Mis mejores deseos para el año 2021 a quien quiera que lea este mensaje, que sepas que mañana cruzaré los dedos también por ti.
My best wishes for the year 2021 to whomever reads this message, so tomorrow I'll keep my fingers crossed also for you.
Mis mejores deseos para el año 2021 a quien quiera que lea este mensaje, que sepas que mañana cruzaré los dedos también por ti.
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Una edición especial del programa "Españoles por el mundo" dedicada a Juan Carlos I, previa al discurso de Navidad de su hijo.
A special edition of the program "Spaniards Around the World" devoted to Juan Carlos I, right before his son's Christmas Speech.
Las generaciones venideras deberían contar por decreto con una cuota de representación en todos los parlamentos.
Future generations ought to have by decree a quota of political representation in every parliament.
Por cada palabra que se acuña/adopta, otra debería retirarse de la circulación a fin de prevenir la inflación en el lenguaje.
For every word coined/adopted, another one shoud be withdrawn from circulation to prevent inflation in language.
¿Cuántos escritores han podido ver su autobiografía publicada a los 100 años de edad? Tal privilegio ha tenido el poeta Lawrence Ferlinghetti, de raíces portuguesas y no italianas como cabía pensar, miembro de la generación beat: echar la vista atrás desde su vertiginosa edad para rememorar instantes, personajes y para desgranar reflexiones y visiones llenas de lucidez por alguien dotado de tan amplia perspectiva vital como perspicacia.
Desde su infancia desubicada y privada de afectos dada la ausencia del padre, entregado por su madre en adopción al verse incapaz de hacerse cargo de un quinto hijo, de su juventud reclutado por el ejército de Estados Unidos para desembarcar en Normandía y después luchar en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, Ferlinghetti rescata momentos vividos o evocados que retratan su forma de entender la existencia. Sea a partir de escenarios, como su estancia en París en los años de posguerra tras los pasos de la generación perdida, o San Francisco como ciudad de acogida, “la última frontera” en la expansión de su país hacia el Oeste cuyo carácter insular deriva de los marginados y buscavidas que la poblaron en su origen. Sea a partir de personajes con los que alternó, como los miembros más destacados de la generación beat: Kerouac, Ginsberg, Neal Cassady o Gregory Corso, a quienes menciona de pasada, casi como si fuera lo que se espera de él más que por convicción, o escritores de referencia que afloran en el texto con naturalidad: poetas como Yeats, TS Eliot, Walt Whitman, Dylan Thomas, clásicos griegos, Dante, o narradores como Proust, Joyce o Beckett.
Sus grandes preocupaciones afloran una y otra vez en los márgenes de un relato que progresa en forma de bucle: el budismo y la búsqueda de la cuarta persona de singular, su evolución política desde el anarquismo al socialismo humanitario, el instinto sexual y la falocracia, el ego al que se refiere como yo-yo-yo, la sobrepoblación y otras amenazas para la existencia -el autor, por cierto, es expulsado de una cafetería parisina por un camarero a indicación de Sartre al tratar Ferlinghetti de dirigirse a él-, la ausencia de sentido en la vida. “Soy la conciencia de una generación o sólo un viejo necio quejica tratando de escapar la conciencia dominante materialista avariciosa de América hoy… Sí escapando a través del misticismo o la iluminación o escapando a través de las drogas y la psicodelia o a través del lirismo puro en pintura o en palabras”.
Dada su peculiaridad formal: ausencia de signos de puntuación, textos repartido en bloques o fragmentos que se suceden de forma indistinta, que invitan a ser abordados de forma aleatoria una vez familiarizados con la cruda infancia del autor, cuyo discurso remite al “flujo de conciencia” que Ferlinghetti describe como “una especie de prolongada epifanía para sostener un pensamiento improvisado… y no hay trama como no la hay en la vida solo hay el tartamudeo de fraseología entre el despertar y el dormir”, Little Boy precisa de cierta voluntad de sintonización por parte del lector. Como recompensa obtiene el testimonio de un testigo privilegiado del siglo XX e inicios del XXI -”Volvamos al presente donde el mundo está llegando a su fin por millonésima vez sólo que esta vez es cierto”-, curioso e inconformista, que cuestiona y se cuestiona desde una bonhomía contagiosa y una modestia creíble que rehuye la referencia a logros indudables en los que participó, como su labor de editor en la publicación del en su día controvertido poema Aullido que a punto estuvo de costarle la cárcel, o la creación de la emblemática librería City Lights en San Francisco en cuyo piso superior aún residía cuando escribió el libro. En la memoria de Ferlinghetti lo concreto cede todo el protagonismo a lo inmaterial.
