapidez a los damnificados”, decían, empleando el mismo argumento que ya usaran tras el hundimiento del petrolero, dando además la impresión de que la pasta salía de sus propios bolsillos. Y es que para algunos, lo que no se arregla con índices económicos, se arregla con dinero contante y sonante.
Un buen día en que, cansado de repasar una y otra vez las cuentas, se entretenía hurgando en los armarios de su despacho, el presidente encontró un gastado y polvoriento disfraz de estadista. Tras un momento de duda, decidió probárselo...
Poco tiempo se tardó en oír al presidente insistir que el país debía sacudirse los complejos históricos y aceptar con naturalidad el destino glorioso que le correspondía en virtud de sus méritos intrínsecos.
En el momento de finalizar su mandato el presidente había visitado en nada menos que dieciséis ocasiones el país más poderoso del planeta, pero sólo uno de sus numerosos encuentros con el máximo mandatario había tenido lugar en el suelo patrio, aprovechando una parada de varias horas de aquél a modo de aperitivo de una ajetreada gira por el continente. Aún así, el presidente se jactaba de haber desarrollado con el máximo mandatario una relación de tú a TÚ.
Encorajinado al parecer entre cumbre y cumbre de mandatarios, el presidente no dejaba pasar ocasión sin insistir que acabaría para siempre con el terrorismo; no con un determinado grupo terrorista, o con cierto tipo de acciones terroristas, sino con todo el terrorismo, incluido el que aún no se había generado. Para ello decidió que no había mejor método que la guerra. Fue así como declaró la guerra al terrorismo.
En agradecimiento por el apoyo y los servicios prestados, contradiciendo voces supuestamente autorizadas que habían predicho que la postura del presidente se traduciría en grandes beneficios y riquezas para todo el país, el mandatario del país más poderoso comprendió que se daría por satisfecho con un generoso masaje de ego. A tal fin le preparó un eficaz tratamiento a base de condecoraciones y discursos institucionales en suntuosos escenarios.
Curiosamente, a medida que el terrorismo doméstico se debilitaba, la crispación se apoderaba del país. Los atentados disminuían, así como el número de víctimas, pero el presidente repetía cada vez con mayor insistencia la misma frase: acabaremos con el terrorismo. No dejaba ocasión para proferirla en tono solemne. Al principio sonaba contundente, retadora, probablemente porque se la dirigía a los vivos.
Una vez el presidente y los suyos fueron perdiendo el contacto con la realidad, llegaron a creer que si se empeñaban podían transformar un día de lluvia en uno de sol. “Como pica hoy el sol”, decían, y todos asentían asomando la cabeza por debajo de los paraguas. El encanto se deshizo aquel día en que sus voces quedaron ahogadas por los rugidos de la tormenta.
La bipolarización del país, que tantos disgustos había provocado en el pasado, irrumpió con una violencia inusitada rompiendo cualquier pauta establecida hasta entonces. En esta ocasión no eran ya carlistas contra liberales, ni republicanos contra monárquicos o izquierdistas contra derechistas, tampoco centristas contra periféricos, ni madridistas contra barcelonistas. No, las motivaciones que en esta ocasión aglutinaban a ambos bandos, la esquizofrenia que una vez más se apoderó con virulencia de la mente del país, adquirió formas insospechadas. De un lado estaban quienes deseaban que la tormenta la hubieran desencadenado terroristas domésticos, y por otro los que ansiaban que hubieran sido terroristas internacionales.
El presidente no dejó pasar la ocasión de pronunciar su frase favorita, pero una vez se le ocurrió endosársela también a los muertos, a los casi doscientos cadáveres aún calientes, víctimas todas ellas del salvaje atentado terrorista, la frase sonó de repente hueca, gastada, absurda...
Una vez confirmada la autoría de la masacre por parte de fundamentalistas islámicos, el país se encontró con que el partido le venía grande, como un equipo de tercera regional que en el intervalo que dura un parpadeo se ve disputando una final de la Champions League.