"La inteligencia colectiva exige un esfuerzo sobrehumano".
"Collective intelligence requires a superhuman struggle".
Ver en pleno 2020 a niñatos/as reivindicando la figura de Francisco Franco y el franquismo te hace sentir como un checoslovaco a quien un occidental explicara en 1972 las bondades de comunismo.
To see in 2020 kids claiming the person of Francisco Franco and of his regime makes you feel like a Czechoslovakian to whom a westerner explained in 1972 the benefits of comunism.
El modelo económico y social que integraba a la clase media y a las clases populares occidentales ha implosionado: la especialización de la economías, la adaptación a un mercado globalizado, la acentuación de la división internacional del trabajo y la reducción de los sistemas de protección social ha condenado a la inseguridad social, económica y cultural a la población de amplios territorios alejados de las grandes ciudades no aptos para la globalización. El repliegue de los estados debido a su endeudamiento y sometimiento a la banca privada a través de directivas europeas promovidas por la clase dominante unido al envejecimiento de la población y a la ausencia de políticas de natalidad ha hundido las expectativas de movilidad social e integración cultural de una clases populares inquietas por una inmigración que perciben como factor desestabilizador para sus conquistas sociales. Una vez ha dejado de ser un referente cultural, reducida al ostracismo, ¿cómo es posible conformar una sociedad sin una clase media mayoritaria e integrada económica y culturalmente?
Tal es el interrogante que el geógrafo francés Christophe Guilluy plantea en su libro No Society: El fin de la clase media occidental, publicado por Taurus el pasado año. Guilluy argumenta que la reacción del mundo de arriba ante la situación que él mismo ha contribuido a generar ha sido la secesión, el abandono del bien común y el aislamiento respecto de un mundo de abajo improductivo a fin de liberarse de la solidaridad nacional hacia los territorios y poblaciones no aptas para la globalización, lo que supone el fin de la sociedad como la hemos conocido hasta ahora. Aislada social y geográficamente, ante la creciente dificultad para articular mayorías electorales estables que defiendan sus intereses, a través de los medios de comunicación y de la academia la clase dominante busca marginar el diagnóstico sobre la realidad de las clases populares. En lugar de una contestación generalizada dicha ruptura ha propiciado reivindicaciones sectoriales, individuales y grupales en la medida en que el bien común ha dejado de ser un objetivo. La clase política ya no se dirige a un todo sino a cuotas de mercado.
El empeoramiento de las condiciones de vida y de las expectativas para sectores cada vez más amplios de la población ha derivado en una creciente desconfianza hacia el sistema democrático pero la contestación-revolución se antoja imposible sin el compromiso de una parte de las élites y de la burguesía hacia los más desfavorecidos. El surgimiento de movimientos populistas que canalizan el descontento ha roto el consenso ideológico dentro de la clase dominante, de ahí su demonización al tomar en consideración el diagnóstico de los más desfavorecidos. El populismo responde a una necesidad de volver a crear sociedad: preservar el bien común, los servicios públicos, la defensa del marco nacional y de un mundo popular sedentario. Al tratar de revertir las dinámicas de la globalización y el multiculturalismo impulsadas por la clase dominante buscan garantizar la supervivencia del sistema.
Sometidas a la doble presión de un modelo exhausto y de una oposición popular cuyo poder blando deconstruye las representaciones de su mundo, Guilluy entiende que una parte de las clases dominantes deberá reintegrarse en el marco nacional. Solo en él se puede ejercer la solidaridad y protegerse contra el dumping social, medioambiental o fiscal, cuestionarse el crecimiento del PIB como objetivo prioritario en favor de indicadores que incorporen consumo, ocio, mortalidad, desigualdad o coste medioambiental y regular una inmigración que no se asienta en el hábitat de la sociedad abierta sino en el de las clases populares produciendo conflictividad social y angustia identitaria. El cambio de paradigma, concluye, pasa porque las clases dominantes aprendan a vivir con su pueblo.
Implacable en su diagnóstico, el análisis de Guilluy resulta más incierto al afrontar posibles soluciones. No Society enfoca la problemática de las clases populares como un todo cuando su descontento busca ser captado por corrientes políticas de signo diverso, incluso antagónico: no es lo mismo que sea canalizado por corrientes neo-fascistas o por populismos de izquierdas. Así, movimientos que enfatizan propuestas que Guilluy adscribe a los intereses de las clases populares las combinan con otras que favorecen a las clases dominantes, por ejemplo las bajadas de impuestos a los más ricos. El batiburrillo de corrientes y de visiones que aspiran hoy a captar el descontento a menudo se contradicen o contraponen entre ellas, no siendo descartable que las aspiraciones de las clases populares acaben polarizándose e incluso enfrentándose entre sí.
Discutible es también la inclusión de las aspiraciones independentistas de territorios como el catalán -alude también al caso escocés o al de Flandes si bien se detiene en aquel- en la dinámica secesionista de las élites respecto de las clases periféricas y desfavorecidas, cuando el independentismo está tanto o más arraigado en las áreas rurales de Catalunya que en la propia metrópoli que, según Guilluy, constituiría el núcleo secesionista, y sus apoyos engloban el amplio espectro ideológico que va desde el altermundismo a la burguesía más conservadora o cosmopolita. En todo caso, si fuera dirigido por unas élites sería en oposición a otras aún más poderosas y globalizadoras establecidas en Madrid. La visión de Guilluy es un tanto maniquea a fin de encajar en su tesis una problemática compleja que comprende múltiples variables.
Se puede también argumentar que las características de Francia, las que Guilluy mejor conoce y desarrolla en su libro, no son extrapolable sin más a otras realidades. Así, mientras la Francia periférica mantiene su empuje demográfico pese a su declive económico, aquí nos encontramos con la problemática de una España interior cada vez más vaciada. Su análisis sobre la figura y el ascenso de Donald Trump resulta, por el contrario, certero al describir cómo consiguió establecer una alianza entre una fracción del mundo de arriba y la América periférica. La toma de conciencia de la realidad de las clases populares por una fracción de las élites es hoy un riesgo que puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier país.
El repliegue al marco nacional como ámbito para reconfigurar la sociedad, la visión reaccionaria que propone Guilluy, ofrece la incógnita de si una hipotética suma de intenciones nacionales, no digamos si el repliegue se da en unos pocos casos aislados, bastaría para revertir o controlar la dinámica globalizadora y sus efectos en un mundo hiperconectado, si no contribuiría a resucitar los nacionalismos de estado y, en el caso de Europa, si dichas entidades nacionales serían capaces de desarrollar una soberanía efectiva frente a los intereses cada vez menos disimulados de superpotencias como Estados Unidos o China.
¿Terrazas en cementerios y tanatorios a fin de estimular el consumo en tiempos de pandemia?
Terraces in cementeries and funeral parlours to stimulate consumption in times of pandemic?
Agentes de las fuerzas de seguridad abatieron en la tarde noche de ayer a Borja Gómez del Corral, presunto cabecilla de la banda terrorista MIMO, Movimiento Independentista Madrileño Operativo. Un tirador de élite del Cuerpo Nacional de Policía puso fin a la vida del presunto terrorista en un céntrico parque de la capital, donde se había refugiado tras una accidentada persecución policial y después de retener por la fuerza a un niño al que amenazó con matar si no se le facilitaba la huida. Tras una tensa negociación y ante el temor fundado de que el terrorista cumpliera su amenaza, un disparo realizado por un agente de la policía nacional puso fin a su vida causándole la muerte en el acto. El niño fue rescatado ileso.
Conectamos ahora con Eugenia Fonseca, quien se halla destacada en el lugar de los hechos, para que nos amplíe la información.
Eugenia, al parecer el presunto cabecilla de la banda terrorista fue reconocido por agentes de la policía nacional.
Así es, Ana, según fuentes policiales el presunto terrorista fue reconocido por una pareja de agentes de la policía nacional cuando abandonaba el estadio Florentino Pérez a la conclusión del partido de fútbol que enfrentó ayer al Royal Madrid y al Club Deportivo Eurovegas de Alcorcón. Al aproximársele los policías para proceder a su identificación el presunto terrorista que, al parecer, en ese momento se encontraba solo esgrimió una pistola con la que efectuó varios disparos al aire que facilitaron su huida aprovechando la confusión y el pánico creado entre los numerosos aficionados congregados a la salida del estadio.