El presidente, que se había caracterizado por su gesto adusto y sus maneras broncas, cuya chulesca forma de hacer había impregnado todo lo que tocaba, gustaba también de sorprender a los suyos con decisiones personales que guardaba con gran celo hasta el último instante. Por todo ello, una vez recuperados del impacto inicial, a nadie chocó la brusquedad con que las circunstancias conjuraron para desbaratar de un plumazo su legado.
Alguien dijo que la calidad de las personas se pone de manifiesto según su comportamiento en los momentos difíciles, en las situaciones críticas; pero fue acallado por otros que insistían que no, que la estatura moral se revela preparando discursos y firmando documentos.
El presidente de gobierno se reveló enseguida un gestor eficaz. El despacho que heredara de su antecesor presentaba todos los papeles en su sitio. Un contundente economicismo, la lógica aplastante de los números como dogma de fe, había suplantado a toda una serie de valores trasnochados que se batían en retirada. El gobierno blandía con fiereza sus datos macroeconómicos, que no dudaba en emplear como arma arrojadiza contra cualquiera que osara cuestionar su gestión, y buena parte de la ciudadanía aceptó con naturalidad su condición de “nuevos ricos”.
La satisfacción por la supuesta bonanza económica animó al gobierno a hacer comulgar a los ciudadanos con ruedas de molino de mayor grosor, en la confianza de que el bienestar monetario compensaría cualquier desliz que pudiera cometer en otros ámbitos. Los gobernantes contrarrestaron la pésima gestión de la catástrofe ecológica, aquella en que los ministros responsables se marcharon a toda prisa de fin de semana mientras se fraguaba la tragedia frente a las costas gallegas, tapando con fajos de billetes las bocas de los afectados. Una pena que el galipote no se aviniera a negociar para comprar también su retirada de la costa. Dejando al margen aquella pequeña mancha en su expediente, el gobierno debió sentirse tan avalado por su buen hacer, -al poco tiempo el ministro responsable del medio ambiente regresaba triunfante a su feudo tras las elecciones locales-, que siguió idéntico proceder a raíz del accidente aéreo del avión ucraniano que costara la vida a sesenta y dos soldados españoles. A las primeras de cambio el gobierno sacó la chequera del bolsillo para hacerse cargo de las indemnizaciones como quien acepta gustoso pagar una multitudinaria mariscada, y a otra cosa. “Nunca se ha pagado con tanta rapidez a los damnificados”, decían, empleando el mismo argumento que ya usaran tras el hundimiento del petrolero, dando además la impresión de que la pasta salía de sus propios bolsillos. Y es que para algunos, lo que no se arregla con índices económicos, se arregla con dinero contante y sonante.
Un buen día en que, cansado de repasar una y otra vez las cuentas, se entretenía hurgando en los armarios de su despacho, el presidente encontró un gastado y polvoriento disfraz de estadista. Tras un momento de duda, decidió probárselo...
Poco tiempo se tardó en oír al presidente insistir que el país debía sacudirse los complejos históricos y aceptar con naturalidad el destino glorioso que le correspondía en virtud de sus méritos intrínsecos.
En el momento de finalizar su mandato el presidente había visitado en nada menos que dieciséis ocasiones el país más poderoso del planeta, pero sólo uno de sus numerosos encuentros con el máximo mandatario había tenido lugar en el suelo patrio, aprovechando una parada de varias horas de aquél a modo de aperitivo de una ajetreada gira por el continente. Aún así, el presidente se jactaba de haber desarrollado con el máximo mandatario una relación de tú a TÚ.
Encorajinado al parecer entre cumbre y cumbre de mandatarios, el presidente no dejaba pasar ocasión sin insistir que acabaría para siempre con el terrorismo; no con un determinado grupo terrorista, o con cierto tipo de acciones terroristas, sino con todo el terrorismo, incluido el que aún no se había generado. Para ello decidió que no había mejor método que la guerra. Fue así como declaró la guerra al terrorismo.
En agradecimiento por el apoyo y los servicios prestados, contradiciendo voces supuestamente autorizadas que habían predicho que la postura del presidente se traduciría en grandes beneficios y riquezas para todo el país, el mandatario del país más poderoso comprendió que se daría por satisfecho con un generoso masaje de ego. A tal fin le preparó un eficaz tratamiento a base de condecoraciones y discursos institucionales en suntuosos escenarios.