Se produjo a continuación una larga persecución por diversas calles del distrito de Chamartín que culminó con el terrorista acorralado por unidades de la policía en el Parque de Berlín. Tomó entonces como rehén a un niño de once años que se encontraba jugando en el parque, al que amenazó con disparar ante cualquier movimiento por parte de los agentes que le rodeaban.
La situación de tensa calma durante la cual el terrorista pretendió negociar su libertad con la policía se prolongó durante más de una hora pero ante la reiterada negativa a deponer su actitud, lo avanzado de la tarde, la perspectiva inminente de que la oscuridad se adueñara del parque y, muy especialmente, el temor de que el terrorista cumpliera su amenaza y acabara disparando al niño dado lo desesperado de su situación, la policía decidió actuar. Un tirador de élite, convenientemente apostado, abatió al terrorista de un certero disparo en la cabeza provocando su muerte en el acto sin que el niño sufriera daño alguno más allá del lógico impacto emocional fruto de la situación por él experimentada, que requirió de atención especializada.
Gracias, Eugenia. Les proporcionamos a continuación un breve semblante del presunto terrorista y líder del MIMO abatido en el día de ayer:
Natural de la localidad madrileña de Robledo de Chavela, Borja Gómez del Corral nació en 1986 en el seno de una familia acomodada. Su padre era propietario de una granja dedicada a la cría de caballos y, al igual que sus dos hermanas, Borja destacó como jinete desde muy temprana edad ganando diversos campeonatos ecuestres en las categorías juveniles. Su andadura política se remonta a su etapa como estudiante en la Facultad de Filología Clásica de la Universidad Autónoma, donde trabaría amistad con destacados miembros de grupúsculos de ideología madrileñista radical como los Soberanistas del Manzanares o El Espinazo Madrileño. A Gómez del Corral se le atribuye en dicha época la elaboración del manifiesto: “Por la independencia de Madrid”, el documento fundacional del Movimiento Independentista Madrileño Operativo, más conocido como MIMO.
Enfocado hacia labores de propaganda y de concienciación en sus inicios, el MIMO pronto derivaría hacia posiciones más intransigentes hasta que en su II Congreso, celebrado en Bustarviejo en marzo de 2015, adoptó la violencia como medio para alcanzar sus objetivos. Sus primeros atentados con víctimas, producidos en Barcelona y Bilbao, en un primer momento granjearon al MIMO la simpatía de los sectores más revanchistas y patrióticos de la sociedad madrileña. Tras la secesión de Cataluña y del País Vasco, el MIMO reorientó su violencia hacia las comunidades limítrofes cuya secesión la banda terrorista estimaba necesaria a fin de preservar la pureza de la identidad madrileña. A esa etapa pertenecen los atentados más sanguinarios, muy especialmente el cometido con bomba en la Plaza de Toros de Guadalajara que acabó con la vida de cuatro personas. A partir de entonces, la presión policial comenzó a producir resultados y la detención de activistas minó con rapidez a la banda terrorista. Gómez del Corral aún efectuó un último giro estratégico abrazando las posturas más posibilistas que propugnan la expansión urbana ilimitada de Madrid a fin de absorber la totalidad del territorio español. Al terrorista abatido en la tarde de ayer la policía le atribuye la autoría de, al menos, nueve asesinatos.
Representantes de todas las fuerzas políticas han expresado su satisfacción por el desenlace de la operación policial desarrollada en el día de ayer. El presidente de gobierno, Adolfo Goazapjoy, ha emitido un comunicado a primera hora de la mañana en el que “extiende su más sentida felicitación a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado” al tiempo que “pide que tomen nota de lo sucedido todos aquellos que pretenden subvertir el orden constitucional mediante el recurso a la violencia”.
A la monarquía española le salva, de momento, que Juan Carlos y Sofía no tuvieran más hijos.
The Spanish monarchy is saved, for the time being, by Juan Carlos and Sofia not having more kids,
Me acatarré en mi zona de confort. Se me olvidó apagar el aire acondicionado.
I caught a cold in my comfort zone. I forgot to turn off the air conditioning.
Qué laaaargaaaa se me está haciendo la travesía del desierto. Y cuánto la echaré de menos.
How loooong it's getting the crossing of the desert. And how badly I'll miss it.
España va a necesitar tras la pandemia un símbolo que reafirme su identidad, que la visibilice a nivel mundial y que contribuya a reafirmar su autoestima.