Curiosamente, a medida que el terrorismo doméstico se debilitaba, la crispación se apoderaba del país. Los atentados disminuían, así como el número de víctimas, pero el presidente repetía cada vez con mayor insistencia la misma frase: acabaremos con el terrorismo. No dejaba ocasión para proferirla en tono solemne. Al principio sonaba contundente, retadora, probablemente porque se la dirigía a los vivos.
Una vez el presidente y los suyos fueron perdiendo el contacto con la realidad, llegaron a creer que si se empeñaban podían transformar un día de lluvia en uno de sol. “Como pica hoy el sol”, decían, y todos asentían asomando la cabeza por debajo de los paraguas. El encanto se deshizo aquel día en que sus voces quedaron ahogadas por los rugidos de la tormenta.
La bipolarización del país, que tantos disgustos había provocado en el pasado, irrumpió con una violencia inusitada rompiendo cualquier pauta establecida hasta entonces. En esta ocasión no eran ya carlistas contra liberales, ni republicanos contra monárquicos o izquierdistas contra derechistas, tampoco centristas contra periféricos, ni madridistas contra barcelonistas. No, las motivaciones que en esta ocasión aglutinaban a ambos bandos, la esquizofrenia que una vez más se apoderó con virulencia de la mente del país, adquirió formas insospechadas. De un lado estaban quienes deseaban que la tormenta la hubieran desencadenado terroristas domésticos, y por otro los que ansiaban que hubieran sido terroristas internacionales.
El presidente no dejó pasar la ocasión de pronunciar su frase favorita, pero una vez se le ocurrió endosársela también a los muertos, a los casi doscientos cadáveres aún calientes, víctimas todas ellas del salvaje atentado terrorista, la frase sonó de repente hueca, gastada, absurda...
Una vez confirmada la autoría de la masacre por parte de fundamentalistas islámicos, el país se encontró con que el partido le venía grande, como un equipo de tercera regional que en el intervalo que dura un parpadeo se ve disputando una final de la Champions League.
El presidente, que se había caracterizado por su gesto adusto y sus maneras broncas, cuya chulesca forma de hacer había impregnado todo lo que tocaba, gustaba también de sorprender a los suyos con decisiones personales que guardaba con gran celo hasta el último instante. Por todo ello, una vez recuperados del impacto inicial, a nadie chocó la brusquedad con que las circunstancias conjuraron para desbaratar de un plumazo su legado.
lunes, marzo 07, 2005
El hombre más rico del mundo
Leo en el periódico que ha sido detenido quien fuera el hombre más rico del mundo. ¿La causa? los clásicos chanchullos en Bolsa. Me pregunto el relieve que habrá adquirido la noticia en los diarios especializados en temas económicos. Algo así no puede pasar inadvertido. Imaginemos por un momento que el restaurador más prestigioso del mundo envenena a uno de sus comensales, o que el mejor jugador de fútbol solventa una final marcando un gol en propia meta, o que sorprenden al sumo pontífice haciendo diabluras con una caribeña de cuerpo escultural. No tengo la menor duda que acontecimientos de semejante calibre llenarían las primeras páginas de las publicaciones gastronómicas, deportivas, o espirituales. Sin embargo, algo me dice que no será este el caso en las de asuntos económicos o empresariales. Y es que es probable que algo así muy pronto no merezca ya ni siquiera el calificativo de noticia.
miércoles, marzo 02, 2005
Última promoción de su periódico favorito
Este domingo, con su periódico favorito, por el módico precio de dos euros, recibirá el segundo tomo de la Enciclopedia Británica, un kilo de arroz, una alfombrilla para el ratón del ordenador, un CD con los grandes éxitos de Los Chichos, una crema antiarrugas, un chupete con sabor a fresa, un mapa del Imperio Romano, un manual para ejercitar los abdominales, una cajita de pastillas Juanola, un DVD con las tomas falsas de Mar Adentro, un banderín de un equipo de fútbol de Primera División, la última entrega de los discursos de Manuel Azaña, una lata de comida para perros, un calendario tibetano, un libro de recetas para preparar cócteles y una foto de Marisa Medina de la colección estrellas del destape en la transición.