¿Mi propuesta?: una Gran Terraza Española que una Tarifa con San Sebastián y que se distinga desde la luna.
Nada ni nadie nos había prevenido ante esto.
Nothing nor nobody had warned us against this.
Al tratarse de un autor italiano emplearé la analogía de la pasta. La idealización de escenarios, tiempos y personajes es una seña de identidad en la escritura de Erri de Luca. Para mi gusto, en Historia de Irene al napolitano se le pasa el punto de cocción-idealización, de forma que el relato largo se transforma en una especie de fábula.
El libro se completa con dos relatos más breves y apegados al terreno localizados en el Nápoles de la guerra y la posguerra, escenario recurrente en De Luca. Es el primer libro suyo que leo traducido (Carlos Gumpert) pero mi objeción tiene que ver con la concepción de la historia.
Más allá de la prevalencia de la clase media o de la búsqueda del término medio, la Mediocracia a la que alude Alain Deneault, ha derivado en el ascenso de los mediocres al poder. Un fenómeno que analiza en su último libro, publicado en nuestro país en 2019 por la editorial Turner y traducido por Julián Fajardo Herrero, en el cual el filósofo y escritor canadiense disecciona las pautas que han acabado pervirtiendo ámbitos y disciplinas esenciales para nuestro desarrollo como sociedad: la academia, la economía y la cultura y el arte. A cada una de ellas dedica un extenso capítulo a fin de diseccionar sus causas, la naturaleza del proceso y sus consecuencias. Más allá de la crítica, el autor proporciona pautas a fin de contrarrestar y superar las aspiraciones mediocres antes de que sus efectos perniciosos resulten irrevocables.
Así, la mentalidad de la gestión empresarial se ha ido infiltrando durante décadas en la academia al tiempo que sus profesionales era cooptados para servir como coartada y justificar los intereses de las grandes compañías, un proceso facilitado por la necesidad de los departamentos universitarios de encontrar financiación más allá de los recursos públicos. La inversión privada trae aparejadas prácticas como la productividad en forma de constantes publicaciones, la competitividad con otros académicos, el enfoque utilitarista o el empleo de un lenguaje aséptico y opaco a semejanza del empresarial. Un enfoque que acaba por desvirtuar el sentido de la investigación académica para ponerse al servicio de lobbies interesados en generar contextos que fuercen a los cargos electos a tomar determinadas decisiones. Quien se sale de las normas establecidas e interiorizadas por el mundo universitario -quien se niega a “seguir el juego”- queda marginado.
El interés en introducir el estudio de la Economía y el funcionamiento de los mercados de valores en los planes de estudios básicos pretenderían evitar que la gente comprenda que el sistema, basado en el empleo creciente de algoritmos, está fuera de control. En último término se trataría de inculcar la terminología e ideología que busca justificar los constantes excesos de las élites: los ricos generan la riqueza y esta gotea hacia las clases inferiores. A tal fin Deneault analiza fenómenos específicos que ilustran dicho proceso: el negocio de la fabricación de aviones privados de lujo, la creación de zonas libres de impuestos para fabricantes y comerciantes chinos en Canadá, el papel de los supuestos expertos, el culto al dinero, el saqueo de las riquezas en los países menos desarrollados y el declinante papel de los sindicatos.
El dinero compra el silencio y en la era del management totalitario y la cultura corporativa propicia la represión de quien obtiene un salario a través de su trabajo y le fuerza a desarrollar un compromiso personal con todo lo que se le pide. Las personas adineradas se apropian de los resultados de las actitudes desarrolladas como resistencia contra ellas y a través de los paraísos fiscales eluden el pago de impuestos, mientras los artistas/gerentes son conminados por los mecenas/inversores a trabajar con arreglo a los dictámenes del mercado excluyendo a los refractarios a la formación empresarial. Deneault analiza el rol del artista como trabajador social de la colectividad llamado a despolitizar asuntos y a aparecer públicamente al mínimo asomo de desastre, el papel de la televisión como medio para la exposición pública incluso si es para criticar al régimen mediocrático con opciones de que trascienda, o lo que denomina el arte subversionado, arte pretendidamente subversivo dentro de los límites fijados por las instituciones que lo subvencionan.