lunes, febrero 28, 2005
Más canales de televisión
Recuerdo que hace veinte años nos las prometíamos felices ante la inminente puesta en marcha de nuevos canales de televisión que ampliarían la oferta limitada hasta entonces al primer canal de Televisión Española y al segundo, también conocido como UHF. Con la perspectiva del tiempo, hoy sabemos que la puesta en marcha de los canales privados de televisión trajo consigo un desplome en la calidad de los contenidos que se nos ofrecen a través de la pequeña pantalla. Ahora que tanto se discute respecto a la concesión que el gobierno prepara a fin de aprobar más canales, nadie parece reparar en el impacto que las televisiones privadas han tenido durante todo este tiempo. Los interesados parecen felicitarse ante la mayor pluralidad que sin duda las nuevas cadenas traerán consigo (felicitación reservada a que el canal por el que pujan obtenga finalmente una licencia), pero no parecen reparar demasiado en los intereses y necesidades de la sociedad. A nadie se le escapa que todas esas acusaciones que estos días se lanzan los directivos de los grandes emporios de la comunicación no obedecen más que una descarnada pugna por el poder. Insisto, en la actual coyuntura me pregunto quién o quiénes son los encargados de velar por los intereses de la sociedad en su conjunto, la gran afectada por el plan que se está cociendo pero que no parece tener arte ni parte en la manera de ser guisado. Otra pregunta que me hago es cómo piensan llenar la programación los cuatro o cinco nuevos canales que se nos avecinan. España es un país demasiado pequeño para contar con diez canales abiertos de televisión. Tal y como están las cosas ahora mismo es difícil no sentir hastío de ver a los mismos personajes rotando por los distintos canales a fin de llenar las incontables horas de programación que suman entre todos. Para acabar, una pregunta: ¿Quién será la máxima beneficiaria de todo este tinglado?... La respuesta a la vuelta de la publicidad.
miércoles, febrero 23, 2005
La derecha
La derecha española va capeando como puede, recurriendo a la agresividad en la mayoría de las ocasiones, la decepción sufrida en las últimas elecciones. Los grandes adalides de la crispación son los representantes de la derecha más escorada, más extrema, que anidan en el Partido Popular. Mientras tanto su líder, Mariano Rajoy, trata de centrar el partido para afrontar con garantías los próximos retos, si bien con escasos resultados dada la reacción montaraz de muchos de sus correligionarios. Se comenta por ahí que José María Aznar no se resigna a su jubilación, que pretendía dorada y resultó ser de plomo, y maniobra para ganar influencia, cuando menos ideológica, habrá que ver si en el futuro también práctica, en el espectro de la derecha. Dada la situación, si las circunstancias no acompañan al Partido Popular en los próximos meses o años, me atrevo a aventurar una ruptura en dicho partido. Coexisten en él demasiadas sensibilidades (desde Alberto Ruiz Gallardón a Angel Acebes y JMA) que se irán poniendo de manifiesto a medida que se prolongue la travesía del desierto y empiece a escasear el agua para compartir.
miércoles, febrero 16, 2005
La denominación de cosas y personas
He escuchado en la radio una cuña de propaganda electoral del PSOE acerca del referéndum sobre la Constitución Europea. El mensaje en alabanza de los artículos del tratado concluía diciendo que estaba financiado por el Partido Socialista. No quedaba, por tanto, claro si se trataba del partido socialista español o del portugués y, aún más significativo, se omitía la denominación de Obrero. Hasta ahora la referencia al PSOE como el Partido Socialista a secas se producía únicamente en debates, en encuentros de carácter informal, pero parece próxima su asunción por el propio partido. En tiempos de Felipe González ya se debatió la posibilidad de eliminar la denominación de Obrero, aunque se decidió en contra de hacerlo. Pero la tendencia parece inexorable. Confíemos que, en caso de producirse de un modo definitivo, la caída de la O de obrero de las siglas del PSOE se quede en un asunto estrictamente terminológico, aunque, no sé, algo me dice que sus implicaciones serían mayores de las que cabría achacar a un simple baile de letras.