Deneault aboga por reconocer la revolución como algo perteneciente al ámbito de lo necesario a fin de acabar con lo que daña al bien común, por mirar hacia el día en que se tambalee la confianza de la mayoría en el discurso de este orden, crear conceptos que nos permitan aprehender el nuevo orden que emerge de la corrupción a medida que se desarrolla y agota en sí misma. Es importante ver el principio democrático mismo como algo corrompido en la medida en que ideas como pueblo, bien común o bienestar social van desapareciendo subrepticiamente. También debatir cómo el poder ultraprivado captura y codifica cualquier actividad social para convertirla en parte del proceso de capitalización que enriquece a la cúspide de la jerarquía. Una vez definidos se requerirá de nosotros que nos resistamos o nos pongamos manos a la obra a fin de derrocarlos.
El libro contiene un epílogo dedicado a las políticas del extremo centro, aquellas que se presentan como “normales”, superando el espectro izquierda-derecha, pero que en la práctica buscan conseguir que los miembros de la clase media olviden que jamás será otra cosa que proletarios con dinero y de que carecen de control sobre los parámteros económicos y sociales que dan forma a su modelo vital. Así, los periodistas de extremo centro se expresan de una forma que raya el delirio en torno a temas que sirven para ocultar los asuntos cruciales, fragmentando nuestras reacciones subjetivas al dirigirlas a objetos que no guardan relación entre sí, ni con lo que en origen provocó nuestra reacción.
A la mediocridad, Deneault opone la radicalidad en base a una serie de recetas que enuncia pero no desarrolla: trabajar hasta dar con un compendio de causas válidas, organizarse con otras personas más allá de camarillas y refugios sectarios, mofarse de las ideologías, reducir los términos que la propaganda quiere inscribir en el centro de nuestra subjetividad a meros objetos de pensamiento, trascender los modos hegemónicos de organización y, en definitiva, intentar establecer estructuras que se parezcan a nosotros.
Tras semanas confinado, caí en la cuenta de que los tsundoku (término japonés que describe los libros comprados o regalados no leídos) que tenía apilados en la estantería se me antojaban demasiado densos para la ocasión, no aptos para una mente poco fiable que oscilaba entre la ansiedad y la molicie. Por su aspecto ágil y optimista, entre los títulos apilados empezó a brillar con luz propia una novela corta de Eudora Welty que había permanecido un tanto relegada: El corazón Ponder.
El tío Daniel, heredero de una rica estirpe, es un hombre afable, desprendido y desapegado al dinero, a su fortuna. (“Mi tío Daniel viene a ser como tu tío, si tienes uno-sólo que tiene una debilidad. Le encanta la vida social y se deja llevar. Si oye nuestras voces, bajará por esas escaleras, esté la cena lista o no.”) Cuando viene imputado de forma aviesa por la muerte de su segunda y joven esposa, el hombre cuya personalidad es probablemente las más inocente del condado de Clay no duda en volcar toda su generosidad de la forma más desinteresada en la propia sala del tribunal en quienes pretenden hacerle daño.
A través de las vicisitudes del protagonista, nos familiarizamos con las gentes que pueblan una pequeña comunidad del sur profundo de los Estados Unidos y los lazos que les unen: las fuerzas vivas, hombres todos ellos, a quienes une una estrecha camaradería; las mujeres, relegadas, dependientes de estos en lo material mientras ellos lo son de ellas en los aspectos más básicos de la vida; las sirvientas y los peones de raza negra; los pobres de raza blanca sumidos en la ignorancia y el embrutecimiento.
La historia sobre la generosidad y el carácter excéntrico de Daniel Ponder nos llega a través de su sobrina, Edna Earle, su apoyo fundamental para las cosas prácticas de la vida, quien hace así gala de su generosidad por partida doble al supeditar su vida a la de su tío a fin de mantenerle anclado a la realidad y por ser ella la única heredera por familia del protagonista y asistir con estoicismo a su fenomenal arranque de desprendimiento. De ahí que el corazón al que alude el título no lo sea en exclusiva del tío Daniel sino que se haga extensivo a la familia.
Su narración oscila en un delicado equilibrio entre la realidad y la farsa, apela de principio a fin al lector a fin de buscar su complicidad en una técnica envolvente, y es rica en jerga, modismos coloquiales y tics culturales típicos del sur de Estados Unidos. El resultado, además de un rico retrato sobre un peculiar caballero del Sur, es una novela chispeante y vital acerca de una pequeña comunidad olvidada que se resiste a morir.
The Ponder Heart, Eudora Welty. A Harvest Book-Harcourt. 1954