Pero no es sólo en la izquierda del espectro político dónde se juega con las denominaciones. Habituados a modificar el orden de las cosas a su antojo, también a los poderosos les gusta alterar el nombre de las cosas, sobre todo el de aquéllas que les afectan directamente. Me he encontrado recientemente en la prensa con sendos artículos escritos por dos relevantes señores hasta ahora conocidos como Rodrigo Rato y Jesús Polanco, cuyos nombres aparecían en la prensa transformados en Rodrigo de Rato y Jesús de Polanco. Y es que la partícula ¨de¨ insertada entre el nombre y el apellido casa estupendamente con los egos inflados, el equivalente a un título nobiliario para los representantes más destacados de la casta de los comerciantes en el siglo XXI.
lunes, febrero 07, 2005
Campaña de la Constitución Europea
No es fácil generar ilusión hacia el ideal europeista, pero la campaña que está desarrollando el gobierno español en favor de la Constitución Europea resulta sonrojante. A la lista de figuras que encabezan su publicidad (Butragueño, Cruyff, Luis del Olmo) acaba de incluir nada menos que a Terelu Campos, otra destacada creadora de opinión en nuestro país. Va así quedando claro que los objetivos de la campaña no son otros que los futboleros y las marujas. Por otra parte, se ha sabido que las grandes empresas españolas (Telefónica, Iberia, los grande bancos, las grandes empresas eléctricas; en una palabra, los de siempre) solicitan también el voto afirmativo a la Constitución, lo que a mí personalmente me mosquea. Muy rara vez encuentro que los intereses de dichas macroempresas coinciden con los míos. Como europeista convencido que soy desde hace muchos años (a pesar de los múltiples defectos de forma y de fondo que sufre el proceso de construcción europea), me veo yendo a votar con la nariz bien tapada y los ojos cerrados.
miércoles, febrero 02, 2005
Los premios Goya
Próxima ya a su vigésima edición, la ceremonia de entrega de los premios Goya no consigue escapar de la sombra de los Oscar, de la que resulta un remedo bastante cutre como tuvimos oportunidad de comprobar el pasado domingo. La gala organizada por la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España, por cierto una denominación calcada de la academia norteamericana, resultó sosa, desvaída, recordando en ocasiones a una fiesta de colegio de fin de curso. No dudo que sus responsables pusieran la mejor voluntad, aunque está claro que ello no basta. En especial llama la atención el evidente desentendimiento respecto de la ceremonia por parte de muchos de los profesionales que conforman la academia, los máximos interesados por tanto en su buena marcha y en su mayor divulgación. ¿Por qué las parejas encargadas de la entrega de los premios fueron delegadas en profesionales de escasa relevancia cinematográfica? ¿Por qué esa profusión de profesionales ligados al mundo de la televisión, con especial atención a la serie Aquí no hay quien viva y Siete Vidas, representada por no menos de cinco de sus actores y actrices? ¿Por qué no estaban allí muchos de los grandes representantes de nuestra industria cinematográfica, por desacierto de los organizadores o por desinterés de los afectados? Se me ocurre pensar que los premios ganarían relevancia, y glamour, si fueran entregados por artistas de la talla de Carmelo Gómez, Carmen Maura, Tristán Ulloa, Juan Diego Botto, Julio Medem, Santiago Segura, Juanjo Puigcorbé, Paz Vega, Leonor Watling, Emma Suárez, Marisa Paredes, Nawja Nimri, Jordi Mollá, Sancho Gracia, Achero Mañas, etc. ¿Por qué muchos de ellos no estaban allí? ¿Es qué ellos mismos no creen en la ceremonia, no quieren verse ligados a ella salvo en caso de salir nominados? ¿Se imaginan al gremio del cine norteamericano dando la espalda a la ceremonia de los Oscar? Pues esa es precisamente la sensación que tuve respecto del gremio español viendo la ceremonia de entrega de los premios Goya.
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